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viernes, 7 de abril de 2017

Alonso Cano. La Crucifixión

La Crucifixión. Segundo tercio s. XVII. Alonso Cano
Óleo sobre lienzo. Medidas: 130cm x 96cm.
Museo del Prado. Madrid. España

El viernes quinto de Cuaresma se ha venido llamando, tradicionalmente, viernes de dolores. Contemplamos el misterio de Cristo muerto sobre la cruz, dándonos la vida, en medio de terribles sufrimientos, pero con un inmenso amor por cada uno de nosotros, que debiera conmovernos hasta lo más íntimo.

Para contemplar silenciosos esta escena central de nuestra fe, recurrimos a un autor del barroco español, Alonso Cano, de profundad religiosidad, que centra nuestra atención sobre el misterio, aislándolo de la historia efectiva y del resto de sus personajes. Un cuadro, pues, destinado a la oración y a la devoción. La representación de Cristo crucificado está situada en un paisaje, donde la presencia de unos árboles es el único elemento escenográfico. Pueden venir referidos a las palabras de Cristo: Si esto hacen con el leño verde, ¿qué será del seco? Ambos árboles, el de la Cruz y el del Paraíso, encierran en sí la historia de la humanidad, hecha de tentación y pecado, pero creada y redimida por el mismo Dios.

Alonso Cano realizó varios cuadros similares a éste a lo largo de su vida, todos ellos relacionados con la profunda religiosidad imperante en la pintura barroca española y con la intensa presencia de aspectos devocionales en la sociedad de la época.

La combinación de elementos profundamente dramáticos, como la luz roja del atardecer sobre la que contrasta el cuerpo desnudo de Jesús, con otros más clásicos, como la serenidad de la expresión de Cristo, convirtieron a estas imágenes en uno de los ejemplos más estimados de la producción de Cano, en los que aunaba con gran maestría la natural elegancia de su estilo con una intensa tensión emocional.

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