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jueves, 15 de enero de 2015

Fra Filippo Lippi. San Benito manda a Mauro a rescatar a Plácido

San Benito manda a Mauro a rescatar a Plácido. 1450. Fra Filippo Lippi
Óleo sobre tabla. Medidas: 40 cm x 69 cm
National Gallery of Art, Washington

Celebramos los monjes la memoria de los santos discípulos de Benito, Mauro y Plácido. Fueron dos niños que le encomendaron dos familias patricias para educarlos, y que siguieron sus pasos en la vida monástica. Es célebre el episodio que narra san Gregorio en el Libro de los Diálogos, cuando el niño Plácido fue a buscar agua y se cayó al lago; san Benito mandó a Mauro a rescatarlo y él, sin daber nadar pero obediente a la voz del maestro, caminó sobre las aguas y logró rescatarlos.

Hemos visto ya una versión de esta obra en los pinceles castellanos de Correa del Vivar. Hoy retrocederemos cien años, y contemplaremos la versión de fra Philippo Lippi. Influido por Masaccio, del que este pintor del Quattrocento fue el discípulo más directo, Fra Filippo Lippi dio a los temas tradicionales una nueva intensidad, en especial por su concepción del espacio (utiliza paisajes en lugar de fondos planos, a fin de contrastar figuras) y por su búsqueda de los efectos de color, lo que lo hace uno de los mejores expertos coloristas de esa época. Sobresale por la originalidad del paisaje y la elegancia nerviosa en el dibujo, que influyó decisivamente en Botticelli, destacándose su valoración por el movimiento y el gusto por lo anecdótico. Como naturalista, tiene un realismo menos vulgar que el de algunos de sus contemporáneos, con animaciones genuinas que incluyen incidentes semi-humorísticos y personajes menores.

La obra formaba parte de una predela del retablo mayor de la iglesia de San Bernardo en Arezzo, que fue posteriormente retirado del altar y desmembrado, pero permaneció en el monasterio adyacente de las Olivetanos al menos hasta 1767. Por tratarse de un encargo para los Olivetanos, que usan el hábito benedictino pero en color blanco, los personajes de la obra no visten el color negro típico de los monjes benedictinos.. La obra muestra dos escenas: una bajo una arquitectura en la que san Benito se dirige a Mauro como maestro; y otra al fondo derecho, en una sucinta naturaleza.

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