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miércoles, 20 de agosto de 2014

Alonso Cano. San Bernardo y la Virgen

San Bernardo y la Virgen. XVII. Alonso Cano
Óleo sobre lienzo. Medidas: 267 cm. x 185 cm.
Museo del Prado. Madrid.

En estos días, en los que estamos recordando la gloriosa Asunción de Nuestra Señora, nos sale al encuentro la memoria de un santo monje, célebre por su devoción mariana: san Bernardo de Claraval. Tal vez fue el hombre más influyente de la Cristiandad de su época; sin duda renovó el monacato benedictino en la nueva espiritualidad cisterciense; pero, también, nos dejó célebres páginas en las que cantó las maravillas que Dios hizo en María. Sería, como se ha dicho en repetidas ocasiones, el juglar de la Virgen.

La obra que hoy contemplamos es típica de la iconografía de san Bernardo: la lactación por parte de la Virgen. La pintura relata el momento en que el santo recibe un chorro de leche de una estatua de la Virgen con el Niño, situada en un altar, mientras un cardenal contempla el milagro con las manos unidas en oración. La fuente de esta iconografía procede del importante Comentario del Santo al Cantar de los Cantares, uno de cuyos versos habla de las dulzuras del pecho de la esposa. Interpretado místicamente, lleva a esta relación tan especial entre el santo y la Santísima Virgen, de quien habría recibido el conocimiento de los misterios espirituales.

En la pintura se conjuga un sentido monumental de las formas con un tratamiento muy delicado del color, características que adquiere el arte de Cano tras su conocimiento de las Colecciones Reales. Probablemente se trata de una obra que se cita en el retablo de los Capuchinos de Toledo y que, en consecuencia, es realizada por Alonso Cano en cualquiera de sus dos largas estancias en la corte.

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