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lunes, 25 de julio de 2016

Murillo. El Apóstol Santiago


El Apóstol Santiago. 1655. Bartolomé Esteban Murillo
Óleo sobre lienzo. Medidas: 134 cm x 107 cm.
Museo del Prado. Madrid España.

Para la solemnidad del Apóstol Santiago, hemos escogido esta obra de Murillo que expresa diversos aspectos del culto al santo apóstol. Por una parte, la túnica roja nos habla de su martirio. El libro que lleva en la mano nos manifiesta su condición de evangelizador, según la tradición, en la Hispania romana. El báculo de peregrino y las conchas que lleva sobre la esclavina nos hablan de los peregrinos que hacia su tumba de Compostela dirigieron sus pasos y oraciones.

Pero de esta obra de Murillo me quedaría con la mirada serena y profunda del apóstol, tal vez algo cansada, con unos ojos llenos de esperanza, como los ojos de tantos peregrinos, que con esperanza siguen caminando por esta vida hacia el Señor.

De este sentido simbólico de la peregrinación habló el papa Benedicto XVI, en su pregrinación a Santiago de Compostela, durante la Eucaristía celebrada en la Plaza del Obradoiro el 6 de noviembre de 2010:

El cansancio del andar, la variedad de paisajes, el encuentro con personas de otra nacionalidad, los abren a lo más profundo y común que nos une a los humanos: seres en búsqueda, seres necesitados de verdad y de belleza, de una experiencia de gracia, de caridad y de paz, de perdón y de redención. Y en lo más recóndito de todos esos hombres resuena la presencia de Dios y la acción del Espíritu Santo. Sí, a todo hombre que hace silencio en su interior y pone distancia a las apetencias, deseos y quehaceres inmediatos, al hombre que ora, Dios le alumbra para que le encuentre y para que reconozca a Cristo. Quien peregrina a Santiago, en el fondo, lo hace para encontrarse sobre todo con Dios que, reflejado en la majestad de Cristo, lo acoge y bendice al llegar al Pórtico de la Gloria.

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