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sábado, 18 de abril de 2015

Cristo camina sobre el lago Tiberiades


Cristo camina sobre el lago Tiberiades. 1560. Obra de Jacopo Robusti, Tintoretto.
Óleo sobre lienzo, 117 × 168,5 cm

El evangelista san Juan en el evangelio de hoy ( Jn 6, 16-21)  nos narra una situación algo insólita, Cristo camina sobre las aguas. La marcha de jesús sobre las aguas esta enmarcada, dentro del evangelio, dentro del discurso del pan de la vida y denominado como el quinto signo.

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafárnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago, y se asustaron. Pero él les dijo: Soy yo, no temáis. Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.

San Juan escribe en un momento en que las comunidades se enfrentaban a un viento contrario, tanto de parte de algunos judíos convertidos que querían reducir el misterio de Jesús a profecías y figuras del Antiguo Testamento, como de parte de algunos paganos convertidos que pensaban que fuera posible una alianza entre Jesús y el imperio. Juan trata de ayudar a las comunidades a descubrir el misterio que envuelve a la persona de Jesús evocando los textos del Antiguo Testamento que aluden al éxodo y el paso, en confianza y no sin la dificultad, del mar Rojo.

Hemos visto a Jesús ayer en la montaña, en el cuarto signo, multiplicando el pan y los peces, ante una muchedumbre hambrienta y deseosa de eventos milagrosos que sacien su fe. La esperanza de la época, el Mesías repetiría el gesto de Moisés de alimentar al pueblo en el desierto. Por esto, de acuerdo con la ideología oficial, el pueblo pensaba que Jesús era el mesías y, por ello, quiso hacer de él un rey.  

Ahora y según el paralelo del evangelio de Marcos, Jesús obligó a sus discípulos a embarcar inmediatamente y a ir para el otro lado del lago (Mc 6,45). Quería evitar que ellos se contaminaran con la ideología dominante.la situación de los discípulos. Esta llamada del pueblo era una tentación tanto para Jesús como para los discípulos. 

Ya era tarde. Los discípulos bajaron al mar, subieron a la barca y se dirigieron a Cafarnaún, al otro lado del mar. Juan dice que ya había oscurecido y que Jesús todavía no había venido a ellos. Además de esto, soplaba un fuerte viento y la mar había empezado a encresparse.Cristo esta en la agitación confortando y fortaleciendo la fe de quienes han de de seguir, tras él, ante las mas duras adversidades, predicando ante tentaciones y persecuciones que los llevaran a confiar de manera plena en Jesús.

Las comunidades en el imperio romano, como apuntaba al principio: al igual que los discípulos, vivían en medio de la noche, con el viento contrario y el mar agitado y ¡Jesús parecía ausente! Entonces Jesús se acerca y dice: “¡Soy yo! ¡No temáis!” Y nos hace recordar el pasaje de Emaus, o la revelación a Moisés en la zarza ardiente y como no el paso de mar Rojo. Un mar que para este pueblo era símbolo del abismo, del caos, del mal (Ap 13,1). Jesús se enfrenta a este mar de adversidad y revela su divinidad dominando y venciendo a éste, impidiendo que la barca de sus discípulos sea tragada por las olas. Después ante la confianza en el maestro y querrer recogerlo, llegan a puerto seguros. "la barca toco tierra en el lugar al que se dirigían" con Cristo.

Hemos vuelto al Tintoreto debido a la fuerza de su trabajo, ya manierista y que nos hace captar la dramatización del momento. Un mar agitado, un cielo tormentoso, tierra cercana pero no segura, una barca sin rumbo, en movimiento y en contraste  una figura casi fantasmagórica de Cristo que aparece como una firme columna en medio de tal tempestad. El claroscuro hace que nos fijemos enseguida en la figura iluminada fuertemente del primer plano, Cristo, y en la barca del fondo agitada por las aguas. Los discípulos agitados parecen reconocer la Señor pero un caótico y embravecido mar se pone en medio de ellos.

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