La Santísima Trinidad. Siglo XVII. Francisco Caro (atribuida)
Óleo sobre lienzo. 125 x 125 cm
Museo del Prado. Madrid
El Evangelio de la Eucaristía del primer martes de Cuaresma nos cuenta cómo Jesús enseñó a orar a sus discípulos, dejándonos la oración del Padre Nuestro. Jesús no sólo nos dejó una fórmula a repetir, sino que en esta breve oración sintetizó una nueva relación del hombre con Dios, al que puede llamar con verdad Padre, y para quien somos verdaderamente hijos en el Hijo eterno, amén de dejarnos toda una serie de actitudes que impiden que la fe sea una espiritualidad privada.
Para ilustrar este pasaje, hemos escogido una representación de la Santísima Trinidad, atribuida al pintor Francisco Caro. El misterio de las tres divinas personas del único Dios no nos es ajeno, desde el momento en que ha decidido la creación y la redención del género humano. Ambos hechos se muestran en esta obra en la composición triangular, que tiene como centro la esfera del mundo, sostenida por los ángeles y bendecida por la Trinidad. Además, el Hijo porta la la Cruz, donde realizará la obra de la Salvación.
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