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lunes, 8 de abril de 2013

La Anunciación


La Anunciación, 1425 - 1428. Obra de fray Angelico
Temple sobre tabla. 194 cm x 194 cm
Museo del Prado. Madrid. España

Hoy a pesar de estar celebrando la Pascua, la Iglesia vuelve a una solemnidad que no pudo celebrar debido a que era lunes santo y esta se trasladaba a hoy lunes de la segunda semana de Pascua. Hablamos de la Anunciación a María por el ángel Gabriel de la dicha de ser madre del Salvador y su aceptación con el "hágase" desinteresado, valiente y generoso que encerró tal respuesta. Con la Encarnación de nuestro Señor en el seno virginal de María, Dios Padre nos regala a su hijo, la salvación y el rescate del hombre se hacen proximos. La nueva creación da comienzo en Cristo que se hace hombre para devolvernos la semejanza  de la primera creatura con Dios antes de que el pecado nos arrebatara tal condición.

Ella se turbó ante estas palabras. ¿Por qué se turba al escuchar unas palabras y no al ver una persona? Porque había venido un ángel amable en su presencia, fuerte en la batalla; suave en la apariencia, terrible en su palabra, pronuncia palabras humanas y promete cosas divinas. De aquí que la virgen a quien la visión apenas impresionara la turbó y mucho la audición, y a la que la presencia del enviado le conmoviera poco, la conturbó con todo su peso la autoridad del que le enviaba. ¿Y qué más? De pronto sintió que había recibido en sí al juez supremo, en quien al principio vio y contempló al mensajero celestial. Y aun cuando con gran suavidad y piadoso afecto Dios convirtió a la virgen en madre y a la esclava el Señor la transforma en Madre suya, sin embargo todas sus entrañas se conmovieron, el alma se resiste y la misma condición humana se estremeció, cuando Dios, a quien toda la creación es incapaz de contener, todo él se encerró y se formó dentro de un seno humano.

Y se preguntaba, dice, qué saludo era aquél. Advierta vuestra caridad que, como hemos dicho, la Virgen no dio su consentimiento a las palabras del saludo, sino a la realidad, y que la voz no tenía el sentido de una acostumbrada cortesía, sino que era portadora de toda la eficacia de la suprema virtud. Reflexiona la Virgen: porque responder sin más es propio de la humana superficialidad, mientras que pensar la respuesta es señal de una gran ponderación y de un juicio muy maduro. Desconoce la grandeza de Dios quien no se espanta de la cordura de esta Virgen y no admira su fortaleza de ánimo. Teme el cielo, se estremecen los ángeles, la criatura no lo soporta, la naturaleza no se basta, y una muchacha de tal modo acoge a Dios dentro de su seno, lo recibe, lo regala con su hospedaje, que obtiene como pensión por la casa y como recompensa por el seno virginal paz para la tierra, gloria para los cielos, salvación para los perdidos, vida para los muertos, parentesco entre el cielo y la tierra y, para el mismo Dios, la participación de la naturaleza humana. Así se cumplió aquello del profeta: La herencia que da el Señor son los hijos; su salario, el fruto del vientre.
(San Pedro Crisólogo, Sermón 140)

Este retablo fue pintado para el convento de Santo Domingo en Fiesole, cerca de Florencia. La tabla central muestra bajo el pórtico la Anunciación del Arcángel Gabriel a María, el Momento en que el Espíritu santo desciende sobre "la esclava del Señor" y el verbo viene a morar en María. A la izquierda vemos, la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, imagen del primer Adán, y la primera Eva, figurados después en Cristo y María. Por unos vino elñ pecado y por otros y a través de otros vino la redención al mundo. La condenación y salvación del hombre como ejemplos antagónicos y vías de salvación.

En el banco o predela se narran escenas de la vida de la Virgen: Nacimiento de María y los Desposorios con San José, La Visitación de María a su prima Santa Isabel, Nacimiento del Niño Jesús, la Presentación del Niño en el Templo y la Dormición de la Virgen con Cristo recogiendo su alma. 

Fra Angelico, también conocido como Beato Angelico, dedicó su obra exclusivamente a los temas religiosos pues entendía el arte como un aspecto de la devoción religiosa. Particularmente minucioso en los detalles y calidades de los objetos, naturaleza y personajes representados, Fra Angelico aúna en su estilo de la tradición tardogótica italiana con el nuevo lenguaje renacentista. Ejemplo de ello es la profundidad espacial de la arquitectura que, aunque sigue las recomendaciones de Brunelleschi de centrarse en un escenario cuadrado y sin adornos, denota algunos fallos propios de una obra temprana en la producción del artista.

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