Abraham despide a Hagar e Ismael. 1657. Guercino
Óleo sobre lienzo. Medidas: 115cm x 154cm.
Pinacoteca de Brera. Milán.
Abrahán tenía cien años cuando le nació su hijo Isaac. El chico creció, y lo destetaron. El día que destetaron a Isaac, Abrahán dio un gran banquete. Pero Sara vio que el hijo que Abrahán había tenido de Hagar, la egipcia, jugaba con Isaac, y dijo a Abrahán: «Expulsa a esa criada y a su hijo, porque el hijo de esa criada no va a repartirse la herencia con mi hijo Isaac.» Como al fin y al cabo era hijo suyo, Abrahán se llevó un gran disgusto. Pero Dios dijo a Abrahán: «No te aflijas por el niño y la criada. Haz exactamente lo que te dice Sara, porque es Isaac quien continúa tu descendencia. Aunque también del hijo de la criada sacaré un gran pueblo, por ser descendiente tuyo.»
La primera lectura de la Eucaristía sigue narrándonos la historia de Abraham. El texto del Génesis establece la contraposición entre las dos descendencias de Abraham: la que es fruto de la naturaleza, con la joven esclava, de la que surge el linaje de Ismael; y la que es fruto de la fe con la anciana esposa Sara, de la que nace el pueblo de la alianza. La escena la vemos representada en el lienzo del Guercino, el célebre pintor barroco italiano.
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