El Salvador. 1630. José de Ribera
Óleo sobre lienzo. Medidas: 77cm x 65cm.
Museo del Prado. Madrid. España
Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. El es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Este texto del capítulo primero de la Carta a los Colosenses nos da pie para contemplar nuevamente una imagen del Salvador, esta vez pintada por José Ribera. Emergiendo de un fondo oscuro, irradia luz el rostro del Salvador, vestido de una túnica roja que podría aludir a su Pasión. Su mano derecha bendice con los tres dedos en signo de la Trinidad, y dos dedos entrelazados aludiendo a las naturalezas humana y divina en la persona de Jesús. La obra consigue su destino de suscitar la devoción a la humanidad del Salvador, como icono visible de su humanidad invisible, tal como afirma la Carta a los Colosenses.
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