Querido hermanos
Al final del año litúrgico, que hemos compartido en este Oratorio Monástico, nos vemos obligados a hacer un alto. Diversas circunstancias inherentes a nuestra vida religiosa nos obligan a abandonar, esperemos que temporalmente, este rincón de espiritualidad monástica para alabanza del Padre todopoderoso, del Verbo eterno, nuestro Señor Jesucristo, y del Espíritu Santo, nuestro único y trino Dios.
Muchas gracias por vuestra atención, vuestros comentarios, vuestro aliento y, sobre todo, vuestra oración. Han sido unos meses de alegre trabajo, compartiendo las riquezas de la tradición monástica desde el silencio del claustro, a través de los medios digitales. Ciertamente, podemos utilizar los adelantos de la modernidad para anunciar la Salvación que nuestro Señor Jesucristo realizó en su Misterio Pascual.
Los monjes de este Oratorio Monástico os imploramos vuestras oraciones, para afrontar los nuevos caminos por los que habremos de seguir a nuestro Señor. Que el Señor os bendiga.
Gloria al Padre,
y al Hijo
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
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