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miércoles, 18 de marzo de 2015

Francesco Pasellino. La Santísima Trinidad

La Santísima Trinidad. 1455-1460. Francesco Pesellino
Témpera y óleo sobre tabla. Medidas: 227 cm x 357 cm.
National Gallery. Londres.

Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que ésta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren al Hijo como honran al Padre.

Leemos en la Eucaristía de este cuarto miércoles de Cuaresma la polémica que se entabla entre Jesús y los judíos en el Templo de Jerusalén, después de la curación del paralítico en la piscina de Betesda. Jesús establece claramente su filiación divina. Esta pretensión de Jesús de igualarse a Dios en su condición de Hijo fue interpretado como una blasfemia por los judíos, y desembocará en su ejecución. Para los cristianos, en cambio, se erige en la única vía de acceso a Dios.

La iconografía cristiana representó este concepto en la imagen de la Trinidad, revelada en la Crucifixión: aparece Cristo crucificado, cuya cruz es sostenida por Dios Padre, y sobre su cabeza aparece el Espíritu Santo en forma de paloma. La imagen que contemplamos, de hecho, es el llamado Altar de la Trinidad de Pistoya. Este retablo fue encargado en septiembre 1455 por la Sociedad Sacerdotal de la Trinidad en Pistoya. Aparecen los santos de Mamas, Santiago, Zenón y Jerónimo. Cuando Pesellino murió en julio de 1457, la pintura fue terminada por Fra Filippo Lippi , y entregado en junio 1460. El retablo fue desmontado en el siglo XVIII y, con el trascurso de los años, fue adquirido y vuelto a montar en la National Galley de Londres.

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