Santa Águeda, c. 1640. Obra de Guido Cagnacci
Óleo sobre lienzo 121x97 cm
Banca Popolare dell’Emilia Romagna, Modena.
Santa Águeda, Vírgen y Mártir del siglo III, nació en Catania, Italia en el año 230, perteneciente a una familia rica e ilustre, siendo una joven de gran belleza y muy virtuosa, y que habiendo sido consagrada a Dios desde sus primeros años, triunfó de los muchos asaltos a su pureza. Ella poseìa todo lo que una joven suele desear, pero atesoraba mucho más que todo, su fe en Jesucristo, demostrándolo así cuando el Senador Quintiliano se aprovechó de la persecución del emperador Decio (250-253) contra los cristianos para intentar poseerla. Las propuestas del senador fueron resueltamente rechazadas por la joven virgen, que ya se había comprometido con otro esposo: Jesucristo.
Santa Águeda rechaza el amor del cónsul romano Quintiliano y éste por cólera la somete a duras torturas ordenando que la entregaran a una casa de mala fama donde la santa sufrió asaltos y asehanzas contra su honra. Luego de un mes, Quintiliano trató de asustarla con sus amenazas, pero ella se mantuvo como una fiel sierva a Jesucristo. Molesto por su negativa, el cónsul mandó que fuera azotada y llevada a prisión. Al día siguiente fue interrogada de nuevo pero su firme adhesión a Cristo fue motivo de nuevas torturas y sufrimiento para la santa, quien expiró pronunciando alabanzas para nuestro Señor. No se sabe con certeza si murió en manos de Quintiliano, durante las persecuciones a los cristianos o cincuenta años después de estos hechos.
Águeda, buena de nombre y por sus hechos; Águeda, cuyo nombre indica de antemano la bondad de sus obras maravillosas, y cuyas obras corresponden a la bondad de su nombre; Águeda, cuyo solo nombre es un estímulo para que todos acudan a ella, y que nos enseña también con su ejemplo a que todos pongamos el máximo empeño en llegar sin demora al bien verdadero, que es sólo Dios.
San Metodio de Sicilia
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