San Esteban acusado de blasfemo. 1562. Juan de Juanes
Óleo sobre tabla. Medidas: 160cm x 123cm.
Museo del Prado. Madrid.
En aquellos días, Esteban decía al pueblo, a los ancianos y a los escribas: «¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres. ¿Hubo un profeta que vuestros padres no persiguieran? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del justo, y ahora vosotros lo habéis traicionado y asesinado; recibisteis la Ley por mediación de ángeles, y no la habéis observado.» Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.»
Leemos hoy en la Eucaristía el final del capítulo 7 del Libro de los Hechos de los Apóstoles, que nos narra el martirio de san Esteban. Juan de Juanes pintó para la Iglesia de San Esteban de Valencia un conjunto de tablas sobre el santo, una de las cuales contemplamos hoy.
Se trata del momento en el que san Esteban afirma que contempla al Hijo del Hombre sentado a la derecha de Dios. El artista presenta al santo con el libro de la Escritura, con las que acaba de argumentar que Jesús es el Mesías, señalando en éxtasis hacia lo alto, donde aparece Jesús resucitado. Viste la dalmática de los diáconos, y la escena se sitúa dentro de una rica arquitectura ornamentada con motivos típicamente renacentistas.
Ajenos a la visión de la gloria del Resucitado, los judíos, por su parte, se tapan los oídos, llenos de rabia, y levantan los puños en señal del rencor que les provoca Esteban. La obra de Juan de Juanes refleja con gran belleza el dramatismo del momento: el éxtasis del mártir frente al odio de los que rechazan la fe. Una tabla, en suma, destinada a la contemplación de los fieles, al estar expuesta en el retablo del templo dedicado al santo en la capital valenciana.
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