Cristo ejemplo de mártires. 1615. Juan de Roelas
Óleo sobre lienzo. Medidas: 118cm x 154cm.
Museo del Prado. Madrid
Después de la celebración, ayer, del martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo, recordamos hoy a los mártires de la persecución del emperador Nerón en Roma, entre los años 64 al 68. El historiador Cornelio Tácito escribió a principios del siglo II que ante el rumor popular de que el incendio de Roma había sido provocado por Nerón, acusó a los cristianos del gran crimen para desviar la ira del pueblo. Fueron cruelmente reprimidos, según los Anales de Tácito. Suetonio, otro escritor prominente de principios del siglo II corrobora la versión, señalando que entre las obras públicas de Nerón se contaba que persiguió a los cristianos.
Hemos escogido una obra que presenta una abigarrada composición centrada en la Crucifixión de Jesucristo y en el martirio de los doce apóstoles. Posiblemente proceda del convento de la Merced Calzada en Sevilla donde se recuerda que Roelas y sus discípulos pintaron una serie de obras que mostraban martirios de religiosos.
Efectivamente, todo martirio cristiano no es otra cosa que el testimonio definitivo del creyente, que confiesa a Cristo como Dios y Señor, por quien está dispuesto a morir, participando así de su sacrificio redentor, en la esperanza de participar también de la fuerza divina de su Resurrección. Es la idea que se pone de relieve en este lienzo, y que nos sirve hoy para recordar a tantos mártires anónimos que, de forma cruel, perecieron en aquella primera gran persecución.