Agnus Dei. 1635. Francisco de Zurbarán
Óleo sobre lienzo. Medidas: 37 cm x 62 cm.
Museo del Prado. Madrid España.
Éstas son las festividades del Señor, las asambleas litúrgicas que convocaréis a su debido tiempo. El día catorce del primer mes, al atardecer, es la Pascua del Señor.
La primera lectura de la liturgia eucarística de hoy nos hace el relato de las festividades de Israel, tal como venían prescritas en el libro del Levítico. La fiesta de la Pascua se celebraba con el sacrificio y cena ritual del cordero, que simbolizaba la salvación de Israel que Dios habían realizado en Egipto. Esta fiesta se ha venido celebrando de generación en generación por los israelitas, y también tuvo una importancia capital para comprender el sentido que Jesús dio a su Muerte y Resurrección.
La obra con la que hoy ilustramos este pasaje es el conocido Agnus Dei de Zurbarán. Un fondo oscuro y una mesa gris es el escenario donde se expone el motivo único del cuadro: un cordero de raza merina, al que se ha supuesto entre ocho y doce meses de vida. Se encuentra todavía vivo, tumbado y con las patas ligadas con un cordel, en una actitud inequívocamente sacrificial, que curiosamente recuerda a las famosas imágenes de santos sacrificados.
El pintor ha utilizado una técnica muy minuciosa, su inigualable capacidad para reproducir las texturas y una luz natural muy calculada y dirigida que crea amplios espacios de sombras, para concentrar nuestra atención en este animal que parece asumir con mansedumbre su destino fatal. No es esta la única obra de tema similar que realizó Zurbarán, pues se conocen otras cinco versiones de su mano, que presentan algunas variantes iconográficas y que testifican lo muy bien aceptada que fue esta representación por una clientela, muy probablemente, privada.
Se trata de un Agnus Dei, el Cordero de Dios que alude al sacrificio de Cristo muriendo para salvar a la humanidad, a pesar de que en este caso ni existen otros elementos que no sean la simple presencia del cordero.Las fórmulas de representación utilizadas por Zurbarán son típicas de la naturaleza muerta.
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