Jesucristo dándole la comunión a la Virgen. 1600. Anónimo
Óleo sobre lienzo. Medidas: 161cm x 118cm.
Museo del Prado. Madrid.
La Pascua es el tiempo litúrgico en el que los los sacramentos de la iniciación cristiana (bautismo, confirmación y eucaristía), cobran una singular importancia. Son los sacramentos que nos engendran a la nueva vida, que en la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo ha sido ofrecida por Dios a todos los hombres. Estos sacramentos congregan a la Iglesia, como el nuevo pueblo de Dios, que camina por este mundo hacia el Reino de Dios.
La iconografía cristiana buscó simbolizar de distintas formas estos ricos contenidos teológicos que fundamentan la fe. Uno de esos intentos es la obra que hoy proponemos para nuestra consideración: Cristo dándole la comunión a la Virgen. Se trata de una obra de devoción, que no tiene como base hecho histórico alguno. Cristo aparece como sacerdote que celebra la misa con un diácono y un subdiácono, a la que asiste la Virgen María, y en la que los ángeles cantan.
En esta obra, se pone de manifiesto, por una parte, el sentido de la Eucaristía como memorial de lo que Jesús hizo en la Última Cena. Se pone el énfasis en el hecho de que el sacerdote actúa in persona Christi, es decir, actúa en nombre y representación de Cristo. Cristo, por tanto, se nos da por entero en cada Eucaristía, renovando el sacrificio que en vida ofreció sobre la Cruz. Esta Eucaristía da vida a la Iglesia, representada por la Virgen María.
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