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viernes, 15 de julio de 2016

Zurbarán. San Buenaventura

San Buenaventura. 1640-1650. Zurbarán
Óleo sobre lienzo. Medidas: 239 cm. x 222 cm.
Galería de Pinturas de los Maestros Antiguos. Dresde

Celebramos hoy la memoria de uno de los más grandes teólogos medievales: el franciscano san Buenaventura. Fue un religioso entregado no sólo a la reflexión, sino también dedicado a las labores de gobierno. Éste es el tema, precisamente, de la obra de Zurbarán que traemos a consideración: aparece vestido de franciscano, en conversación con un ángel ante la tiara papal que se encuentra sobre una mesa, con un grupo de cardenales en último término.

San Buenaventura gobernó la orden de San Francisco durante diecisiete años y se le llama, con razón, el segundo fundador. En 1265, a la muerte de Godofredo de Ludham, el Papa Clemente IV trató de nombrar a San Buenaventura arzobispo de York, pero el santo consiguió disuadirle de ello. Sin embargo, al año siguiente, el Beato Gregorio X le nombró cardenal obispo de Albano, ordenándole aceptar el cargo por obediencia y le llamó inmediatamente a Roma. Los legados pontificios le esperaban con el capelo y las otras insignias de su dignidad. Según se cuenta, fueron a su encuentro hasta cerca de Florencia y le hallaron en el convento franciscano de Mugello, lavando los platos. Como Buenaventura tenía las manos sucias, rogó a los legados que colgasen el capelo en la rama de un árbol y que se paseasen un poco por el huerto hasta que terminase su tarea. Sólo entonces San Buenaventura tomó el capelo y fue a presentar a los legados los honores debidos.

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