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miércoles, 11 de junio de 2014

Veronese. San Bernabé curando a un enfermo

San Bernabé curando a un enfermo. 1566. Paolo Veronese
Óleo sobre lienzo. Medidas: 260cm x 193cm.
Museo de Bellas Artes de Rouen

Memoria de san Bernabé, apóstol, varón bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe, que formó parte de los primeros creyentes en Jerusalén y predicó el Evangelio en Antioquía e introdujo entre los hermanos a Saulo de Tarso, recién convertido. Con él realizó un primer viaje por Asia para anunciar la palabra de Dios, participó luego en el concilio de Jerusalén, y terminó sus días en la isla de Chipre, su patria, sin cesar de difundir el Evangelio.

Esta palabras, con las que el Martirologio romano nos anuncia la memoria de san Bernabé que hoy celebramos, nos da pie para contemplar una bella obra del Veronese, el gran pintor manierista veneciano de mediados del siglo XVI.  Se le considera creador, junto con Tiziano, de un gusto suntuoso y colorista, que en Venecia se prolongó hasta el siglo XVIII.  Amigo de Palladio y otros grandes arquitectos de la época, enmarca sus escenas en amplias arquitecturas, rasgo que lo hace precursor del barroco. Su tratamiento del color se anticipa a la pintura francesa del siglo XIX. Prefiere los tonos fríos y claros: gris, plata, azules y amarillos.

La escena, que participa plenamente de estas características generales del Veronese, nos presenta a san Bernabé ante un enfermo, que yace semidesnudo, sobre el que pone un libro. Un espectador, por detrás, lleva un cirio encendido. La escena no tiene fácil acomodo en las Escrituras. Habría que referirse a la curación del paralítico de Listra, junto a Pablo, durante su primer viaje apostólico, tal como se narra en el capítulo 14 del Libro de los Hechos de los Apóstoles.

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