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domingo, 24 de julio de 2016

Retablo gótico. Juan rodríguez de Toledo


Retablo del Arzobispo don Sancho de Rojas. 1420. Juan Rodríguez de Toledo
Temple sobre tabla. Medidas: 532 cm x 618 cm.
Museo del Prado. Madrid España.

En el Evangelio, que la liturgia de este domingo nos propone, nos enseña Jesús a orar con confianza a Dios, nuestro Padre. En él debemos confiar plenamente, y a él dirigir nuestras súplicas en nuestras necesidades. Beda el Venerable, en su Homilía 14, dice: Deseando nuestro Señor y Salvador que lleguemos a los goces del reino celestial, nos enseñó a pedirle estos mismos goces y prometió dárnoslos si se los pedimos: Pedid —dice— y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Debemos reflexionar seriamente y con la máxima atención, carísimos hermanos, sobre el mensaje de que son portadoras estas palabras del Señor, puesto que se nos asegura que el reino de los cielos no es patrimonio de ociosos y desocupados, sino que se dará, será hallado y se abrirá a quienes lo pidan, lo busquen y llamen a sus puertas.

Hemos escogido como ilustración de este texto un retablo gótico, que se conserva en el Museo del Prado, y que procede del Monasterio de San Benito el Real de Valladolid. Se trata de toda una catequesis con la historia de la Salvación, especialmente centrado en los misterios de la Encarnación y en la Redención del Señor. Todo converge, en lo alto, hacia Dios Padre Todopoderoso. La finalidad de estos retablos, que tendrán una fecunda historia en la tradición hispana, consistía en poner ante los ojos de los fieles los misterios del Señor, y moverlos a confiar plenamente en la ayuda divina.

La tabla central representa La Virgen con el Niño, y tras ellos cuatro ángeles sosteniendo el paño de brocado y otros cuatro tocando instrumentos musicales. San Benito y San Bernardo, santos de la Orden Benedictina, de pie, protegen al arzobispo Sancho de Rojas, a quien la Virgen le está poniendo la mitra y al rey don Fernando I de Aragón, coronado por el Niño. Los pináculos superiores representan al Padre Eterno, a ambos lados el Arcángel Gabriel y la Virgen María, con Isaías y David en los extremos. 

El segundo cuerpo muestra diversas escenas: La Crucifixión en la calle central; a la izquierda la Presentación en el Tempo, la Natividad y la Adoración de los Magos; y a la derecha la Piedad, el Santo Entierro y La Bajada al Limbo, algunas de ellas con considerables pérdidas de pintura. 

En el primer cuerpo: el Ecce Homo, la Flagelación, y Jesús con la Cruz a cuestas, a izquierda de la tabla central; junto a la Ascensión, Pentecostés, y la Misa de San Gregorio, que se representan a la derecha. 

Las dieciocho cabezas de santos del banco y el escudo de Rojas entre los pináculos completan la decoración del retablo. 

El conjunto es un ejemplo de retablo gótico de influencia italiana. En esta obra se ejemplifica de manera clara el avance hacia el naturalismo de la pintura gótica, con unas escenas descritas de manera sintética y eficaz para su perfecta comprensión por parte de los fieles. 

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