Muerte de santa Mónica y partida de san Agustín. 1430. Maestro de Osservanza
Témpera y oro sobre pergamino. Medidas: 24 cm. x 27 cm.
Museo Fitzwilliam. Cambridge
Recordamos hoy a una egregia mujer, santa Mónica, madre de san Agustín. Su vida transcurrió entre un marido infiel y violento, y un hijo a la deriva, buscando la gloria del mundo y perdiendo el mayor tesoro de su madre: la fe católica.
San Agustín, en sus Confesiones, nos narra su muerte: estaban dispuestos a embarcar para regresar a África en Ostia Tiberina, el puerto de Roma, cuando la muerte la sorprendió, debiendo su hijo enterrarla allí mismo y partir para su tierra natal.
La iluminación que contemplamos narra este acontecimiento con precisión. A la izquierda aparece un monumento funerario, similar al de los mártires, con dos niveles: el inferior, con la tumba en forma, casi, de altar; y por encima, en un nivel superior, la santa llevada al Paraíso por los ángeles. A la izquierda, se ve un barco, en el que san Agustín parte para África, revestido ya con el hábito negro de los monjes.
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