La Oración del Huerto. 1523. Alonso Berruguete
Madera tallada y plolicromada. Medidas: 130cm x 101cm x 27 cm fondo.
Museo Nacional de Escultura. Valladolid
En el Huerto, tras la Última Cena, nuestro Señor se consagró a la oración: Señor, aparta de mí este caliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya. La actitud de obediencia del Hijo restaura la desobediencia de la que brotó todo pecado humano. Dicha obediencia se fundamenta en la confianza en Dios, que el Hijo nos pone de manifiesto como comienzo de nuestra vida espiritual.
Contemplamos hoy esta escena a través de una escultura que formó parte del antiguo Monasterio de nuestra Señora de la Mejorada, al sur de la provincia de Valladolid. El origen de este Monasterio fue una simple ermita, fundad en 1330 por María Pérez a partir del mejoramiento que obtuvo en una herencia. Fue servida por ermitaños hasta finales del mismo siglo, en que se incorporó a la Orden de San Jernónimo. Favorecido por diversos príncipes, llegó a acumular un sobresaliente patrimonio artístico. Su altar mayor fue tallado por el hijo de un artistas, Pedro Berruguete, cuya obra hemos podido ya contemplar. Se trata de Alonso Berruguete, el mayor genio de la imaginería castellana del Renacimiento.
En este relieve, aparece Cristo arrodillado en un llano de la montaña con las manos unidas, el manto cae dando solemnidad a la figura, es sorprendido por un ángel que porta una cruz y el cáliz, instrumentos de la pasión.
A sus pies aparecen los tres apóstoles dormidos (Pedro, Juan y Santiago). Las figuras de Pedro y Santiago salen del marco, Pedro se dispone en una postura forzada totalmente girado sobre sí mismo, colocan sus piernas casi de forma simétrica enmarcando la figura de Juan que descansa apaciblemente con la cabeza apoyada sobre su mano.
La escena tiene lugar en un huerto cercado, sembrado de olivos, los apóstoles están acostados fuera de este recinto al que se accede por una puerta cubierta por un tejadillo que es la que se ve al fondo, por donde en la distancia se percibe la tropa de los guardianes del templo que guiados por el traidor Judas entrarán en este recinto para prender a Cristo. Contrasta la agonía en la oración de Cristo frente a la placidez con que descansan los tres apóstoles.