Ecce Homo. Finales XV. Jan Provost
Óleo sobre tabla. Medidas: 45cm x 30cm
Museo Diocesano de Palencia
Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allí a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo, muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe él con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicando me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle.
Son palabras de santa Teresa, procedentes del capítulo 9 del Libro de su Vida. Es una reacción que bien podría haber suscitado esta tabla conservada en el Museo Diocesano de Palencia, atribuida a Jan Provost, procedente de la Parroquia de la Magdalena, de Población de Campos (diócesis de Palencia).
La figura de Cristo transmite serenidad sublime, esperanza y misterio. Como dice el profeta Isaías, sus llagas nos han curado. El Señor fue expuesto por Pilato al populacho, diciendo: Ahí tenéis al hombre. Efectivamente, en la Pasión de Cristo no sólo vemos lo que el hombre es capaz de hacer en su crueldad sino, sobre todo, lo que el hombre nuevo, Cristo redentor, hace en favor de cada uno de nosotros, pecadores.
La reacción orante de santa Teresa en la contemplación de la imagen de Cristo sufriente nos invita, también hoy, a nosotros, a arrepentirnos de cuanto nos aparta de Cristo, quien por nosotros ha sufrido de tal forma.
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