Abraham y los ángeles.s. XVI . Fabrizio Santafede
Óleo sobre lienzo.116 x176 cm
Coleccion Privada
La primera lectura de hoy me deja bastante pensativo y delante de esta imagen puedo pensar e en como Abraham trataba con Dios. Un Dios del que se había fiado, un Dios al que obedeció y un Dios que juez es a la vez misericordioso con el justo. Abraham trata con Dios con confianza, no con regateo, y buscando la justicia divina.
Ponernos delante de Dios siempre puede enrojecernos, asustarnos, o incluso acostumbrarnos debido a nuestra inseguridad, pero cuando nos sabemos escuchados por Él encontramos un interlocutor que es a la vez juez justo, padre misericordioso y amigo cercano. La oración constante en su presencia es la via segura de comunicación independientemente de las manifestaciones o teofanias que el quiera regalarnos. Pero, ¿que mayor regalo que su Palabra leída, meditada, rezada y contemplada? ¿que mayor don teofánico que la eucaristía, Dios mismo presente y manifestado, dado en alimento para nuestra debilidad?
Cuando los hombres se levantaron de junto a la encina de Mambré, miraron hacia Sodoma; Abrahán los acompañaba para despedirlos.
El Señor pensó:
-« ¿Puedo ocultarle a Abrahán lo que pienso hacer? Abrahán se convertirá en un pueblo grande y numeroso, con su nombre se bendecirán todos los pueblos de la tierra; lo he escogido para que instruya a sus hijos, su casa y sucesores, a mantenerse en el camino del Señor, haciendo justicia y derecho; y asÍ cumplirá el Señor a Abrahán lo que te ha prometido.»
El Señor dijo:
-«La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte, y su pecado es grave; voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación; y si no, lo sabré.»
Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán.
Entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios:
-«¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará justicia?»
El Señor contestó:
-«Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos.»
Abrahán respondió:
-«Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?»
Respondió el Señor:
-«No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco.»
Abrahán insistió:
-«Quizá no se encuentren más que cuarenta.»
Le respondió:
-«En atención a los cuarenta, no lo haré.»
Abrahán siguió:
-«Que no se enfade mi Señor, si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta? »
Él respondió:
-«No lo haré, si encuentro allí treinta.»
Insistió Abrahán:
-«Me he atrevido a hablar a mi Señor. ¿Y si se encuentran sólo veinte? »
Respondió el Señor:
-«En atención a los veinte, no la destruiré.»
Abrahán continuó:
-«Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez? »
Contestó el Señor:
-«En atención a los diez, no la destruiré.»
Cuando terminó de hablar con Abrahán, el Señor se fue; y Abrahán volvió a su puesto.
Génesis 18, 16-33
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