El Juicio Final, 1293. Pietro Cavallini
Fresco, 320 x 1400 cm
Santa Cecilia in Trastevere, Roma. Italia.
Leyendo la perícope del libro de la sabiduría que la liturgia propone para hoy me ha venido a la mente esta maravillosa imagen de Cavallini y de su maravillo fresco conservado en Roma en el que aparece Jesucristo quien es el poder de Dios y la sabiduría de Dios (1 Cor. 1,23-24). Él no es uno de un número infinito de caminos a Dios; Él es el camino, la verdad y la vida. San Juan dice (14,6) Jesús dijo, "Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí. ” "En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvados. ” (Hch. 4:12).
Él es la sabiduria del Padre, Él es el camino " la verdad, y la vida". Jesús es el camino al Padre; Él es la verdad encarnada y Él es la vida de todos los que creen en Él.
"La sabiduría, dice el libro en el cap. 7, 22-8,1, es un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, móvil, penetrante, inmaculado, lúcido, invulnerable, bondadoso, agudo, incoercible, benéfico, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, todopoderoso, todo vigilante, que penetra todos los espíritus inteligentes, puros, sutilísimos. La sabiduría es más móvil que cualquier movimiento, y, en virtud de su pureza, lo atraviesa y lo penetra todo; porque es efluvio del poder divino, emanación purísima de la gloria del Omnipotente; por eso, nada inmundo se le pega. Es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad.
Siendo una sola, todo lo puede; sin cambiar en nada, renueva el universo, y, entrando en las almas buenas de cada generación va haciendo amigos de Dios y profetas; pues Dios ama sólo a quien convive con la sabiduría.
Es más bella que el sol y que todas las constelaciones; comparada a la luz del día, sale ganando, pues a éste le releva la noche, mientras que a la sabiduría no le puede el mal.
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