Santa Ana, la Virgen y el Niño,1500-1520. Gerad David
Óleo sobre tabla, 232 cm x 96 cm
Galería Nacional de Arte. Washington
Veneramos este sábado a la gloriosa Virgen maría, de quien nos vino la salvación. Contemplamos, pues, esta hermosa tabla en la que aparecen el Niño Jesús en brazos de su madre, a su vez sentada sobre santa Ana, abuela del Señor, en un trono adornado con un rico dosel y alfombra.
Todo lo que se conoce sobre santa Ana está basado en los Evangelios apócrifos. Según estos, santa Ana era natural de Belén. Sus padres eran Mathan y Emerenciana. Descendía del rey David y de Leví (casta sacerdotal). Según el Protoevangelio de Santiago, Joaquín y Ana eran una pareja acomodada, pero estéril. Joaquín fue rechazado al llevar su ofrenda al templo por no tener descendencia. Apenado, Joaquín no volvió a su casa, sino que se dirigió a una montaña, donde rogó a Dios que le diera un hijo ayunando durante 40 días y 40 noches; Ana, mientras tanto, lloraba su dolor. Entonces un ángel se les apareció simultáneamente, anunciando que sus ruegos habían sido escuchados y que concebirían un hijo.
Ana prometió dedicar al niño al servicio de Dios y cumplidos los nueve meses dio a luz a una niña a la que llamó María. Al cumplir los tres años, Joaquín y Ana llevaron a María al templo para consagrarla a Dios como habían prometido. María vivió en el templo hasta que cumplió los 12 años, edad en la que fue entregada a José como esposa.
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