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martes, 9 de agosto de 2016

El Greco. Cristo abrazado a la Cruz


Cristo abrazado a la Cruz.1600. El Greco
 Óleo sobre lienzo. Medidas: 108cm x 78cm.
Museo del Prado. Madrid. España

El martirio, en la tradición cristiana, constituye la perfecta expresión del testimonio de fidelidad y de confianza en Cristo. El mártir entrega su vida a la muerte antes que renegar de Cristo, en la confianza de que participando de la Cruz del Señor tendrá también parte en su Resurrección. Además, el martirio incluye un grado sublime de caridad, pues el mártir no perece en el odio a quien injustamente lo asesina, sino que perdona a su asesino e intercede por él.

El modelo ideal del mártir, que hoy recordamos en santa Teresa Benedicta, es el propio Cristo, que abraza el horrendo instrumento de la Cruz, que por la fuerza del misterio pascual deja de ser instrumento de suplicio para convertirse en signo glorioso. Por eso, hemos escogido hoy uno de las imágenes sagradas más célebres de la pintura: el Cristo abrazando la Cruz de El Greco.

Cristo acariciando la Cruz, ha transcendido el dolor físico durante el camino al Calvario, alzando su mirada al Cielo con gesto sereno. El pintor cretense transforma la narración del pasaje bíblico tradicional en una imagen de devoción. La convierte en una metáfora de la salvación, de redención, coincidiendo con un momento en que la Contrarreforma ensalza la Cruz como uno de los símbolos más elocuentes. 

El tema fue tratado en numerosas ocasiones por El Greco. Esta versión destaca por su desenvuelta ejecución y vibrante factura. En 1786 se cita un cuadro con este tema en el Convento de San Hermenegildo de Madrid. Actualmente se expone en el Museo del Prado.

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