miércoles, 19 de junio de 2019

Visión de san Romualdo


Visión de san Romualdo,1631 . Obra de Andrea Sachhi.  
Óleo sobre lienzo, 310 x 175 cm. 

San Romualdo nace en Ravena el 951 y muere el 19 de junio, c. 1027,  fue el fundador de la orden de los Camaldulenses y figura destacada en el "renacimento del ascetismo eremítico" del siglo XI. Practicó la vida eremítica y, durante varios años, recorrió diversos lugares en busca de la soledad y fundando pequeños monasterios. Luchó denodadamente contra la relajación de costumbres de los monjes de su tiempo, mientras se esforzaba en adquirir la propia perfección. 

Fue educado sin formación cristiana por lo que se dejó arrastrar por el mundo. Sin embargo de vez en cuando experimentaba fuertes inquietudes y serios remordimientos de conciencia. Su padre desafió a un hombre a duelo. Se llevó a Romualdo como testigo y este vio con horror como su padre mataba a aquel hombre. Romualdo decidió irse a un monasterio benedictino a la montaña donde permaneció tres años en oración y penitencia. El superior temía que el padre de Romualdo se vengara y no lo recibía de monje. Por fin lo aceptó por la intercesión del Arzobispo.

Su vida ejemplar molestó a los otros monjes y Romualdo se alejó. Se encontró solo con un monje rudo y áspero llamado Marino. Esa convivencia le ayudó a progresar rápidamente en su vida de penitencia. Juntos lograron muchas conversiones: la del Jefe civil y militar de Venecia, el Dux de Venecia (quién fue a vivir en oración y soledad y llegó a ser San Pedro Urseolo); incluso la del padre de Romualdo quien arrepentido se retiró a un convento donde estuvo hasta la muerte. Llegaron entonces terribles tentaciones de impureza. Escribe el Padre Salesman:

La imaginación le presentaba con toda viveza los más sensuales gozos del mundo, invitándolo a dejar esa vida de sacrificio y a dedicarse a gozar de los placeres mundanos. Luego el diablo le traía las molestas y desanimadoras tentaciones de desaliento, haciéndole ver que toda esa vida de oración, silencio y penitencia, era una inutilidad que de nada le iba a servir. Por la noche, con imágenes feas y espantosas, el enemigo del alma se esforzaba por obtener que no se dedicara más a tan heroica vida de santificación. Pero Romualdo redoblaba sus oraciones, sus meditaciones y penitencias, hasta que al fin un día, en medio de los más horrorosos ataques diabólicos, exclamó emocionado: "Jesús misericordioso, ten compasión de mí", y al oír esto, el demonio huyó rápidamente y la paz y la tranquilidad volvieron al alma del santo.

Después de muchos sufrimientos y rechazos a manos de otros monjes, fundó una nueva comunidad a la que llamó "Camaldulenses" El monasterio más famoso de todos los de San Romualdo es el de Camáldoli, cerca de Arezzo, en la Toscana, fundado por él alrededor del año 1012. Se halla más allá de una montaña, la cual desciende en su parte más alejada en un precipicio escarpado que mira a un agradable valle, que entonces pertenecía a un castellano llamado Maldolo, quien lo cedió al santo; de ahí le viene el nombre de Camáldoli (campo de Máldoli). Se observan  allí silencio perpetuo y dedican su vida a la oración. 

En una visión, como vemos en el cuadro de hoy, vio una escalera por la cual sus discípulos subían al cielo, vestidos de blanco. Cambió entonces el antiguo hábito negro de sus religiosos por un hábito blanco. San Romualdo deseaba ser mártir. Con esa intención se propuso ir a Hungría, pero cada vez que emprendía el viaje se enfermaba. Comprendió que su entrega total a Dios debía ser donde ya estaba.

Hizo muchos milagros y profetizó su muerte con 20 años de anterioridad. En los últimos años tenía arrebatos místicos y exclamaba: "Amado Cristo Jesús, ¡tú eres el consuelo más grande que existe para tus amigos!".

Su biografo, San Pedro Damiani, dice de él que la bondad divina lo elevó a tan alto grado de perfección que, inspirado por el Espíritu Santo, predijo algunos sucesos futuros y llegó a la penetración de muchos misterios ocultos del antiguo y del nuevo Testamento. Con frecuencia, era arrebatado a un grado tan elevado de contemplación que, deshecho todo él en lágrimas, abrasado por el ardor inefable del amor divino, exclamaba: «Amado Jesús, mi dulce miel, deseo inefable, dulzura de los santos, encanto de los ángeles».

Desde el año 1012 existen monasterios Camaldulenses esparcidos por el mundo donde se observa perpetuo silencio para dedicarse a la oración.

martes, 18 de junio de 2019

Crucifixión

Crucifixión. 1510. Seguidor van der Weyden
Óleo sobre tabla. Medidas: 47 cm x 31 cm.
Museo del Prado. Madrid

Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

El mayor ejemplo de amor a los enemigos nos lo dio el propio Señor, aceptando el tormento y la muerte con amor, para salvar precisamente a aquellos que lo rechazaban. Por eso, hemos escogido esta hermosa tabla, que se inspira en los modelos de Rogier van der Weyden. Así, en la figura de Cristo influye el prototipo de La Crucifixión de Viena (Kunsthistorisches Museum) y en la de la Magdalena el del Descendimiento del Prado. Pese a su técnica cuidada y al dominio del paisaje, en deuda con Gerard David, el autor carece de la pericia de Van der Weyden para enlazar las figuras. La fecha de 1513 y el anagrama de Alberto Durero son un añadido apócrifo. Estuvo colgada en el Alcázar de Madrid y en el Monasterio de El Escorial de donde ingresó en el Museo en 1839.

lunes, 17 de junio de 2019

Maestro del Papagayo. San Pablo escribiendo

San Pablo escribiendo. XVI. Maestro del Papagayo
Óleo sobre tabla. Medidas: 68 cm x 93 cm.
Museo del Prado. Madrid

Para no poner en ridículo nuestro ministerio, nunca damos a nadie motivo de escándalo; al contrario, continuamente damos prueba de que somos ministros de Dios con lo mucho que pasamos: luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, saber, paciencia y amabilidad, con dones del Espíritu y amor sincero, llevando la palabra de la verdad y la fuerza de Dios. Con la derecha y con la izquierda empuñamos las armas de la justicia, a través de honra y afrenta, de mala y buena fama.

Este texto de la Segunda Carta a los Corintios que leemos en la Eucaristía nos da pie para contemplar esta imagen del santo apóstol escribiendo. Su autor es el llamado Maestro del Papagayo, pintor flamenco de composiciones religiosas y retratos. Recibe su nombre del papagayo con el que juega Jesús en algunas de las Vírgenes con Niño que se le atribuyen. Su obra presenta analogías estéticas e iconográficas con la del Maestro de las Medias Figuras, como se puede apreciar en las bellas jóvenes en el papel de santas. Por sus rasgos comunes las obras de ambos se confunden frecuentemente; sin embargo, las obras del Maestro del Papagayo se caracterizan por una mayor riqueza cromática, expresividad y humanidad que las del Maestro de las Medias Figuras. También recibe influencias de Joos van Cleve y de Jan Gossaert. Del repertorio de este último se sirvió para varias representaciones de la Sagrada Familia y la Virgen con el Niño. La proximidad con algunas obras de Ambrosius Benson hace pensar que también mantuvo contactos con la escuela de Brujas. Las pinturas del Maestro del Papagayo se reconocen por los rostros anchos, la nariz fina y los dedos y uñas alargados.

jueves, 13 de junio de 2019

San Antonio


Visión de San Antonio de Padua, 1660-1662, Obra de Alonso Cano.  
Óleo sobre lienzo, 136 x 111 cm. 
Convento del Ángel Custodio, Granada. España

Hoy celebra la Iglesia a san Antonio, que nació en Lisboa (Portugal) en 1195 y murió en Pádua (Italia) en 1231, de allí que lo llamen de Antonio de Pádua o de Lisboa. En su bautizo recibió el nombre de Fernando de Bulhoes y Tavieira de Azevedo. Joven, ingresó en la Orden de los Conegos Regulares Agustinos e hizo sus estudios superiores: Derecho Canónico, Ciencias, Filosofía y Teología en el Monasterio de Santa Cruz de Coimbra. Conoció los cinco monjes franciscanos (Bernardo de Corbio, Pedro de S. Germiniano, Otao, Adjuto y Acurcio). Instalados en el Convento de Santo Antao, en los Olivares, cerca de Coimbra, los cuales partieron en misión para Marruecos. En 1219/20 Fernando es ordenado sacerdote.

Ese mismo año llegan a Coimbra las reliquias do los Santos Mártires de Marruecos. Fernando cambia el hábito de Conónigo de San Agustín por el de fraile franciscano, toma entonces el nombre de Antonio, recordando al patriarca de los monjes egipcios y porque a él estaba dedicada la casa de los frailes menores a la cual ingresaba.

Embarcó para evangelizar los moros en Marruecos pero, llegando allá, una enfermedad lo obligó a regresar a Portugal, en el viaje de regreso una tempestad llevó el barco hasta Sicilia, donde se quedó en el convento franciscano de Messina y se dirigió rumbo a Asís, con el fin de asistir al Capitulo General de la Orden, del que forma parte San Francisco, el santo fundador de la orden. De allí, se retiró para Eremitorio del Monte-Paulo, un pequeño convento de la Romaña italiana. El 19 de marzo de 1222, en un acto de ordenación, pronuncia un sermón memorable y se revela un gran orador sagrado.

Es consignado al oficio de orador el cual ejerce en la Romaña, contra las herejías de los Cataros, Patarinos y Valdenses. A finales de 1223 San Francisco lo designa como Lector de Teología en Boloña. En 1224 es enviado a Francia, para luchar contra las herejías de los Albigenses. Actúa, primero en Montpellier. Después del Pentecostés, pregona en Tolosa. En septiembre de 1225 es nombrado Guardián del Convento de Puy-en-Velay. En 1226 es elegido por los frailes, Custodio de la Provincia de Limoges. En ese mismo año muere San Francisco. En 1227 pregona en Rimini. En 1231 hace notables y concurridísimos sermones de la Cuaresma. 

Después de la Pascua de 1231, Antonio se retiró a la localidad de Camposampiero, pero decidió retornar a Padua poco después. Ya en las proximidades de Padua, se detuvo en el convento de Arcella donde murió prematuramente cuando todavía no alcanzaba la edad de treinta y seis años. Es solemnemente canonizado el 30 de mayo (fiesta del Espíritu Santo), por el Papa Gregorio IX, en la catedral de Epoleto.

Iconográficamente san Antonio es representado como un joven imberbe con amplia tonsura monacal; es representado con el hábito de su Orden Franciscana, (de color marrón, pero también puede ser grisaceo, como vistieron algunas  comunidades franciscanas hasta finales del siglo XVIII y XIX), en algunos casos puede llevar capa corta. El hábito es cinturado con un cordón con los tres nudos que simbolizan la consagración a Dios como religioso franciscano, por los votos de obediencia, pobreza y castidad, del cual por lo general, penden unos rosarios. El Santo calza sandalias.

El santo en pié o de rosillas aparece con el Niño Jesús, el cual puede estar en pié o sentado sobre él o sobre un libro. Entre los elementos iconográficos más usuales de San Antonio podemos mencionar: El Niño Jesús, el libro, la Cruz, los Lirios y el Pan, en la pintura se pueden encontrar representaciones de San Antonio y sus milagros como por ejemplo: Los Peces escuchando el Sermón, el Burro arrodillado ante la hostia y como en el caso que nos ocupa, San Antonio y la Virgen María.

martes, 11 de junio de 2019

Icono de san Bernabé

San Bernabé, 1921. Icono anónimo
Óleo sobre tabla
Museo de los Iconos. Salamina. Chipre

Celebramos la memoria de san Bernabé, un personaje del cual encontramos abundantes noticias en los Hechos de los Apóstoles, a causa del relevante papel que jugó en el primitiva Iglesia. Vinculado desde Antioquía con Pablo, compartieron su primer viaje apostólico. Bernabé era oriundo de Chipre, isla a la que volvió y donde predicó el Evangelio hasta la muerte.

Contemplamos a este predicador, precisamente, en un icono bizantino de origen chipriota. Aparece sentado en un trono, con los atributos típicos de un obispo ortodoxo. Con una mano sostiene el libro de los Evangelios, y con la derecha bendice.

domingo, 9 de junio de 2019

Fray Juan Bautista Maíno. Pentecostés.

Pentecostés. 1620. Fray Juan Bautista Maíno
Óleo sobre lienzo. Medidas: 324cm x 246cm.
Museo del Prado. Madrid.

Poco después de pintar el Pentecostés para el retablo mayor de la iglesia de San Pedro Mártir de Toledo, que contemplamos ayer mismo, Maíno realizó esta segunda versión de mayores dimensiones y con un formato más ancho que sin duda le permitió insertar las catorce figuras de la escena de manera equilibrada, con María en el centro de la composición, y los apóstoles a ambos lados: seis de pie justo detrás de ella, y otros seis arrodillados en posición algo avanzada.

Igualmente arrodillada, pero más cercana al espectador, aparece María Magdalena, una hermosa joven vestida con túnica blanca y manto dorado. La santa aparece como un miembro más del colegio apostólico, una visión de la Magdalena que también encontramos en escritos dominicos de la época. Al igual que en la Pentecostés del retablo de San Pedro Mártir, todos los personajes poseen un marcado carácter popular, vestidos con amplias túnicas y dotados de una plasticidad poderosa, fruto tanto de la compacta construcción pictórica como de la fuerte y contrastada iluminación.

Por su parte, las dos mujeres están representadas con la característica idealización clasicista de Maíno cercana a modelos de Orazio Gentileschi y Guido Reni. Hasta fechas recientes se desconocía su procedencia, más allá de su origen en alguno de los monasterios desamortizados en 1835. Sin embargo, hoy sabemos que se realizó para el altar mayor de la iglesia del convento de Carmelitas Descalzos de Toledo

domingo, 2 de junio de 2019

La Ascensión de Cristo


La Ascensión de Cristo, 1460. Obra de Andrea Mantegna
Temple sobre tabla, 86x162cm
Galeria de los Uffizi, Florencia. Italia

Hoy es la Ascensión del Señor a los cielos, cuarenta días después de resucitar y tras aparecerse a los discípulos varias veces dejando así constancia de su resurrección, asciende al Cielo, desde donde al final de los tiempos ha de venir a juzgara al mundo.

El evangelio dice así; Jesús a sus discípulos: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.» Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
(Lc 24, 46-53)

San Pablo en su carta a los efesios nos habla de la gracia recibida en Cristo, de como en Él hemos sido arrancados de toda esclavitud y como en Él hemos de desarrollarnos según los dones que nos ha regalado llegando así a nuestra plenitud en Cristo: A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Por eso dice la Escritura: «Subió a lo alto llevando cautivos y dio dones a los hombres». El «subió» supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos para llenar el universo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
(Ef 4, 7-13)

Y san Cirilo de Alejandría en su comentario sobre el evangelio de san Juan hace alusión a éste acontecimiento; Así pues, nuestro Señor Jesucristo nos ha inaugurado un camino nuevo y vivo, como dice Pablo: Ha entrado no en un santuario construido por hombres, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. En realidad, Cristo no subió al cielo para manifestarse a sí mismo delante de Dios Padre: él estaba, está y estará siempre en el Padre y a la vista del que lo engendró; es siempre el objeto de sus complacencias. Pero ahora sube en su condición de hombre, dándose a conocer de una manera insólita y desacostumbrada el Verbo que anteriormente estaba desprovisto de la humanidad. Y esto, por nosotros y en provecho nuestro, de modo que presentándose como simple hombre, aunque Hijo con pleno poder, y habiendo oído en la carne aquella invitación real: Siéntate a mi derecha, mediante la adopción pudiera transmitir por sí mismo a todo el género humano la gloria de la filiación. Es efectivamente uno de nosotros, en cuanto que apareció a la derecha de Dios Padre en su calidad de hombre, si bien superior a toda criatura y consustancial al Padre, ya que es el reflejo de su gloria, Dios de Dios, y luz de la luz verdadera. Se apareció, pues, por nosotros delante del Padre, para colocarnos nuevamente junto al Padre a nosotros que, en fuerza de la antigua prevaricación, habíamos sido alejados de su presencia. Se sentó como Hijo, para que también nosotros, como hijos, fuésemos, en él, llamados hijos de Dios. Por eso, Pablo que pretende ser portador de Cristo que habla en él, enseña que las cosas acaecidas a título especial respecto de Cristo son comunes a la naturaleza humana, diciendo: Nos ha resucitado con Cristo y nos ha sentado en el cielo con él.

El cuadro en cuestión era una de las tablas que adornaba la capilla del Castillo de Mantua, junto a la Muerte de la Virgen del Museo del Prado. Después se formó un tríptico con este cuadro y la Circuncisión y la Adoración de los Reyes Magos.De sentido marcadamente vertical, todos los elementos de la composición conducen la mirada del espectador hacia el Cristo que asciende al cielo, en cuerpo y alma, portado por una guirnalda a mondo de mandorla cuajada de ángeles y querubines  de color rojo entre nubes azules, modelo que se repitió en España y Flandes. En el suelo, los apóstoles y la Virgen forman un corro que contempla asombrado el milagro, cada uno en una pose diferente según su propia reacción. Las cabezas elevadas y giradas hacia Cristo permiten al artista lucir su dominio del escorzo, que consiste en situar un objeto en diagonal y no de frente, ofreciendo una vista forzada y deformante que resultaba muy difícil en la época. Mantegna fue el mayor maestro en el dominio del escorzo y la perspectiva geométrica, lo que puede apreciarse en dos obras muy llamativas, como son el Cristo Muerto de la pinacoteca de Brea de Mián y la Cámara de los Esposos del palacio ducal de Mantua.

miércoles, 29 de mayo de 2019

Espíritu Santo


El Espíritu Santo, 1750. Obra de Corrado Giaquinto
Óleo sobre lienzo, 64x48 cm
Colección Privada

Dijo Jesús a sus discípulos: "Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que toma de lo mío y os lo anunciará."
Juan 16,12-15

Ante la inminente cercanía de la Ascensión, y la marcha de Cristo al Padre, éste nos hace un  anuncio muy claro de la venida del Espíritu Santo, un anuncio constante que manifiesta a los discípulos en todo el discurso de despedida. El mismo Jesús da a conocer a las tres personas que conforman el Dios en el que creemos: el Padre, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad, que ni uno solo de sus hijos se pierda; el Hijo, Jesús, que ha venido a hacer la Voluntad del Padre, ha destruido el poder de la muerte ha vencido al pecado y restaurado al hombre creado a imagen del Padre. El ha abierto el camino al Padre; el Espíritu Santo, que constituye la fortaleza inquebrantable, el apoyo, la presencia de Dios mismo en este mundo, en la Creación, en nuestra vida cotidiana, y en nuestro interior. Presencia, esta última, incuestionable, evidente, que hace posible la Gracia de Dios.

Hay pues una fuerza poderosa, a cuya custodia nos ha encomendado Jesús, en la cual debemos confiar y a la cual hemos de acudir: esta es el Espíritu Santo, que no es ni más ni menos que el Espíritu de Dios mismo, uno y trino. Él debe iluminar cada uno de nuestros pasos. Él nos guiará hacia la luz. El abrirá nuestras entendederas, nuestra inteligencia y hará posible lo que de otro modo sería imposible. Es a Él a quien debemos abandonarnos, seguros que ha de llevarnos al Padre, y con Él, a la Vida Eterna.

Así hemos de acudir constantemente a los sacramentos, en los que misteriosamente nos reencontramos de un modo muy especial con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Por el Espíritu Santo se nos permite alcanzar una unión más íntima y vital con Dios. Por ejemplo en el sacramento de la reconciliación dice la formula de la absolución, "...y envió el Espíritu Santo para la remisión de los pecados..." y en toda plegaria eucarística se invoca al Espíritu Santo en el momento de la epíclesis para que el Padre lo envíe sobre los dones del altar y sean estos transformados en cuerpo y sangre de nuestro señor Jesucristo. En los sacramentos, encontramos nuestra fuerza y la gracia que nos asiste, el Espíritu que nos guía a la Verdad plena 

Ven, Espíritu Santo,
Llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos
el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu.
Que renueve la faz de la Tierra.

Oh Dios, que has iluminado a tus hijos con la luz del Espíritu Santo
Haznos dóciles a tu Espíritu para obrar rectamente
Y gozar siempre de su consuelo,


Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

martes, 28 de mayo de 2019

El Veronese. El Padre eterno y el Espíritu Santo


El Padre eterno y el Espíritu Santo, 1580. Obra de Paolo Caliari, el Veronese 
Óleo sobre lienzo

Jesús a sus discípulos: "Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado."

San Agustín dice al respecto en su comentario al evangelio de san Juan:

El Señor, al prometer que él iba a enviar el Espíritu Santo, afirma: Cuando haya venido él, acusará al mundo respecto a pecado y respecto a justicia y respecto a juicio. ¿Qué significa esto? El Señor Cristo ¿tal vez no acusó al mundo respecto a pecado cuando aseveró: Si no hubiese venido y les hubiese hablado, no tendrían pecado; ahora, en cambio, no tienen excusa de su pecado? Pero, para que alguien no diga quizá que esto se refiere propiamente a los judíos, no al mundo, ¿acaso no aseveró en otro lugar: Si fueseis del mundo, el mundo amaría lo que era suyo? ¿Tal vez no lo acusó respecto a justicia cuando aseveró: Padre justo, el mundo no te conoció? ¿Tal vez no lo acusó respecto a juicio cuando aseveró que él iba a decir a los de la izquierda: Id al fuego eterno, que está preparado para el diablo y sus ángeles?

En el santo evangelio se descubren también muchos otros pasajes donde Cristo acusa de estas cosas al mundo. ¿Qué significa, pues, que, por así decirlo, atribuya propiamente al Espíritu Santo esto? ¿Parece acaso que, porque Cristo habló sólo entre la gente de los judíos, no ha acusado al mundo, de forma que se entienda que se acusa al que oye al acusador? Al contrario, se entiende que, mediante sus discípulos derramados por el orbe entero, el Espíritu Santo ha acusado no a una única gente sino al mundo, porque cuando iba a ascender al cielo les dijo esto: No os toca saber los tiempos o momentos que el Padre puso en su potestad; pero recibiréis fuerza del Espíritu Santo que caerá de improviso sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén y en Judea entera y en Samaría y hasta los confines de la tierra. Esto significa acusar al mundo.

domingo, 26 de mayo de 2019

Capitel de Cristo bendiciendo

Cristo Pantocrátor. XIII. Anónimo
Piedra tallada
Museo Arqueológico Nacional. Madrid

El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.

La liturgia de este Domingo nos propone estas palabras del Señor Jesús. Palabras que nos dan la vida, y que se contienen en el Libro que el Señor porta en este magnífico capitel románico del Museo Arqueológico Nacional.

sábado, 25 de mayo de 2019

Roger van der Weyden. Descendimiento de la Cruz

Descendimiento de la Cruz. 1442-1445. Rogier van der Weyden
Óleo sobre tabla. Medidas: 213 cm x 43 cm
Galería de Pintura. Berlín

Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.

Las palabras de Jesús que se pronuncian hoy en el Evangelio de la Eucaristía nos previenen ante las persecuciones que los cristianos han de sufrir, siguiendo el ejemplo del propio Señor, que fue crucificado por nuestros pecados. Por eso, hemos traído hoy a nuestra contemplación la tabla central del llamado Tríptico de Miraflores, que pintó a mediados del siglo XV Roger van der Weyden, y que posteriormente fue copiado por Juan de Flandes para la Capilla Real de Granada.

Se trata de una Piedad, llena de emoción y sentimiento, enmarcada en una arquitectura gótica, y con un paisaje en profundidad, en el que se divisa una ciudad a la orilla de un lago.

viernes, 24 de mayo de 2019

Van der Weyden. El Redentor, la Virgen y san Juan

El Redentor, la Virgen y san Juan. XV. Rogier van der Weyden
Óleo sobre tabla. Medidas: 18 cm x 10 cm
Museo del Louvre. París

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.

El Evangelio de hoy nos invita a la confianza. Jesús nos llama amigos, y nos manda amarnos. Jesús hace presente entre los hombres el amor de Dios, de tal forma que, a través de él, podemos acercarnos a Dios.

Hemos escogido hoy una Déesis, es decir, la intercesión que ante Cristo resucitado hacen la Virgen y san Juan, perteneciente al llamado Tríptico de la Familia Braque. De pequeñas dimensiones se considera realizado para la devoción privada de una dama de esta familia que lo legó en su testamento a su nieto en 1497. El reverso de las hojas muestra los escudos de armas de la familia Braque, Jean y su esposa Catalina de Brabante. Ésta última encargó el tríptico tras la muerte de su esposo en 1452. Se trata de una de las obras más destacadas de Van der Weyden. Su estilo es cercano al retablo de Beaune, las figuras del la Virgen y de Cristo parecen sacadas directamente de la representación del Juicio Final. No hay seguridad de que fuera realizado enteramente por el pintor, de hecho se aprecian contornos realizados a lápiz lo que no es propio del pintor.

jueves, 23 de mayo de 2019

Cristo Pantocrátor

Cristo Pantocrátor. XIII. Anónimo
Piedra tallada y policromada
Catedral de León

«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».

La Puerta Sur de la Catedral de León, que da acceso procesional al Claustro, muestra en su tímpano un magnífico Cristo en Majestad, que bendice a cuantos acceden al templo. Se trata de una magnífica escultura gótica, que ha conservado su rica policromía.

miércoles, 22 de mayo de 2019

Anónimo alemán. Cristo, varón de dolores

Cristo, varón de dolores. XV. Anónimo alemán
Óleo sobre tabla.
Museo de la Catedral de Burgos

Leemos en la Eucaristía de hoy el comienzo del capítulo 15 de san Juan, en el que Jesús nos dice que debemos permanecer unidos a él, la verdadera vid, de la que nosotros, sus sarmiento, tomamos vida.

Contemplamos, con este texto de fondo, una imagen piadosa del siglo XV, en la que aparece Cristo después de la flagelación, sentado sobre una roca con la cruz de fondo, y dos donantes, que están arrodillados, detrás de los cuales están sus patronos, los santos Antonio de Egipto (lleva la tau sobre su esclavina), y el papa san Gregorio Magno.

martes, 14 de mayo de 2019

San Matias


San Matías, 1610 - 1612 Obra de  Pedro Pablo Rubens
Óleo sobre tabla, 107,2 x 82,5 cm
Museo del Prado, Madrid. España

Hoy celebramos al apóstol san Matias, elegido, según nos cuentan los Hechos de los apóstoles 1, 15-17, después de la muerte de Judas y tras ser testigo de la resurrección del Señor. "Hace falta, por tanto, que uno se asocie a nosotros como testigo de la resurrección de Jesús, uno de los que nos acompañaron mientras convivió con nosotros el Señor Jesús, desde que Juan bautizaba, hasta el día de su ascensión... Echaron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles."

Dice san Juan Crisostomo, comentando el libro de los Hechos de los Apóstoles, "Todos rezan, diciendo: Señor, tú penetras el corazón de todos, muéstranos. «Tú, no nosotros». Llaman con razón al que penetra todos los corazones, pues él solo era quien había de hacer la elección. Le exponen su petición con toda confianza, dada la necesidad de la elección. No dicen: «Elige», sino muéstranos a cuál has elegido, pues saben que todo ha sido prefijado por Dios. Echaron suertes. No se creían dignos de hacer por sí mismos la elección, y por eso prefieren atenerse a una señal."

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. (Jn 14-13) y los discípulos fueron fieles a ello. San Agustín cogiendo esta frase de san Juan nos exhorta a seguir el ejemplo del Maestro, al igual que los discípulos lo hicieron. "Hizo él lo que él mismo había enseñado; los apóstoles hicieron lo que habían aprendido de él y nos intimaron a imitarles. Hagámoslo también nosotros. Pues si bien no somos lo que él en cuanto nos creó, somos lo que él en cuanto por nosotros se encarnó. Y si sólo lo hubiera hecho él quizá nadie de nosotros debería tener la audacia de imitarlo, pues él era hombre, pero sin dejar de ser Dios. Pero en cuanto hombre, los siervos imitaron al Señor, los discípulos al Maestro, y lo hicieron asimismo los que nos precedieron en la familia de Dios, que son nuestros padres, pero también consiervos nuestros. Dios no nos hubiera mandado hacerlo, de saber que el hombre era incapaz de realizarlo."

(San Agustín de Hipona, Comentario al salmo 56)

El cuadro que hoy nos ocupa esta dentro de la serie de los doce apóstoles que pinto Rubens entre 1610 y 1612 y realizado probablemente para un miembro de la nobleza flamenca deseoso de evidenciar su fidelidad al catolicismo. El interés por las representaciones de los apóstoles experimentó un gran incremento en el mundo católico desde finales del siglo XVI, como reacción a la Reforma religiosa que negaba el poder de intercesión de los santos.  Rubens, uno de los principales creadores de imágenes de devoción que exaltaran los dogmas católicos, potencia en los cuadros de sus apóstoles la idea de sacrificio y entrega, al representarlos con instrumentos relacionados con sus respectivos martirios. Son pintados al poco de volver de Italia, inspirandose en la escultura clásica y en la pintura de Miguel Ángel y de Caravaggio. La fuerza física que muestran las figuras sirve como metáfora de su valor moral y firmeza, mientras que la luz, muy dirigida y contrastada, ayuda a enfatizar el valor de la determinación y seguridad demostrada por estos santos. 



martes, 23 de abril de 2019

Giotto. Noli me tangere

Noli me tangere. 1304-06. Giotto
Fresco.
Capilla de los Scrovegni. Padua

Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, ande, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”».

Contemplamos en este fresco de la Capilla Scrovegni las escenas de los dos evangelios que hemos leído en la Eucaristía de ayer y de hoy. Ayer, san Mateo, nos hablaba de los soldados que custodiaban el sepulcro. Hoy, con san Juan, nos encontramos a la Magdalena con Jesús. Los ángeles están sentados sobre el sepulcro, y Jesús Resucitado lleva una bandera victoriosa en ademán de salir caminando.Las palabras latinas noli me tangere se refieren a la exclamación de Jesús: No me toques.

lunes, 22 de abril de 2019

Juan de Flandes. Cristo Resucitado

Cristo Resucitado. 1506-1519. Juan de Flandes
Óleo sobre tabla.
Retablo Mayor de la Catedral de Palencia

CRISTO HA RESUCITADO. Aleluya. Este gozoso mensaje ha cambiado el curso de la historia humana, redimida por Dios y convertida en Historia de Salvación.

Contemplamos el radiante mensaje de Cristo resucitado, en la representación que para el Retablo Mayor de la Catedral palentina pintó Juan de Flandes. Aparece el Señor desnudo, cubierto con el manto púrpura de su realeza, que le fue impuesto como burla por los soldados. Lleva en la mano izquierda un báculo en forma de cruz; su mano derecha está extendida en actitud de bendecir, mostrando la herida del clavo. Su pecho desnudo también permite ver la lanzada con la que fue atravesado una vez muerto.

Jesús aparece en pie, entre los soldados que, según el relato de san Mateo, hacían guardia ante su tumba, que aparece al fondo como una puerta que da acceso a una gruta excavada en una montaña; dos soldados al fondo hacen guardia; después aparecen tendidos en el suelo ante Jesús.

sábado, 20 de abril de 2019

Cristo Yacente


 Cristo Yacente, 1625-30. Obra de Gregorio Fernandez
Talla de madera policromada
Museo Nacional de Escultura, Valladolid. España

¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey duerme. La tierra está temerosa y sobrecogida, porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo. Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al abismo.


Va a buscar a nuestro primer padre como si éste fuera la oveja perdida. Quiere visitar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. El, que es al mismo tiempo Dios e Hijo de Dios, va a librar de sus prisiones y de sus dolores a Adán y a Eva.

El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos. Al verlo, nuestro primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y dice a todos: «Mi Señor esté con todos». Y Cristo, respondiendo, dice a Adán: «Y con tu espíritu». Y, tomándolo por la mano, lo levanta, diciéndole: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz».

Yo soy tu Dios, que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu hijo; y ahora te digo que tengo el poder de anunciar a los que están encadenados: "Salid", y a los que se encuentran en las tinieblas: "Iluminaos", y a los que duermen: "Levantaos".

A ti te mando: Despierta, tú que duermes, pues no te creé para que permanezcas cautivo en el abismo; levántate de entre los muertos, pues yo soy la vida de los muertos. Levántate, obra de mis manos; levántate, imagen mía, creado a mi semejanza. Levántate, salgamos de aquí, porque tú en mí, y yo en ti, formamos una sola e indivisible persona.

Por ti, yo, tu Dios, me he hecho tu hijo; por ti, yo, tu Señor, he revestido tu condición servil; por ti, yo, que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he bajado al abismo; por ti, me he hecho hombre, semejante a un inválido que tiene su cama entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto, he sido entregado a los judíos en el huerto, y en el huerto he sido crucificado.


Contempla los salivazos de mi cara, que he soportado para devolverte tu primer aliento de vida; contempla los golpes de mis mejillas, que he soportado para reformar, de acuerdo con mi imagen, tu imagen deformada; contempla los azotes en mis espaldas, que he aceptado para aliviarte del peso de los pecados, que habían sido cargados sobre tu espalda; contempla los clavos que me han sujetado fuertemente al madero, pues los he aceptado por ti, que maliciosamente extendiste una mano al árbol prohibido.


Dormí en la cruz, y la lanza atravesó mi costado, por ti, que en el paraíso dormiste, y de tu costado diste origen a Eva. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño te saca del sueño del abismo. Mi lanza eliminó aquella espada que te amenazaba en el paraíso.

Levántate, salgamos de aquí. El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celeste. Te prohibí que comieras del árbol de la vida, que no era sino imagen del verdadero árbol; yo soy el verdadero árbol, yo, que soy la vida y que estoy unido a ti. Coloqué un querubín que fielmente te vigilara; ahora te concedo que el querubín, reconociendo tu dignidad, te sirva.

El trono de los querubines está a punto, los portadores atentos y preparados, el tálamo construido, los alimentos prestos; se han embellecido los eternos tabernáculos y moradas, han sido abiertos los tesoros de todos los bienes, y el reino de los cielos está preparado desde toda la eternidad».

(De una homilía antigua sobre el grande y santo Sábado (PG 43, 439.451.462-463)



viernes, 19 de abril de 2019

Zurbarán. San Lucas como pintor ante Cristo en la Cruz

San Lucas como pintor ante Cristo en la Cruz. 1650. Francisco de Zurbarán
Óleo sobre lienzo. Medidas: 105cm x 84cm.
Museo del Prado. Madrid.

Viernes Santo. La actitud ante este día la encuentro perfectamente retratada en el personaje que Zurbarán situó al pie de la Cruz: san Lucas. Observa el acontecimiento que tiene delante para poder pintarlo con los instrumentos de pintura que sostiene en la mano izquierda, pero contempla desde la fe, simbolizada por la mano sobre el corazón, el misterio central de la historia de la humanidad.

Ante un fondo oscuro se recorta la figura casi escultórica del Crucificado al que devotamente mira san Lucas que, además de evangelista, fue médico y artista. Tras esa referencia de carácter bíblico quizá se esconde una alusión más general al valor de la pintura como arte que alcanzaba su mayor utilidad en su condición de instrumento devocional. También se ha apuntado que puede tratarse de un autorretrato -más alegórico que literal- de Zurbarán. 

El Crucificado aparece clavado a la Cruz con cuatro clavos, fórmula que deriva en última instancia de Durero y que fue muy común entre los pintores que trabajaron en Sevilla en el siglo XVII, como Pacheco, Velázquez o Alonso Cano. 

Zurbarán. San Lucas como pintor ante Cristo en la Cruz

San Lucas como pintor ante Cristo en la Cruz. 1650. Francisco de Zurbarán
Óleo sobre lienzo. Medidas: 105cm x 84cm.
Museo del Prado. Madrid.

Viernes Santo. La actitud ante este día la encuentro perfectamente retratada en el personaje que Zurbarán situó al pie de la Cruz: san Lucas. Observa el acontecimiento que tiene delante para poder pintarlo con los instrumentos de pintura que sostiene en la mano izquierda, pero contempla desde la fe, simbolizada por la mano sobre el corazón, el misterio central de la historia de la humanidad.

Ante un fondo oscuro se recorta la figura casi escultórica del Crucificado al que devotamente mira san Lucas que, además de evangelista, fue médico y artista. Tras esa referencia de carácter bíblico quizá se esconde una alusión más general al valor de la pintura como arte que alcanzaba su mayor utilidad en su condición de instrumento devocional. También se ha apuntado que puede tratarse de un autorretrato -más alegórico que literal- de Zurbarán. 

El Crucificado aparece clavado a la Cruz con cuatro clavos, fórmula que deriva en última instancia de Durero y que fue muy común entre los pintores que trabajaron en Sevilla en el siglo XVII, como Pacheco, Velázquez o Alonso Cano. 

Zurbarán. San Lucas como pintor ante Cristo en la Cruz

San Lucas como pintor ante Cristo en la Cruz. 1650. Francisco de Zurbarán
Óleo sobre lienzo. Medidas: 105cm x 84cm.
Museo del Prado. Madrid.

Viernes Santo. La actitud ante este día la encuentro perfectamente retratada en el personaje que Zurbarán situó al pie de la Cruz: san Lucas. Observa el acontecimiento que tiene delante para poder pintarlo con los instrumentos de pintura que sostiene en la mano izquierda, pero contempla desde la fe, simbolizada por la mano sobre el corazón, el misterio central de la historia de la humanidad.

Ante un fondo oscuro se recorta la figura casi escultórica del Crucificado al que devotamente mira san Lucas que, además de evangelista, fue médico y artista. Tras esa referencia de carácter bíblico quizá se esconde una alusión más general al valor de la pintura como arte que alcanzaba su mayor utilidad en su condición de instrumento devocional. También se ha apuntado que puede tratarse de un autorretrato -más alegórico que literal- de Zurbarán. 

El Crucificado aparece clavado a la Cruz con cuatro clavos, fórmula que deriva en última instancia de Durero y que fue muy común entre los pintores que trabajaron en Sevilla en el siglo XVII, como Pacheco, Velázquez o Alonso Cano. 

jueves, 18 de abril de 2019

Última Cena


Última cena. 1570. Obra de Tintoretto
Óleo sobre lienzo, 228x535 cm
 Iglesia de San Trovaso, Venecia. Italia

Última cena o Lavatorio. 1549. Obra de Tintoretto
Óleo sobre lienzo. 210 cm x 533 cm
Museo del Prado, Madrid. España

Hoy día de Jueves Santo he escogido dos imágenes de un mismo autor, Jacopo Robusti Tintoretto debido a que tal día como hoy la Iglesia celebra en una misma celebración diferentes cosas y en ellos se aprecia muy bien el sentido litúrgico espiritual del día. Por una parte, la institución de la eucaristía,  la del sacerdocio y el amor fraterno, servicio, caridad.

En el cuadro de arriba podemos ver como Cristo, sacerdote eterno distribuye la comunión  la eucaristía  su cuerpo a los discípulos y como éstos hacen extensiva la misma a cuantos a ella se acercan, pobres, enfermos y niños, gozan de sus beneficios y bondades. Solo un personaje queda fuera, ¿Judas, quizás? o es representación de la libre voluntad del hombre de no aceptar el misterio eucarístico distribuido en la iglesia y que es presencia real del salvador entre nosotros.

pero la eucaristía repartida y celebrada por Cristo y después por los discípulos y los sacerdotes de la Iglesia  ha de ser un fiel reflejo del servicio y la entrega, reflejada en el segundo cuadro, en el que vemos a Jesús en el momento cuando se dispone a lavar los pies de San Pedro, como ejemplo de humildad y servicio al prójimo. A la derecha arriba se vislumbra la celebración de la Última Cena en otra estancia, como ejemplo de intimidad.

Dos cuadros que nos dan las claves para entender  los diferentes aspectos de este día santo y ayudados con la meditación de las lecturas de hoy  (Libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14; Primera carta del apóstol San Pablo a los corintios 11, 23-26; Evangelio según San Juan 13, 1-15) podremos entregarnos, al comienzo de este triduo pascual, a entrar con Cristo en el misterio admirable de la redención.

miércoles, 17 de abril de 2019

Autor desconocido. La Última Cena

La Última Cena. 1485. Seguidor del Maestro de la Virgo inter Virgines
Óleo sobre tabla. Medidas: 69 x 38 cm
Colección Thyssen-Bornemisza. Madrid.

Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo, Señor? El respondió: El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!» Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: ¿Soy yo acaso, Rabbí? Dícele: Sí, tú lo has dicho. 

La liturgia del Miércoles Santo nos presenta este texto del Evangelio según san Mateo, en el que, a a continuación de narrarnos la traición de Judas, nos cuenta cómo Jesús anunció la traición en medio de la Última Cena. Jesús, ante la obstinación de Judas, pronuncia una sentencia que retumba en todo el texto: Mejor le valdría no haber nacido.

Para ilustrar esta escena, hemos escogido una obra atribuida a varios maestros anónimos, relacionados estilísticamente con la escuela del norte de los Países Bajos, hasta que los historiadores Boon y Eisler la asignaron a un seguidor del Maestro de la Virgo inter Virgines. El artista en esta Última Cena, colocó a los doce apóstoles alrededor de una mesa sentando a Cristo a la izquierda, al que reconocemos por tener a san Juan descansando en su regazo y por ofrecer el pan a Judas. En esta pintura se ha concedido gran importancia al sencillo bodegón, que hallamos en la mesa y en el que destaca una gran fuente vacía en el centro y a su alrededor, en círculo, objetos como una jarra y cuchillos.

martes, 16 de abril de 2019

Andrea di Bartolo. Cristo camino del Calvario

Cristo camino del Calvario. 1415-1420. Andrea di Bartolo Cini
Temple sobre tabla. Medidas: 54 x 49 cm
Colección Thyssen-Bornemisza. Madrid.

Como un cordero fue llevado al matadero. Estas palabras fueron pronunciadas proféticamente por Isaías a propósito del siervo de Dios que rescataría al pueblo de Dios, cinco siglos antes de la muerte de Jesús. La paciencia de Jesús, como hoy nos enseña san Cipriano en el sermón sobre los bienes de la paciencia:

Y cuando ante la cruz del Señor los astros se llenen de confusión, se conmuevan los elementos, tiemble la tierra, la noche oscurezca el día para que el sol no obligue a contemplar el crimen de los judíos sustrayendo sus rayos y no dando luz a los ojos, él no habla, no se mueve, no exhibe su majestad ni siquiera durante la pasión: con perseverancia y tesón se tolera todo, para que en Cristo se consume la plena y perfecta paciencia.

Pacientemente toleró las torturas crueles a las que fue sometido, y con paciencia sobrellevó los ultrajes y burlas que le infligieron quienes llenos de odio le arrastraron fuera de la ciudad para asesinarlo. Esta imagen está muy bien representada en la tabla que hoy contemplamos, que debió formar parte de una predela dedicada a la Pasión y Resurrección de Jesucristo, obra de Andrea di Bartolo. Cristo mira hacia atrás, encontrando con la mirada a su madre, cubierta con un manto azul, que con gran dramatismo levanta las manos hacia lo alto. Se distinguen, por el nimbo que los aureola a otros dos santos, uno de ellos claramente identificable como el discípulo amado, es decir, san Juan. Pero la escena transmite una sensación de tumulto y odio, figurada sobre todo en la actitud del soldado vuelto de espaldas entre Cristo y la Virgen, con la espada desenvainada y amenazante.

lunes, 15 de abril de 2019

Nicolás Froment. La unción en Betania

Unción en Betania. 1461. Nicolas Froment
Óleo sobre tabla. Medidas: 175 cm x 67 cm.
Galleria de los Uffici. Florencia

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

El Lunes Santo, seis días antes de la Pascua, leemos el relato de la Unción en Betania según el Evangelio de san Juan. En el desenlace de la vida de Jesús en el Evangelio de san Juan, juega un papel fundamental el último milagro de Jesús, la resurrección de Lázaro, que decidió a las autoridades a acabar con Jesús.


Por eso, contemplamos hoy el panel lateral derecho del Tríptico de la Resurrección de Lázaro, de Nicolás Froment. Nicolas Froment fue un pintor francés representante de la segunda escuela de Aviñón, influida por el estilo flamenco que caracteriza la última fase de la pintura gótica.

El tríptico muestra en su panel central a Jesús con Lázaro resucitado; a la izquierda, se hermana aparece arrodillada ante Jesús, suplicando el milagro; y a la derecha, se recoge la Unción en Betania.

domingo, 14 de abril de 2019

Giotto. Entrada de Jesús en Jerusalén

Entrada de Jesús en Jerusalén. 1305. Giotto
Fresco. Medidas: 200 cm x 185 cm.
Capilla Scrovegni. Padua.

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR. Comenzamos la Semana Santa con la conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén, y la celebración litúrgica de su Pasión. triunfo mesiánico y fracaso de las expectativas judías se unen en la celebración de hoy. Contemplamos la escena, en el fresco que Giotto pintó para la Capilla Scrovegni, en Padua. El edificio, construido en ladrillo, tiene planta rectangular y está cubierto con bóveda de cañón. En el exterior, la capilla se presenta como una construcción —varias veces modificada en el curso de los siglos— con contrafuertes vistos y tejado a dos aguas. Dedicada a Santa María de la Caridad, la capilla fue erigida, probablemente entre los años 1303 y 1305,1 por orden de Enrico Scrovegni, que pretendía así expiar los pecados de su padre, conocido usurero. La capilla tenía finalidad funeraria, y el propio Enrico (muerto en 1336) está enterrado allí. Su sarcófago se encuentra detrás del altar.

Tal como relata el Evangelio, aparece Jesús montado sobre un asno, cuya mansedumbre de denota en las orejas agachadas. Los niños del fondo cortan ramos de los árboles que se dibujan en el horizonte azul, y la gente arroja sus vestidos y mantos al paso del Señor, al que sigue un grupo de discípulos. La ciudad de Jerusalén se representa en una puerta, característica de cualquier ciudad medieval.

viernes, 12 de abril de 2019

Tímpano del Perdón

Tímpano del Perdón. XII. Maestro Esteban
Piedra tallada
Basílica de San Isidoro. León.

El tímpano está dividido en tres dovelas que muestran tres relieves diferentes con temas que ya están lejos de toda influencia mozárabe y que artistas anteriores nunca se atrevieron a tratar.​ Sin embargo en las enjutas sí se muestra una reminiscencia mozárabe, no por el tema sino por la posición que se da a las esculturas de San Pedro y San Pablo; a San Pablo se le concede el lugar de la derecha (izquierda del espectador, derecha de la puerta), el preferente, costumbre muy hispánica que también puede verse en Silos. San Pablo en aquella época era muy venerado en España donde todavía se seguía la liturgia hispánica o mozárabe.

Las tres escenas son: Ascensión, Descendimiento y Sepulcro vacío que contemplan las tres Marías. Las arquivoltas son de moldura en bocel, muy peraltadas, con columnas acodilladas. Todo está rodeado de una moldura ajedrezada. El dintel se apoya sobre cabezas de león y de perro.

La escena de la izquierda, la Ascensión de Cristo, llama mucho la atención por la forma en que está tratado el tema, ya que parece que Cristo es ayudado o empujado hacia los cielos por los dos Apóstoles. Por el nimbo de Cristo se ve la inscripción: Ascendo ad patrem mevm et patrem vestrvm. 

En el centro se representa la escena del Descendimiento, de gran realismo, acompañada por dos ángeles turiferarios (que portan incensarios) sobre el brazo horizontal de la cruz. A la derecha se ven a las tres Marías ante el sepulcro vacío cobijado en un arco románico peraltado. Un ángel desarrolla grandes alas que resguardan todo el conjunto.

Estos temas expresados por el maestro Esteban fueron muy extendidos por los escultores del Camino de Santiago, que a su regreso lo llevaron a Francia en una cronología posterior

jueves, 11 de abril de 2019

Ercole Ferrarese. La Institución de la Eucaristía

La Institución de la Eucaristía.. 1490. Ercole Ferrarese
Témpera al huevo sobre tabla. Medidas: 29cm x 21cm.
National Gallery. Londres.

Hemos llegado al último jueves de Cuaresma, antes del Jueves Santo, y volvemos a contemplar el misterio de la Institución de la Eucaristía durante la Última Cena. Para su contemplación, hemos seleccionado una obra que fue pintada como puerta del tabernáculo, en Ferrara, y que ha terminado en la National Gallery de Londres.

Cristo aparece en el centro de la escena: con una mano bendice, y con otra sostiene, no el pan de la comida pascual de los judíos, sino la típica forma de la Eucaristía.. Llama la atención la arquitectura de la escena

miércoles, 10 de abril de 2019

Hugo van der Goes. Crucifixión

Crucifixión. 1470. Hugo van der Goes
Óleo sobre tabla.
Museo Correr. Venecia

Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre.

A medida que avanzamos hacia la Semana Santa, se va haciendo patente el conflicto que desembocará en la Pasión y Muerte del Señor. Jesús reprocha a los judíos el no aceptarle como su verdadero Dios y Salvador. Los judíos, por su parte, toman a Jesús por un blasfemo.

Contemplamos hoy una Crucifixión de Hugo van der Goes. Nacido en Gante, es poco lo que se sabe sobre su vida, aunque fue unos de los pintores flamencos más importantes de la segunda mitad del siglo XV después de la muerte de Jan Van Eyck. Entró en el gremio de artistas en 1467 pero antes de esta fecha no se sabe nada sobre su vida. Las primeras informaciones ciertas sobre este pintor lo sitúan en los años 1460 en Brujas donde colabora con la decoración en las fiestas en honor de las bodas del duque de Borgoña, Carlos el Temerario.Ya en vida gozó de amplia fama, teniendo encargos tanto de los burgueses como de la aristocracia.

Al sufrir enfermedad mental, se retiró como hermano lego al monasterio Rodeklooster, cerca de Bruselas alrededor de 1478 con la esperanza de que, viviendo en un monasterio, se recobraría de su depresión. No interrumpió su actividad pues es por esta época cuando realizó su Muerte de la Virgen, donde se transparenta una tensión dramática más aguda, traducida por la irrefrenable animación expresiva de los personajes. Van der Goes intentó suicidarse por motivos de su enfermedad mental en 1480, y murió dos años más tarde. En su estancia en el monasterio Roderklooster también viaja alguna vez a Colonia y Lovaina.

En su obra acusa la influencia de autores como Jan Van Eyck y Rogier van der Weyden que habían logrado representar con solvencia el cuerpo humano y el acabado realista en el detalle. Posteriormente conoce sin duda algunas obras italianas contemporáneas, y este contacto influye sobre él, en el sentido de acabar en una ordenación más monumental del espacio.

martes, 9 de abril de 2019

Anónimo. La Crucifixión

La Crucifixión. 1460-1470. Círculo de van der Weyden
Óleo sobre tabla. Medidas: 32 cm x 20 cm.
Colección de Arte Estatal. Dresde.

Y entonces dijo Jesús: «Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.» 

Estos versos del capítulo octavo del Evangelio según san Juan que leemos en la Eucaristía de hoy, inciden en la idea de que es precisamente en la Cruz el lugar donde se manifiesta la gloria de Dios, a pesar de que los ojos humanos vean el martirio y la ignominia del crucificado. son dos, pues, las formas de contemplar la cruz: los judíos vieron el descrédito y el sufrimiento lacerante del ejecutado, pero los creyentes contemplan la gloria de Dios.

Esta idea fue muy bien captada por el anónimo autor de la tabla que contemplamos hoy, perteneciente al círculo de van der Weyden. Por una parte vemos a Jesús, ya muerto, ofrecido en lamentable espectáculo a la Virgen, a san Juan y a la Magdalena. Pero sobre la tierra, al fondo, se describe el arco iris, que simboliza la nueva alianzas que Dios hace con los hombres, sellada con la Sangre de Jesucristo.