sábado, 7 de septiembre de 2013

Fernando Gallego. La Piedad


La Piedad. 1465. Fernando Gallego
Técnica mista sobre tabla. Medidas: 118cm x 111cm.
Museo del Prado. Madrid. España

El santo Padre Francisco nos ha invitado a dedicar esta jornada a la oración por la paz, especialmente en Siria y en Egipto, donde la amenaza de la guerra se cierne con su siniestra sombra. Para ayudar a este propósito, y concentrar nuestra oración sobre los efectos de la violencia y de la Redención, hemos escogido una Piedad, es decir, la escena de Cristo muerto, bajado de la cruz, y sostenido en el regazo de la Virgen María.

La muerte de Jesús fue una mezcla de motín vergonzoso, de venganza llena de odio, de siniestro cálculo político, y de inmoral connivencia del poder. Pero su resultado final no fue una más de las lamentables injusticias de las que avergüenzan la historia de la humanidad, sino que fue el camino seguido por Dios, precisamente, para rescatarnos de esa ignominia a la que conduce nuestro pecado.

La Piedad representa el dolor de la Virgen por su hijo muerto, la Piedad, abrazando el cuerpo inerte de Cristo apenas cubierto por el paño de pureza, y con la Cruz, símbolo de su martirio, tras ellos. En su obra, Fernando Gallego sitúa a la izquierda a los anónimos donantes, representados a menor tamaño. Una cartela dice: Miserere mei, Domine (“ten compasión de mí, Señor”), solicitando el perdón de Cristo para merecer los frutos de la Redención. Al fondo, entre el paisaje rocoso, se levanta una ciudad amurallada que evoca a Jerusalén, como si fuera una ciudad medieval. 

Fernando Gallego, prescindiendo de las heridas y sangre de Cristo que suelen aparecer en la representación de la Piedad, concentra el dramatismo de la escena en la intensidad del abrazo de la Virgen a su Hijo y en la expresión de su rostro, y destaca la soledad de María, en una composición piramidal con su túnica roja -alusiva al dolor de la Pasión- y su manto azul.

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