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lunes, 6 de julio de 2015

Murillo. El sueño de Jacob

El sueño de Jacob. 1660. Murillo
Óleo sobre lienzo. Medidas: 246 cm x 360 cm.
Museo del Hermitage. San Petersburgo

En aquellos días, Jacob salió de Berseba en dirección a Jarán. Casualmente llegó a un lugar y se quedó allí a pernoctar, porque ya se había puesto el sol. Cogió de allí mismo una piedra, se la colocó a guisa de almohada y se echó a dormir en aquel lugar. Y tuvo un sueño: Una escalinata apoyada en la tierra con la cima tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por ella. El Señor estaba en pie sobre ella y dijo: «Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de Isaac. La tierra sobre la que estás acostado, te la daré a ti y a tu descendencia. Tu descendencia se multiplicará como el polvo de la tierra, y ocuparás el oriente y el occidente, el norte y el sur; y todas las naciones del mundo se llamarán benditas por causa tuya y de tu descendencia. Yo estoy contigo; yo te guardaré dondequiera que vayas, y te volveré a esta tierra y no te abandonaré hasta que cumpla lo que he prometido.» Cuando Jacob despertó, dijo: «Realmente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía.» Y, sobrecogido, añadió: «Qué terrible es este lugar; no es sino la casa de Dios y la puerta del cielo.»

Leemos en la Eucaristía el relato del Génesis de la visión de Jacob. La espiritualidad cristiana ha visto en esta visión de la escala que subía hasta el cielo una imagen del ascenso espiritual. En esta línea se haya el lienzo de Murillo que hoy contemplamos, procedente del Museo del Ermitage: El patriarca duerme, y una luz celestial ilumina la escala, en la que se ven varios ángeles.

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