El retorno del hijo pródigo. 1640. Rembrandt
Óleo sobre lienzo. Medidas: 262 cm x 205 cm.
Museo del Hermitage. San Petersburgo.
El segundo sábado de Cuaresma escoge como tema central la parábola del Hijo Pródigo, uno de los textos más característicos del Evangelio según san Lucas, el texto que nos habla de manera más clara acerca de la misericordia de Dios, manifestada en Jesucristo.
Para contemplar la escena hemos escogido una de los tesoros del Museo del ermitage, en San Petersburgo: el lienzo que Rembrandt dedicó a este tema, obra que ha alcanzado un merecido renombre.
La escena representa el momento cumbre del perdón del padre frente al hijo arrepentido de su propia conducta. Rasgo de arrepentimiento es que comparece con el cabello rapado y se arrodilla ante el padre. Viste andrajos con agujeros. El anciano lo acoge con un gesto amoroso y casi protector, expresando así sentimientos de misericordia y compasión. Coloca las manos amorosamente en la espalda del hijo. A la derecha, observa la escena un personaje identificado como el hijo mayor; viste de manera lujosa y con un yelmo dorado. Se ha señalado también que podría ser un personaje político. Al fondo se distinguen dos figuras no bien identificadas.
La luz incide directamente en esta pareja padre-hijo, así como en el rostro del personaje de la derecha. El resto de la composición queda en la sombra. Se ha relacionado el tema de esta obra y su forma de expresarla con el momento personal que pasaba Rembrandt, viejo, solo y arruinado, ya próximo a su muerte. De ahí que logre transmitir una sensación de tragedia elevada a un símbolo de significado universal.
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