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jueves, 3 de abril de 2014

Maestro de San Esteve. El lavatorio de los pies

El lavatorio de los pies. 1200-1205. Maestro de San Esteve de Andorra
Pintura mural al fresco: 241cm x 202cm
Museo del Prado. Madrid

El Evangelio según san Juan, tal como leeremos el Jueves Santo, nos presenta una descripción de la Última Cena distinta de los otros tres Evangelios. Mientras que en los segundos se resalta el gesto de la fracción del pan y el cáliz del vino, en cuanto que institución de la Eucaristía, el Evangelio según san Juan narra el lavatorio de los pies. A través de este gesto profundiza el Evangelio la dimensión de servicio de la entera existencia de Jesús, y de su propia entrega en la Eucaristía.

Este tema también ha sido frecuentemente tratado en el Arte Cristiano. Hoy traemos a nuestra contemplación una pintura mural conservada en Madrid, en el Museo del Prado, que procede del ábside central de la iglesia de Sant Esteve (Andorra la Vella). La composición está centrada en la figura de Cristo, nimbado, como el resto de personajes representados, y con las rodillas ligeramente flexionadas para favorecer la acción de lavar los pies a Pedro, identificado por la inscripción "PETRVS" sobre su cabeza. 

Cristo tiene la mano derecha levantada, con un gesto para convencer a Pedro, que, obediente, levanta la pierna para meter el pie en el lebrillo. Con la mano izquierda sostiene sus vestiduras y con la derecha hace una señal de aceptación. La escena se completa en el extremo derecho con las figuras de cuatro apóstoles que contemplan los hechos y en el izquierdo con la de otro apóstol que sujeta el paño con el que Cristo secará los pies a Pedro. Al fondo unas arquitecturas sostienen un arco con cortinajes que evocan el Cenáculo.

El extremo izquierdo y la parte inferior de la escena están encuadrados con una cenefa ornamental -que presenta abundantes pérdidas al igual que el resto de la composición- decorada con motivos geométricos y vegetales. Posiblemente esa misma cenefa también existía en la parte superior para separar las escenas de la Pasión de la bóveda del ábside, pero ha desaparecido.

Los colores utilizados -verdes, azules, ocres y granates- ya no son totalmente planos, sino que se difuminan para acentuar la sensación de volumen y se aclaran para dar mayor luminosidad a la composición. También varía la línea, caracterizada por un movimiento que dota a las figuras de un gran dinamismo no exento en ocasiones de nerviosismo. Por último hay que destacar la expresividad de los rostros y de los gestos, y un detallismo propio de ese arte en evolución. El taller que trabajó en Sant Esteve y llevó a cabo el Lavatorio se vio influido por el nuevo arte bizantino que se difundió en los últimos años del siglo XII y los primeros del XIII en los que debieron hacerse estas pinturas. La preocupación por el volumen -y aun por la perspectiva-, el cuidado en la definición de la línea y su carácter dinámico, el sentido narrativo de la composición y la representación de nuevos temas, hacen de esta obra un excelente ejemplo de ese arte de transición 

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