San Juan Bautista.1608. Francisco Pacheco
Óleo sobre tabla. Medidas: 99cm x 45cm.
Museo del Prado. Madrid. España
Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: "Trás de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua para que sea manifestado a Israel.»
Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado el Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo." Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.»
Leemos hoy en la Eucaristía eswte pasaje del primer capítulo del Evangelio según san Juan, en el que san Juan Bautista señala a Jesús como el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Esta alocución dio lugar a una fecunda iconografía del santo, que señala con el dedo hacia Jesús. De ahí viene, también, la expresión castellana de permanecer "hasta que san Juan baje el dedo".
Contemplamos, precisamente, una tabla que representa a san Juan en esta actitud, del pintor sevillano Francisco de Pacheco, suegro de Velázquez. Esta obra formaba parte del retablo de doña Francisca de León en la iglesia del convento sevillano del Santo Ángel, que el pintor contrató en 1605.
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