El juicio final, 1585. Jean Cousin, el joven. 1522–1595.
Óleo sobre lienzo, 145x142 cm
Museo del Louvre. Paris. Francia
Nos acercamos al final del año litúrgico y las lecturas de este domingo nos llaman a meditar sobre el final de los tiempos presentes y prepararnos al encuentro con Cristo, Juez y Señor del universo. Así el profeta Malaquías como el evangelista san Lucas nos llaman la atención a mirar a lo alto y estar preparados para la venida del salvador, Juez de vivos y muertos, Señor de la historia.
Jesús les dijo.
Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.
...Luego les dijo.
Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.
Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio.
Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.
Como dice el salmo 97, "El Señor llega para regir los pueblos con rectitud. Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan; aplaudan los ríos, aclamen los montes al Señor, que llega para regir la tierra. Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud."
Y la Profecía de Malaquías no advierte de la suerte de los perversos y la fortuna de los justos. Solo Dios salva a los que, como fieles y valientes testigos de su Hijo y confiados en la fuerza del Espiritu Santo, dieron la vida por quien antes les había rescatado de la muerte.
Mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir - dice el Señor de los ejércitos -, y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas.
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