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miércoles, 30 de noviembre de 2016

Correa de Vivar. Martirio de san Andrés

Martirio de san Andrés. 1540-1545. Juan Correa de Vivar
Óleo sobre tabla. Medidas: 98 cm. x 70 cm.
Museo del Prado. Madrid

Celebramos hoy la fiesta del Apóstol san Andrés. La historia del martirio de San Andrés la relata Santiago de la Vorágine en La leyenda dorada, una colección de narraciones, fundamentalmente vidas de santos, escritas en el siglo XIII y que constituyen una de las bases de la iconografía cristiana de todos los siglos. Se cuenta que cuando el apóstol San Andrés estuvo en Acaya (Grecia) fundó numerosas iglesias y convirtió a muchas personas a la fe de Cristo. Entre ellas, a la esposa del procónsul Egeas, que figura arrodillada en el cuadro. Cuando éste se enteró, furioso, quiso obligar a los cristianos a que ofrecieran sacrificios a los ídolos. San Andrés se presentó entonces ante el procónsul y trató de convencerlo para que desistiera en su empeño y se acercara al cristianismo; pero el procónsul ordenó su encarcelamiento. Fue azotado y colgado de la cruz como el Dios del que tanto hablaba, pero atado sólo de pies y manos, sin clavarlo a ella, para que tardara más en morir y prolongar de este modo su sufrimiento. Durante los dos días en que tardó en morir, San Andrés no dejó de predicar, haciendo concurrir a muchas personas que acudían a escucharle. Sus palabras revelaban a un santo y justo varón, por lo que la multitud no tardó en amotinarse contra Egeas, quien vio peligrar su propia vida. Ante tales amenazas, Egeas acudió al lugar para indultar al mártir, pero éste rechazó toda ayuda. Decía: ¿A qué vienes? Si es para pedir perdón, lo obtendrás; pero si es para desatarme y dejarme libre, no te molestes; ya es tarde. Yo no bajaré vivo de aquí; ya veo a mi Rey que me está esperando

Es la escena que contemplamos en la tabla de Corra de Vivar. Flanquean al apóstol y observan pacientemente su larga agonía tres soldados, ataviados con los atuendos característicos de este tipo de personajes en muchas obras de Correa. Los dos situados a la izquierda recuerdan, por sus formas y actitudes similares, aunque en distinta posición, a los dos representados a la izquierda en La Resurrección de Cristo del claustro del desaparecido convento de San Juan de la Penitencia de Toledo, considerada obra de Juan de Borgoña y discípulos, no anterior a 1530, fecha en la que Correa ya estaba incorporado al taller del maestro. La historia se representa delante de un edificio de aparejo toledano. Al fondo se desarrolla un paisaje en profundidad, en el que se divisa una extensión de agua y a lo lejos, entre montañas, diversas construcciones de planta circular, de inspiración clasicista, muy habituales en Correa 

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