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jueves, 16 de abril de 2015

Bartolomé Bermejo. Flagelación de Santa Engracia

Flagelación de santa Engracia. 1478. Bartolomé Bermejo
Óleo sobre tabla. Medidas: 92 cm x 52 cm.
Museo de Bellas Artes de Bilbao

Martirologio Romano: En Zaragoza, en la Hispania Tarraconense, España, santa Engracia, virgen y mártir, que sufrió duros suplicios, quedándole las llagas como testimonio de su martirio. († siglo IV)

Engracia era la joven novia que viaja desde Braccara, en Galecia, hasta el Rosellón, en Francia, para reunirse con su amado. Dieciocho caballeros de la casa y familia la acompañan y le daban cortejo. Al llegar a Zaragoza y enterarse de las atrocidades que estaba haciendo el prefecto romano, se presentaó espontáneamente ante Daciano para echarle en cara la crueldad, injusticia e insensatez con que trataba a sus hermanos. Terminó martirizada, con la ofrenda de su vida y la de sus compañeros.

Las tardías actas del martirio describen los hechos martiriales de forma convencional. El diálogo entre la frágil doncella y el cruel mandatario aparece duro y claro; ella emplea razonamientos plenos de humanidad y firmes en la fe con los que asegura la injusticia cometida, la existencia de un Dios único a quien sirve, la necedad de los dioses paganos y la disposición a sufrir hasta el fin por el Amado; él utiliza los recursos del castigo, la amenaza, la promesa y el regalo. En resumen, la pormenorizada y prolija descripción del tormento de la joven cuenta que primero es azotada, luego sufre los horrores de ser atada a un caballo y arrastrada, le rajan el cuerpo con garfios, llegan a cortarle los pechos y le meten en su cuerpo un clavo; para que más sufra, no la rematan, la abandonan casi muerta sometida al indecible sufrimiento por las heridas hasta que muere. Los dieciocho acompañantes fueron degollados a las afueras de la ciudad.

Un siglo más tarde del glorioso lance cantó Prudencio en su Peristephanon las glorias de los innumerables mártires cesaraugustanos, nombró a los dieciocho sacrificados y a la joven virgen Engracia, invitando al pueblo a postrarse ante sus túmulos sagrados.

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