La Última Cena. 1485. Seguidor del Maestro de la Virgo inter Virgines
Óleo sobre tabla. Medidas: 69 x 38 cm
Colección Thyssen-Bornemisza. Madrid.
Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo, Señor? El respondió: El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!» Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: ¿Soy yo acaso, Rabbí? Dícele: Sí, tú lo has dicho.
La liturgia del Miércoles Santo nos presenta este texto del Evangelio según san Mateo, en el que, a a continuación de narrarnos la traición de Judas, nos cuenta cómo Jesús anunció la traición en medio de la Última Cena. Jesús, ante la obstinación de Judas, pronuncia una sentencia que retumba en todo el texto: Mejor le valdría no haber nacido.
Para ilustrar esta escena, hemos escogido una obra atribuida a varios maestros anónimos, relacionados estilísticamente con la escuela del norte de los Países Bajos, hasta que los historiadores Boon y Eisler la asignaron a un seguidor del Maestro de la Virgo inter Virgines. El artista en esta Última Cena, colocó a los doce apóstoles alrededor de una mesa sentando a Cristo a la izquierda, al que reconocemos por tener a san Juan descansando en su regazo y por ofrecer el pan a Judas. En esta pintura se ha concedido gran importancia al sencillo bodegón, que hallamos en la mesa y en el que destaca una gran fuente vacía en el centro y a su alrededor, en círculo, objetos como una jarra y cuchillos.
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