Díptico de Cristo y la Virgen. XVI. Quentin Massys
Técnica mixta
National Gallery. Londres
Así dice el Señor: «Yo la cortejaré, me la llevaré al desierto, le hablaré al corazón. Y me responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que la saqué de Egipto. Aquel día –oráculo del Señor–, me llamará Esposo mío, no me llamará ídolo mío. Me casaré contigo en matrimonio perpetuo, me casaré contigo en derecho y justicia, en misericordia y compasión, me casaré contigo en fidelidad, y te penetrarás del Señor.»
Este es el fragmento del capítulo segundo del profeta Oseas que se lee hoy como primera lectura de la Eucaristía. Se trata de una profecía que pone de manifiesto el designio de amor que Dios tiene para con todos los hombres. Designio de amor que llega a su plenitud con la Encarnación del Hijo eterno de Dios en Jesucristo, hijo de María Santísima.
Por eso, hemos escogido hoy un díptico especialmente bello, obra del pintor flamenco de la escuela de Amberes Quintin Massys. Cristo sostiene con una mano una cruz labrada con rica orfebrería, que se asiento sobre una bola de cristal que representa al mundo; con la mano derecha bendice a la humanidad. A la derecha vemos a María, su Madre, en actitud orante, con un rostro especialmente expresivo.
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