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martes, 20 de octubre de 2015

Ignacio de Ries. El árbol de la vida

Óleo sobre lienzo. 290×250 cm
Catedral de santa María, Segovia, España

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.»

El Evangelio nos invita hoy a la vigilancia, tema que en la época barroca dio lugar a una imaginativa iconografía acerca de la fugacidad de los placeres y el peligro de la muerte y la condenación. Es la imagen que contemplamos, procedente de la Catedral del Segovia. Sobre un árbol, varias parejas se entretienen en las delicias del mundo. Cristo les avisa, tocando una campana. La muerte, por su parte, está talando el tronco, lo que significa la fugacidad de la vida; y, por fin, el diablo está tirando de una cuerda para derribar el árbol. La lección moral de la obra: hay que vigilar, como nos pide el Señor en el Evangelio

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