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miércoles, 12 de noviembre de 2014

San Millán de la Cogolla

San Millán de la Cogolla. XI. García y Engelram
Marfil tallado
Monasterio de San Millán de la Cogolla

Recordamos hoy al santo patrono del Reino de Castilla: san Millán de la Cogolla, un ermitaño del siglo VI, en torno al cual surgió uno de los cenobios más antiguos, no sólo de la Hispania visigótica, sino también de la Europa cristiana. Su biografía fue escrita por san Braulio de Zaragoza y, posteriormente, en el siglo XIII, versificada en castellano por Gonzalo de Berceo.

El primitivo monasterio de san Millán de Suso (arriba) vio cómo, en curso del siglo XI, nació a muy poca distancia, en el fondo del valle, el más cómodo y grande Monasterio de Yuso (abajo), que llegaría a convertirse en uno de los principales monasterios benedictinos de España, hasta su supresión en la Exclaustración de 1836. En dicho Monasterio de Yuso se veneraban las reliquias del santo, en una urna de madera cubierta de oro y marfil.

La arqueta de San Millán es de pleno siglo XI. Se establece como posible intervalo de fechas los años de 1053 y 1063, cuando las reliquias del santo son trasladadas de Suso a Yuso. Ya las fechas nos alertan de un momento demasiado temprano para catalogarla como románica y, ciertamente, conserva rasgos todavía mozárabes.

Conocemos el nombre de aquellos personajes que intervinieron en el proceso de la obra. Por ejemplo, sabemos que el encargado de organizar a los artistas y financiar la obra fue el abad Blas. El comerciante que importó la materia prima -el marfil- se llamaba Vigila, nombre hispano. En cuanto a los maestros artesanos, sus nombres fueron García y Engelram, mientras que sus ayudantes se llamaban Simeón y Rodolfo. Estos se basaron en las ilustraciones creadas por el iluminador Munio.

Originalmente, el arca relicario de San Millán era una caja de madera forrada interiormente con una tela musulmana de extraordinaria belleza. A ella se adosaron veintidós placas talladas de marfil, además de ornato de oro y pedrería.

Las placas de marfil representaban los episodios de la vida de San Millán según la biografía escrita por el Obispo de Zaragoza San Braulio en el siglo VII. Las tropas francesas expoliaron el arca en 1809 robando el oro y las piedras. También se perdieron varias de las placas de marfil que tras largos avatares han ido recalando en diferentes colecciones por todo el mundo, como algunos museos europeos y norteamericanos. En la actualidad, en el Monasterio de Yuso se expone una caja nueva realizada en 1944 donde se han colocado los relieves conservados, mientras que los perdidos se han reproducido en metal.

Fuente: www.arteguías.com

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