jueves, 30 de abril de 2015

Michele Parrasio. Cristo yacente adorado por el papa Pío V

Cristo yacente adorado por el papa Pío V. 1572. Parrasio Micheli
Óleo sobre cobre. Medidas: 42 cm x 30 cm.
Museo del Prado. Madrid.

Nos recuerda el Martirologio romano la egregia figura del papa san Pío V, cuya vida y labor se sitúa en la etapa posterior al Concilio de Trento, cobrando especial relieve su labor en la promulgación de la Liturgia de la Iglesia y en su preocupación por la vida espiritual. Su condición de dominico le llevó a impulsar la devoción del Santo Rosario, especialmente con motivo de la creación de la Liga Santa, que habría de enfrentarse con los turcos en la batalla de Lepanto.

Hemos escogido para ilustrar su figura un magnífico cobre de Michele Parrasio. Hijo de un patricio veneciano, Michele Parrasio se formó en el taller de Tiziano para asociarse más tarde con Veronés, quien según cuenta Ridolfi, le proporcionaba dibujos para composiciones. Entre éstos figura uno conservado en el British Museum de Londres que reproduce la figura de Cristo muerto y el esqueleto bajo el lecho acompañados de la inscripción Qui mortem nostram muriendo destruxit.

Parrasio se sirvió en dos ocasiones del dibujo de Veronés: en esta obra y en un cuadro de altar para la iglesia veneciana de San Giuseppe realizado en 1573, que muestra al propio pintor adorando el cuerpo de Cristo. Dejando a un lado medidas y soportes, la pintura de San Giuseppe y ésta del Prado son idénticas, distinguiéndose únicamente porque en la segunda Parrasio ha sido sustituido por el papa Pío V, fallecido en 1572.

El contenido eucarístico de la pintura enlaza con la defensa hecha por el Concilio de Trento en su vigésimo tercera sesión (1551) de la teoría de la transubstanciación o conversión total del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo mediante el sacramento de la Eucaristía.Desconocemos cuando adquirió esta obra Felipe II que la depositó en El Escorial. Probablemente, y como sucediera con la otra pintura de Parrasio en su poder, la Alegoría del nacimiento del infante don Fernando, fue .remitida por el pintor sin que se le solicitase para ganar el favor del monarca y conseguir futuros encargos. De El Escorial pasó al Museo del Prado 

miércoles, 29 de abril de 2015

Giovanni di Paolo. Santa Catalina intercambia su corazón con Cristo

Santa Catalina intercambia su corazón con Cristo. XV. Giovanni di Paolo
Témpera y oro sobre tabla. Medidas: 28cm x 22cm.
Museo Metropolitano de Arte. nueva York

Catalina, iluminada por la luz de lo alto, intensificó sus plegarias, sus meditaciones y sus austeridades, esquivando la compañía de los hombres y mostrando de todas las maneras a su alcance la inflexibilidad de su resolución de no entregar a un simple mortal el corazón que fuera ya aceptado por el Rey de los Reyes.

Estas palabras están tomadas de la Biografía de Santa Catalina de Siena, escrita por fray Raimundo de Capua. Celebramos hoy la fiesta de la gran mística medieval, cuya intensa vivencia de la presencia de Cristo movió su existencia hasta las más altas cimas de la unión mística con la Trinidad.

Contemplamos, precisamente, una tabla de Giovanni di Paolo, que pertenece a una serie de representaciones de la santa pintadas para la predela de un gran retablo. Constituyeron el primer ciclo pictórico dedicado a santa Catalina de Siena. Se encargaron después de su canonización en 1460 y se basan en la biografía escrita por su confesor, Raimundo de Capua. Entre las características más notables es la disposición del espacio para potenciar su carácter místico.

martes, 28 de abril de 2015

Pere Teixidor. Salvator mundi

Salvator mundi. 1420-1430. Pere Teixidor
Temple y oro sobre tabla. Medidas: 183 cm x 134 cm.
Museo Nacional de Arte de Cataluña

Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.

Nos acercamos a Jesús, confesando en él la presencia del Hijo de Dios todopoderoso. Resucitado de entre los muertos, ya no muere más. Está sentado a la derecha del Padre Eterno, e intercede por nosotros, las ovejas de su rebaño.

La tabla que hoy contemplamos es el compartimento central de un retablo dedicado al Salvador. Procede de Estopiñán (Huesca). Cristo sostiene con la izquierda el mundo, mientras la derecha bendice, en presencia de los ángeles.

lunes, 27 de abril de 2015

Cristo flagelado y Pedro arrepentido

Cristo flagelado y Pedro arrepentido. 1510-1520. Anónimo Córdoba
Óleo sobre tabla. Medidas: 177 cm x 75 cm.
Gemäldegalerie Alte Meister. Dresde

«Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos: pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entra por mí, se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago: yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»

Leemos esta semana los textos del capítulo 10 de san Juan, en los que Jesús se presenta como el buen pastor y como la puerta por la que entra el rebaño. Jesús nos antecede en el camino de la salvación; nos lo abrió en su Pasión, Muerte y Resurrección. Por eso, hemos contemplamos hoy esta tabla conservada en el Museo de Dresde, procedente de Córdoba, en la que aparece Cristo atado a la columna y flagelado, y san Pedro, que llora a sus pies sus negaciones.

domingo, 26 de abril de 2015

Campaigne. El Buen Pastor

El Buen Pastor. XVII. Philippe de Champaigne
Óleo sobre lienzo. Medidas: 65 cm x 58 cm.
Museo de las Ursulinas. Mâcon.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Cristo resucitado es el Buen Pastor, que nos conduce por el valle de este mundo de sombras y muerte, hacia los pastos de la vida eterna. Cristo aparece no sólo como un pastor fiel que guía al rebaño, sino también como misericordioso pastor, que sale a buscar a la oveja perdida y la carga sobre sus hombres para devolverla a la seguridad del rebaño.

Esta imagen del Buen Pastor la contemplamos reflejada en el lienzo que hoy contemplamos, atribuido al pintor barroco francés Champaigne. El Señor aparece en pie, de cuerpo entero, llevando un cordero sobre los hombros.

viernes, 24 de abril de 2015

Pietro da Cortona. Ananías devuelve la vista a Saulo

Ananías devuelve la vista a Saulo. 1631. Pietro da Cortona
Óleo sobre lienzo.
Iglesia de Santa María de la Concepción de los Capuchinos. Roma

Cayó a tierra y oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» Preguntó él: «¿Quién eres, Señor?» Respondió la voz: «Soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra en la ciudad, y allí te dirán lo que tienes que hacer.» Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber. Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías.  El Señor lo llamó en una visión: «Ananías.» Respondió él: «Aquí estoy, Señor.» El Señor le dijo: «Ve a la calle Mayor, a casa de Judas, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando, y ha visto a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista.»

Llegamos en la lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles que hacemos en la Eucaristía al episodio de la conversión de san Pablo. Dicha conversión, más que del arrepentimiento de sus pecados, se refiere a su vuelta a Cristo, su girarse hacia Cristo reconociéndole como única vía de salvación prometida por Dios a Israel y venido en la plenitud del tiempo.

El lienzo que contemplamos hoy nos muestra a Ananías, en Damasco, curando a Saulo, que ha perdido la vista tras la visión del Señor que tuvo en el camino, desde Jerusalén. Curiosamente, están representados elementos típicos del bautismo: el siervo que porta una bandeja sobre la que posa un ánfora, tanto símbolo del agua como de los sagrados óleos; otro discípulo porta la vela encendida que está presente en el bautismo. Por fin, Ananías hace el signo de la cruz sobre su frente.

jueves, 23 de abril de 2015

Lambert Sustris. El bautismo del eunuco por Felipe


El bautismo del eunuco etíope por el diácono Felipe, 1545-1550. Lambert Sustris
Óleo sobre lienzo, 71 x 132 cm 
Museo del Louvre, París. Francia

En el libro de los Hechos de los apóstoles 8, 26-40, nos relata el acontecimiento que hoy vemos en esta imagen, en que Felipe, después de explicar el sentido de las escrituras y anunciar la Buena Noticia, bautiza al hombre que manifestó creer de todo corazón en Cristo.

Felipe se pone en camino hacia el sur obedeciendo a un ángel y allí se encuentra su misión. El mensaje cristiano está marcado a menudo por llamamientos a nuestro esfuerzo o nuestros servicios, tanto en el caso de Felipe, como en el del eunuco, que sirven y trabajan, uno explicando y otro intentando entender. Un extraño acceso se abre a la fe de forma inesperada ya que, a los que están abiertos a la acción del Espíritu  Santo éste obra en sus mentes y corazones, moviendolos a la conversión.

Dios puede hablarnos en cualquier lugar para enviarnos a cualquier parte.No importa donde nos encontremos, el Señor nos indicará hacia donde debemos ir, aunque en ocasiones no encontremos lógica humana en ello. Felipe da testimonio de esto, fue enviado a un camino poco utilizado, hacia el sur, bajando de Jerusalén hacia Gaza, un camino desértico, donde aparentemente no había nada ni nadie. Muchas veces nuestros ojos no pueden ver lo que nuestro Señor ve. Dios pide que hablemos el Evangelio a toda criatura, pues El no hace acepción de personas. El etíope, un hombre gentil, no era judío claro esta, era quizás, un hombre de raza negra (africano) ;aparentemente había venido a Jerusalén para adorar, lo que significa que simpatizaba, o estaba persuadido del Dios de los judíos. Era un esclavo, pero funcionario de la Reina Candace, éste era el que cuidaba de todos los tesoros de la reina, algo así como el recaudador de Impuestos en la actualidad. Aunque eunuco (castrado por servir en casa de la reina) gozaba de cierto nivel social y posición económica. Había venido desde Egipto para adorar, y además se presentó la oportunidad de poder conseguir parte de la Escritura. Específicamente el Libro de Isaías, estaba deseoso de saber más. Era hombre necesitado en su interior, en busca de la verdad, y de algo que llenara el vacío de su vida. Y ahora estaba a punto de encontrar esta verdad. Dios en su soberana voluntad por medio de su Palabra despierta la inquietud.

Cuando Dios habla, su Palabra es como espada de dos filos, penetra, y además corta hacia dos lados. El Espíritu de Dios le habló a Felipe para que se acercara al carro del Etíope, y Felipe no solo obedeció, sino se esforzó, seguramente tuvo que alcanzar al carro del etíope. La predicación del Evangelio involucra esfuerzo.

Felipe captó la necesidad del funcionario,y tomo como referencia el pasaje que leía el etíope, (Isaías). Presentó el plan de Salvación. Y algo precioso sucedió el etíope, aceptó a Jesucristo como Salvador personal. Esta es la obra de Dios. El etíope tuvo la certeza de su salvación, pero fue mas allá este hombre quería ser bautizado inmediatamente. Reconocía la autoridad de Felipe , sabía también que esta era una oportunidad propicia. Por ello el no dudó en pedírselo a Felipe: “…he aquí agua, ¿que impide que sea bautizado?. No fue cosa fácil dar respuesta a esta pregunta. Ya que Felipe necesitaba estar seguro que la profesión de Fe del nuevo integrante. Entonces respondió: “si crees de todo corazónbien puedes” Y la respuesta fue contundentemente clara: “creo que Jesucristo es el hijo de Dios.” Y el Eunuco fue bautizado.

Debemos estar atentos a la voz de Dios, no importa el lugar, las circunstancias, el peligro ni las personas. Nunca sabremos donde estará la última persona que está siendo tocada por el Espíritu Santo; por ello debemos incansablemente seguir en la tarea de llevar el Evangelio. Dios obrará por medio de su Espíritu y los hombres vendrán al conocimiento de la Verdad.

El artista se recrea en un ambiente sereno, una ciudad al fondo, un encuentro de personajes en el camino y el rió como fuente salvífica. Toda la escena se llena de una bucólica paz con coloridos serenos que invitan a quedarse y contemplar éste fantástico paisaje en el que se desenvuelve todo.

miércoles, 22 de abril de 2015

Yáñez de la Almedina

Cristo eucarístico. 1515-1518. Fernando Yáñez de la Almedina
Óleo sobre tabla. Medidas: 68 cm x 54 cm.
Galería Caylus. Madrid

«Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.»

Seguimos con el discurso eucarístico de Jesús, según el Evangelio de san Juan. Por eso, contemplamos hoy una tabla de Yáñez de la Almedian, que nos muestra un retrato del Señor en relación con la Eucaristía. La iconografía del Salvador Eucarístico tiene gran tradición en la Pintura Valenciana desde finales del siglo XV hasta mediados del XVI con las obras de Juan de Juanes. Estilísticamente la tabla que hoy contemplamos pertenece al período entre 1515 y 1519, año en que Yáñez de la Almedina abandona la ciudad a causa de la peste o de la Revuelta de las Germanías (1519-1521) para regresar a su Almedina natal.

Cristo aparece sosteniendo con la mano izquierda el cáliz, sobre el que se yergue la Sagrada Hostia; la mano derecha está bendiciendo. La tabla ostenta una inscripción latina, grabada y dorada: Hoc est enim corpus meum. Hic est enim cálix sanguinis mei novi et eterni testamenti misteriu fidei qui pro vobis et promultis effendetur in remissionem peccator. Es decir: Esto es mi Cuerpo. Este el cáliz de mi sangre, de la nueva y eterna alianza, del misterio de la fe que por vosotros y por los muchos se derrama en remisión de los pecados. En esencia, responde a las palabras que pronuncia el sacerdote durante la Consagración

martes, 21 de abril de 2015

Juan de Juanes. Martirio de san Esteban

Martirio de san Esteban. 1562. Juan de Juanes
Óleo sobre tabla. Medidas: 160 cm x 123 cm.
Museo del Prado. Madrid

Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y, con estas palabras, expiró. Saulo aprobaba la ejecución.

La primera lectura de la Eucaristía de hoy pone ante nuestros ojos el primer martirio, la primera confesión hasta la muerte, de un discípulo de Cristo. La muerte de san Esteban abre el camino a una gloriosa serie, que todavía perdura en nuestros días.

Contemplamos la escena en una tabla pintada por Juan de Juanes. Mientras el santo se encomienda a Dios, los expresivos sayones lapidan con ira a Esteban vestido con ropa de diácono. Al fondo aparece Saulo, el futuro San Pablo, contemplando la escena enmarcada por un característico paisaje salpicado de ruinas clásicas, obeliscos y pirámides, según los modelos de Rafael que se repiten en casi toda la obra de Juan de Juanes. Fue pintada para el retablo de San Esteban de Valencia, junto a otras escenas de la vida del santo.

lunes, 20 de abril de 2015

Jaime Huguet. Santa Cena

Santa Cena. 1470. Jaume Huguet
Temple y oro sobre tabla. Medidas: 170 cm x 161 cm.
Museo Nacional de Arte de Cataluña

Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.

Leemos en la Eucaristía el comienzo del discurso eucarístico de Jesús: es el pan de vida, el alimento que perdura para la vida eterna. El Sacramento fue instituido por Jesús en la Última Cena, cuando se entregó por nosotros. Por eso, contemplamos una tabla de la Santa Cena, pintada por el autor gótico catalán Jaime Huguet. Se trata de un compartimento del retablo de San Agustín. Procede del altar mayor de la iglesia del convento de Sant Agustí Vell, Barcelona.

Jesús aparece sentado en el centro, con una mano sosteniendo el cáliz y la otra bendiciendo. En una bandeja está el cordero pascual, y varios panecillos están depositados sobre la mesa. Junto a Jesús están Pedro y Juan, que inclina la cabeza sobre el Señor. En ese momento, Judas, sentado de espaldas, tiene la mano extendida a la bandeja de la comida.

domingo, 19 de abril de 2015

Juan Bautista Maíno. Resurrección de Cristo

Resurrección de Cristo. 1612. Juan Bautista Maíno
Óleo sobre lienzo. Medidas: 295 cm x 174 cm.
Museo del Prado. Madrid

El 14 de febrero de 1612 Juan Bautista Maíno firmaba en Toledo el contrato para realizar las pinturas que conformarían el retablo mayor de la Iglesia Conventual de San Pedro Mártir, en la misma ciudad. Maíno se comprometía a realizar el retablo en el plazo de ocho meses, pintando las historias o asuntos requeridos por el prior del convento. Pese al compromiso establecido en el contrato, las pinturas no estuvieron concluidas hasta diciembre de 1614. Entre ambas fechas el artista ingresó en la Orden y en el propio convento, tras profesar el 27 de julio de 1613.

Los temas principales eran las representaciones más importantes de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su resurrección gloriosa, y se conformaban por ello en imágenes básicas del mundo católico, las fiestas mayores del año eclesiástico, conocidas como las Cuatro Pascuas. El resto de las obras que componían el conjunto, realizadas en un formato más reducido, eran también bastante populares, pero constituían sobre todo ejemplos de la quietud y el desapego mundano a los que aspiraba la vida monástica.

Situada en el segundo cuerpo del retablo, esta composición representa la resurrección de Cristo. Siguiendo el relato del evangelista San Mateo, Maíno ha simplificado el pasaje evangélico y ha obviado la presencia del ángel que describe Mateo y que suele ser un elemento habitual en la representación. Cristo ocupa la parte central de la tela, alzado sobre el sepulcro y apoyado en una minúscula nube grisácea. En la parte inferior de la composición se han situado cuatro figuras que flanquean al resucitado. La fórmula repite la iconografía al uso, aunque sólo dos de ellas son los guardias referidos en el Evangelio. Maíno los ha convertido en soldados del siglo XVII, vestidos con brillantes armaduras que recuerdan a las de los tercios españoles..

sábado, 18 de abril de 2015

Cristo camina sobre el lago Tiberiades


Cristo camina sobre el lago Tiberiades. 1560. Obra de Jacopo Robusti, Tintoretto.
Óleo sobre lienzo, 117 × 168,5 cm

El evangelista san Juan en el evangelio de hoy ( Jn 6, 16-21)  nos narra una situación algo insólita, Cristo camina sobre las aguas. La marcha de jesús sobre las aguas esta enmarcada, dentro del evangelio, dentro del discurso del pan de la vida y denominado como el quinto signo.

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafárnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago, y se asustaron. Pero él les dijo: Soy yo, no temáis. Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.

San Juan escribe en un momento en que las comunidades se enfrentaban a un viento contrario, tanto de parte de algunos judíos convertidos que querían reducir el misterio de Jesús a profecías y figuras del Antiguo Testamento, como de parte de algunos paganos convertidos que pensaban que fuera posible una alianza entre Jesús y el imperio. Juan trata de ayudar a las comunidades a descubrir el misterio que envuelve a la persona de Jesús evocando los textos del Antiguo Testamento que aluden al éxodo y el paso, en confianza y no sin la dificultad, del mar Rojo.

Hemos visto a Jesús ayer en la montaña, en el cuarto signo, multiplicando el pan y los peces, ante una muchedumbre hambrienta y deseosa de eventos milagrosos que sacien su fe. La esperanza de la época, el Mesías repetiría el gesto de Moisés de alimentar al pueblo en el desierto. Por esto, de acuerdo con la ideología oficial, el pueblo pensaba que Jesús era el mesías y, por ello, quiso hacer de él un rey.  

Ahora y según el paralelo del evangelio de Marcos, Jesús obligó a sus discípulos a embarcar inmediatamente y a ir para el otro lado del lago (Mc 6,45). Quería evitar que ellos se contaminaran con la ideología dominante.la situación de los discípulos. Esta llamada del pueblo era una tentación tanto para Jesús como para los discípulos. 

Ya era tarde. Los discípulos bajaron al mar, subieron a la barca y se dirigieron a Cafarnaún, al otro lado del mar. Juan dice que ya había oscurecido y que Jesús todavía no había venido a ellos. Además de esto, soplaba un fuerte viento y la mar había empezado a encresparse.Cristo esta en la agitación confortando y fortaleciendo la fe de quienes han de de seguir, tras él, ante las mas duras adversidades, predicando ante tentaciones y persecuciones que los llevaran a confiar de manera plena en Jesús.

Las comunidades en el imperio romano, como apuntaba al principio: al igual que los discípulos, vivían en medio de la noche, con el viento contrario y el mar agitado y ¡Jesús parecía ausente! Entonces Jesús se acerca y dice: “¡Soy yo! ¡No temáis!” Y nos hace recordar el pasaje de Emaus, o la revelación a Moisés en la zarza ardiente y como no el paso de mar Rojo. Un mar que para este pueblo era símbolo del abismo, del caos, del mal (Ap 13,1). Jesús se enfrenta a este mar de adversidad y revela su divinidad dominando y venciendo a éste, impidiendo que la barca de sus discípulos sea tragada por las olas. Después ante la confianza en el maestro y querrer recogerlo, llegan a puerto seguros. "la barca toco tierra en el lugar al que se dirigían" con Cristo.

Hemos vuelto al Tintoreto debido a la fuerza de su trabajo, ya manierista y que nos hace captar la dramatización del momento. Un mar agitado, un cielo tormentoso, tierra cercana pero no segura, una barca sin rumbo, en movimiento y en contraste  una figura casi fantasmagórica de Cristo que aparece como una firme columna en medio de tal tempestad. El claroscuro hace que nos fijemos enseguida en la figura iluminada fuertemente del primer plano, Cristo, y en la barca del fondo agitada por las aguas. Los discípulos agitados parecen reconocer la Señor pero un caótico y embravecido mar se pone en medio de ellos.

viernes, 17 de abril de 2015

Juan de flandes. Multiplicación de los panes y los peces

Multiplicación de los panes y los peces.1496-1504. Juan de Flandes
 Óleo sobre tabla. Medidas: 21 cm x 16 cm.
Palacio Real. Madrid

Leemos hoy el relato de la multiplicación de los panes y los peces. Dice el Evangelio que una multitud seguía a Jesús, a causa de los signos que había realizado. Se sube a un monte, junto al Lago de Galilea, en cuyas faldas había mucho gente, donde manda se siente la gente. Andrés le dice que un joven tiene cinco panes y dos peces.

Esta escena fue pintada por Juan de Flandes, el autor que venimos contemplando estos días de pascua. Esta Tabla de la Multiplicación de los panes y los peces forma parte del llamado Políptico de Isabel la Católica, un conjunto extraordinario de tablas con escenas de la vida y Pasión de Cristo, que muestran la clase de religiosidad de carácter privado de la reina. Su reducido tamaño permitió que pudieran acompañarle en sus viajes, como lo corrobora el hecho de que aparecieran en Medina del Campo cuando la reina murió en 1504.

Cristo aparece sobre un púlpito, bendiciendo al niño que le presenta la cesta con los panes y una bandeja con dos peces, en presencia de una multitud que llena un valle rocoso, que tiene como fondo el mar. La escena se caracteriza por la gran serenidad. Un discípulo que atiende a una mujer con un niño confiere al conjunto una nota de humanidad.

jueves, 16 de abril de 2015

Bartolomé Bermejo. Flagelación de Santa Engracia

Flagelación de santa Engracia. 1478. Bartolomé Bermejo
Óleo sobre tabla. Medidas: 92 cm x 52 cm.
Museo de Bellas Artes de Bilbao

Martirologio Romano: En Zaragoza, en la Hispania Tarraconense, España, santa Engracia, virgen y mártir, que sufrió duros suplicios, quedándole las llagas como testimonio de su martirio. († siglo IV)

Engracia era la joven novia que viaja desde Braccara, en Galecia, hasta el Rosellón, en Francia, para reunirse con su amado. Dieciocho caballeros de la casa y familia la acompañan y le daban cortejo. Al llegar a Zaragoza y enterarse de las atrocidades que estaba haciendo el prefecto romano, se presentaó espontáneamente ante Daciano para echarle en cara la crueldad, injusticia e insensatez con que trataba a sus hermanos. Terminó martirizada, con la ofrenda de su vida y la de sus compañeros.

Las tardías actas del martirio describen los hechos martiriales de forma convencional. El diálogo entre la frágil doncella y el cruel mandatario aparece duro y claro; ella emplea razonamientos plenos de humanidad y firmes en la fe con los que asegura la injusticia cometida, la existencia de un Dios único a quien sirve, la necedad de los dioses paganos y la disposición a sufrir hasta el fin por el Amado; él utiliza los recursos del castigo, la amenaza, la promesa y el regalo. En resumen, la pormenorizada y prolija descripción del tormento de la joven cuenta que primero es azotada, luego sufre los horrores de ser atada a un caballo y arrastrada, le rajan el cuerpo con garfios, llegan a cortarle los pechos y le meten en su cuerpo un clavo; para que más sufra, no la rematan, la abandonan casi muerta sometida al indecible sufrimiento por las heridas hasta que muere. Los dieciocho acompañantes fueron degollados a las afueras de la ciudad.

Un siglo más tarde del glorioso lance cantó Prudencio en su Peristephanon las glorias de los innumerables mártires cesaraugustanos, nombró a los dieciocho sacrificados y a la joven virgen Engracia, invitando al pueblo a postrarse ante sus túmulos sagrados.

miércoles, 15 de abril de 2015

Juan de Flandes. Cristo resucitado se aparece a María

Cristo resucitado se aparece a María. 1496. Juan de Flandes
Óleo sobre tabla. Medidas: 62 cm x 37 cm.
Museo Metropolitano de Nueva York

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

Este texto pertenece al capítulo tercero del Evangelio según san Juan. Son las palabras de Jesús, en su diálogo con Nicodemo, que leemos en la Eucaristía de hoy. Si el amor de Cristo hacia el mundo fue tal, dicho amor encontró en la piedad católica una especial expresión en la manifestación del resucitado a María, su madre.

Contemplamos dicha escena en una tabla, cuya historia es muy interesante. Se trata del lateral derecho de un tríptico, pintado por Juan de Flandes para la Capilla Real de Granada, como encargo de los Reyes Católicos. Pero dicho tríptico no es sino una copia del llmado Tríptico de Miraflores, de Roger van der Weyden, que se veneraba en la Cartuja hasta que las tropas francesas los robaron a principios del siglo XIX, terminando en la Galería de Pintura de Berlín.


La obra está estructurada en dos partes. Dentro del marco de una arco gótico, está la habitación en la que Cristo se muestra a María, dejando ver las llagas de pies y manos. Al fondo, por un ventanal, se ve la resurrección del Señor, en un sepulcro situado en medio de un paisaje despejado, con los soldados tendidos por el suelo en presencia del ángel.

martes, 14 de abril de 2015

Juan de Flandes. Camino de la Cruz

Camino del Calvario. 15012. Juan de Flandes
Óleo sobre tabla.
Retablo Mayor de la Catedral de Palencia

Le contestó Jesús: «Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.»

Leemos en la liturgia de este segundo martes de Pascua un fragmento del diálogo entre Nicodemo y Jesús. Contemplar al Hijo del Hombre crucificado se convierte, para los creyentes, en acceso a la vida eterna. Por eso, hemos vuelto a escoger una nueva tabla del Retablo mayor de la catedral Palentina, en la que Juan de Flandes nos presenta al Señor, cargando con la cruz, hacia el Calvario. Un soldado arrastra al Señor con una cuerda, y el Cirineo le ayude, por detrás, a llevar la Cruz. La Verónica, arrodillada, muestra el paño en el que quedará grabada la imagen del Señor. Un soldado, al fondo, lleva la lanza, que en la tabla de la Crucifixión expuesta en el Prado, que se pintó para este retablo, también aparece.

domingo, 12 de abril de 2015

Caravaggio. La incredulidad de Tomás

La incredulidad de Tomás, 1602. Caravaggio
Óleo sobre lienzo, Medidas: 107x 146 cm
Palacio de Sanssouci, Potsdam, Alemania

El segundo domingo de Pascua leemos, tal como sucedió aquel día una semana después de la Resurrección del Señor, el relato de la duda de Tomás, según el evangelio de san Juan. Tomás se niega a creer en al Resurrección, y pide poder meter su mano en la llaga del costado del Señor.

Caravaggio pintó este tema para la familia Giuliani, que lo mantuvo en su colección hasta que pasó al Neue Palais de Postdam. Caravaggio ha ejecutado una composición que converge completamente en el punto de la llaga con el dedo metido, de tal modo que la atención de los personajes del lienzo y la de los espectadores contemporáneos se ve irremisiblemente atraída por esta prueba física. El habitual naturalismo descarnado de Caravaggio se vuelve aquí casi de sentido científico: la luz fría cae en fogonazos irregulares sobre las figuras, iluminando el cuerpo de Cristo con un tono amarillento, que le hace aparecer como un cadáver, envuelto aún en el sudario (no es una túnica). El pecho todavía está hundido y pareciera que la muerte se resiste a dejarlo marchar al mundo de los vivos, manteniendo sus huellas en el cuerpo de Jesús.

sábado, 11 de abril de 2015

Juan de Flandes. Entierro de Cristo

Entierro de Cristo. 15012. Juan de Flandes
Óleo sobre tabla.
Retablo Mayor de la Catedral de Palencia

Hace una semana asistíamos a la muerte y entierro de nuestro Señor Jesucristo. La alegría de la Pascua no borra nuestro agradecimiento al Señor quien, como dice san Pablo en su himno de la Carta a los Filipenses, se hizo por nosotros obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz.

Todos estos días hemos venido contemplando la obra de Juan de Flandes, especialmente las tablas que pintó para el retablo mayor de la catedral palentina. Hoy seguimos con el Entierro del Señor. Nicodemos y José de Aritmatea proceden a depositar el cadáver de Jesús en una tumba, mientras María, enlutada, es consolada por Juan, y la Magdalena está a los pies del sepulcro con un frasco para los ungüentos. Las otras tres Marías también están a los pies del sepulcro, y en el centro hay un personaje que ha sido identificado como el propio Juan de Flandes. Un perro, símbolo de la fidelidad, huele en primer plano unas piedras preciosas de colores, símbolo de la grandeza del momento. Por detrás, un ángel contempla la escena; y todavía otro personaje, con un manto rojo, dirige su mirada hacia nosotros en primer plano. Al fondo, desde un óculo abierto en la pared, un búho nos invita a la vigilancia.

viernes, 10 de abril de 2015

Juan de Flandes. Ecce Homo

Ecce Homo. 15012. Juan de Flandes
Óleo sobre tabla. Medidas: 78 cm x 126 cm.
Retablo Mayor de la Catedral de Palencia

Este primer viernes de Pascua, volvemos sobre la historia de la Pasión del Señor a través de las excepcionales tablas que Juan de Flandes pintó para el retablo mayor de la Catedral palentina. Contemplamos este Ecce Homo, en el que aparece Cristo después de la flagelación, coronado de espinas, revestido de púrpura y con el cetro que le pusieron en la mano para burlarse. Un rico judío, al que se distingue por la bolsa que cuelga de su cinturón, se dirige con burla hacia él.

La alegría del tiempo de Pascua no borra el recuerdo de la penosa Pasión por la que el Señor llegó a la gloria de la Resurrección. Sus cicatrices nos han curado, y sólo su inmenso amor triunfó sobre la maldad de quienes procuraron su muerte.

jueves, 9 de abril de 2015

Juan de Flandes. Cristo resucitado se aparece a la Virgen con los redimidos de la Antigua Alianza.

Cristo se aparece a la Virgen. 15000. Juan de Flandes
Óleo sobre tabla. Medidas: 21 cm x 15 cm.
National Gallery. Londres

Y les dijo: «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.» Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»

Leemos en la Eucaristía de este Jueves de la Octava de Pascua el siguiente relato del Evangelio según san Lucas. Cristo resucitado se aparece a los discípulos que, atónitos, son incapaces de creer lo que están viendo. El Señor, como hizo con los discípulos de Emaús, les explica que su Pasión y muerte estaba profetizada.

Hemos escogido una nueva tabla de Juan de Flandes, esta vez procedente de la National Gallery de Londres, procedente de un altar pintado para Isabel la Católica. Aparece Cristo resucitado, sentado, ante la Virgen, en su alcoba. Detrás de Cristo, se muestra la multitud de los rescatados por el Señor.

miércoles, 8 de abril de 2015

Juan de Flandes. Cristo y los discípulos de Emaús

Cristo y los discípulos de Emaús. 15012. Juan de Flandes
Óleo sobre tabla. Medidas: 78 cm x 115 cm.
Retablo Mayor de la Catedral de Palencia

La liturgia del Miércoles de la Octava de Pascua se centra en la manifestación del Resucitado a los dos discípulos que volvían a su pueblo, Emaús. Contemplamos la escena en una nueva tabla de Juan de Flandes, pintada para el Retablo Mayor de la Catedral de Palencia.

Cristo aparece al fondo, con un nimbo sencillo sobre su cabeza. Está enmarcado por un adorno arquitectónico, dentro de una habitación de grandes proporciones. En torno a una mesa redonda están sentados los dos discípulos. Uno de ellos porta el típico bordón de los peregrinos compostelanos. Sobre la mesa hay un pan y otros diversos utensilios. Jesús están partiendo en dos trozos el pan, tal como afirma el relato del Evangelio según san Lucas.

Conocemos poco la vida de Juan de Flandes. Su existencia sólo está documentada a partir del momento en que llegó a Castilla, en 1496, para asumir las funciones de pintor de la Corte al servicio de la reina Isabel la Católica hasta la muerte de ésta en 1504.

Probablemente seguidor de la escuela pictórica de Brujas, y por lo tanto indirectamente de Jan van Eyck, Juan de Flandes realizó durante su periodo español numerosas obras en las que aúna la perfección técnica y el dominio de la composición con una extraordinaria sensibilidad hacia la luz y el paisaje castellanos.

martes, 7 de abril de 2015

Juan de Flandes. Cristo se aparece a la Magdalena

Cristo se aparece a la Magdalena. 1506-1519. Juan de Flandes
Óleo sobre tabla.
Retablo Mayor de la Catedral de Palencia

Leemos en la liturgia del Martes de Pascua el relato de la aparición del Resucitado a María Magdalena, tal como nos lo cuenta el Evangelio según san Juan. Es un tema de la iconografía cristiana que ha adoptado el nombre Noli me tangere, debido a las palabras de Jesús a la Magdalena: No me toques, que aún no he subido al Padre.

En la imagen de la tabla del Retablo de la Catedral de Palencia, aparece Cristo revestido con un manto púrpura, llevando un báculo en forma de cruz, en el que ondea un pendón blanco con la cruz roja. María, vestida con ricos ropajes renacentistas, lleva en la mano un frasco verde, para los ungüentos.

domingo, 5 de abril de 2015

Juan de Flandes. Cristo Resucitado

Cristo Resucitado. 1506-1519. Juan de Flandes
Óleo sobre tabla.
Retablo Mayor de la Catedral de Palencia

CRISTO HA RESUCITADO. Aleluya. Este gozoso mensaje ha cambiado el curso de la historia humana, redimida por Dios y convertida en Historia de Salvación.

Contemplamos el radiante mensaje de Cristo resucitado, en la representación que para el Retablo Mayor de la Catedral palentina pintó Juan de Flandes. Aparece el Señor desnudo, cubierto con el manto púrpura de su realeza, que le fue impuesto como burla por los soldados. Lleva en la mano izquierda un báculo en forma de cruz; su mano derecha está extendida en actitud de bendecir, mostrando la herida del clavo. Su pecho desnudo también permite ver la lanzada con la que fue atravesado una vez muerto.

Jesús aparece en pie, entre los soldados que, según el relato de san Mateo, hacían guardia ante su tumba, que aparece al fondo como una puerta que da acceso a una gruta excavada en una montaña; dos soldados al fondo hacen guardia; después aparecen tendidos en el suelo ante Jesús.

sábado, 4 de abril de 2015

Lamentación sobre Cristo muerto

Lamentación sobre Cristo muerto. 1340-1345. Maestro del Códice de san Jorge
Témpera y oro sobre tabla. Medidas: 39 x 27 cm
Museo Metropolitano de Arte. Nueva York

Jesús murió y fue sepultado. La escena entra en la más normal y dolorosa experiencia humana. Nuestra fe, sin embargo, nos pone de manifiesto que muriendo el Autor de la Vida, destruyó nuestra muerte y nos abrió el camino hacia la vida eterna. Sin embargo, este Sábado Santo asistimos con los testigos de la Pasión del Señor a su doloroso deber de sepultar el cadáver de Jesús.

La tabla de contemplamos, pintada por un autor conocido como el Maestro del Códice de San Jorge, debido a sus iluminaciones sobre dicho manuscrito, que se conserva en la Biblioteca Vaticana, nos ofrece una visión devocional de dicho momento. Fue pintada en el entorno de Avignon, donde se encontraba la corte papal. Conjuga influencias sienesas con otras propias del gótico francés.

El cadáver de Jesús reposa sobre el regazo de la Virgen maría, vestida de un intenso azul, y de las tres Marías que lo acompañaron hasta el final. San Juan se inclina sobre la Virgen para consolar su gesto de dolor. Nicodemo y José de Aritmatea se distinguen de otros dos personajes por el nimbo que ostentan sus cabezas; uno de ellos porta la sábana para embalsamarlo; otro de los personajes de la izquierda muestra el martillo con el que lo han desclavado de la cruz, en la que se ven llamativos restos de sangre.

viernes, 3 de abril de 2015

Juan de Borgoña el Joven. Entierro de Cristo

Entierro de Cristo. 1535-1540. Juan de Borgoña el Joven
Óleo sobre lienzo. Medidas: 265 x 205 cm
Museo Nacional de Escultura. Valladolid

VIERNES SANTO. Silenciosos contemplamos el misterio de la Santa Cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el que la muerte fue vencida en la muerte del Señor.

El lienzo que contemplamos fue pintada por el hijo de Juan de Borgoña. La escena se organiza en torno a la figura de Cristo muerto, colocado en posición semierguida sobre el regazo de la madre llorosa y enlutada; sus pies reposan sobre el manto de Magdalena que se dispone a derramar el perfume sobre su cuerpo, mientras San Juan le sostiene delicadamente la cabeza, ya liberada de la espinosa corona abandonada en primer termino junto con los clavos; las tenazas que los arrancaron aún están en la mano de Nicodemo quien, situado detrás del Evangelista, se dirige a las otras Marías. En segundo plano a la izquierda, el Calvario del que ha sido descendido, y a la derecha la tumba en que va a ser depositado, con José de Arimatea preparando el sepulcro. 

Entre ambos elementos la vista de una ciudad lejana y un extenso paisaje montañoso, contribuye a dar profundidad de la escena. En el bien trabado grupo de personajes, el pálido tono del cuerpo muerto de Jesús se recorta contra los tonos oscuros del ropaje de la Virgen y las Marías, que contrastan con los claros de la Magdalena y el rojo manto de San Juan. Los tipos humanos, del delgados rostros afilados hacia la barbilla y narices restas son característicos del pintor.

Esta pintura, procedente del monasterio de San Benito el Real de Valladolid, fue considerada por Bosarte como obra de Fernando Gallego, y la sitúa en una capilla de la iglesia del monasterio; Rodríguez Martínez, menos rotundo, la considera de autor desconocido afín a las obras del citado Fernando Gallego; Wattenberg la atribuyó al Maestro de San Antonio. Ha sido Brasas Egido quien la ha desligado acertadamente de estas atribuciones considerándola como obra del Renacimiento castellano con influencia flamenca, añadiendo que antes de llegar al museo estuvo colgada en la capilla del Colegio de San Gregorio. 

Desde que Casaseca publicó la documentación sobre la existencia de un hijo de Juan de Borgoña trabajando en tierras de Zamora en colaboración con Lorenzo de Ávila, muchas tablas que habían venido atribuyéndose al Maestro de Pozuelo, al Maestro de Toro e, incluso, al Maestro de Astorga por Post, Angulo y Talegón, comenzaron a encontrar paternidad en estos dos pintores. En efecto, Talegón y otros publicaron tablas aceptando la nueva documentación y atribución. Recientemente, Iruñe Fiz Fuertes trabaja sobre las personalidades de Juan de Borgoña, hijo, y de Lorenzo de Ávila, dentro del marco de las comarcas de León y Zamora y sus conexiones con Valladolid y Toledo. 

Los modelos de la tabla de Cristo muerto son típicos de Juan de Borgoña hijo, y vemos repetidos los de Cristo, Nicodemo y la Virgen en una Resurrección que apareció en el comercio francés en 1986 y en el retablo de Castrogonzalo (Zamora). La característica esencial de este pintor está en sus rostros delgados, que se afilan hacia la barbilla, de narices rectas, y el cadencioso movimiento de sus figuras heredado de pintores toledanos de su misma generación, concretamente de Juan Correa de Vivar, con cuya Piedad procedente del monasterio de San Martín de Valdeiglesias -hoy en el Museo de Bellas Artes de Málaga- guarda la que estudiamos no pocas similitudes. Lo mismo ocurre con la postura del San Juan, semejante a la de este mismo santo sujetando a María, en una Crucifixión que pintó Correa de Vivar para los Colón y Mendoza, fechada en Toledo en 1540 y que se halla en una colección privada de Barcelona. 

jueves, 2 de abril de 2015

La Última Cena

La última Cena. XI. Anónimo
Pintura al fresco
Colegiata de San Isidoro de León

El Jueves Santo comenzamos el Sacro Triduo de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, con la celebración de la ültima Cena del Señor. La noche antes de su muerte, Jesús celebró con sus discípulos una cena de ambiente pascual, con la que quiso dar un sentido final y definitivo no sólo a su vida, sino también a su cercana muerte, dejándonos la Eucaristía como memorial de su triunfo pascual, y como presencia real de su divinidad en la Iglesia.

Contemplamos la escena en la representación que de la misma se pintó en una de las bóvedas del Panteón Real de la Colegiata de San Isidoro de León. Durante mucho tiempo, estos frescos fueron adscritos al estilo francorrománico, que penetró en España gracias a los caminos de peregrinación y a los contactos políticos con Francia, y que se estableció en las tierras leonesas. Su desarrollo significó la erradicación definitiva de los restos de bizantinismo, del simbolismo excesivo y la riqueza de los atavíos. Algunos expertos ven esta huella francesa en el predominio de fondos blancos, en la predilección por pocos colores fundamentales aplicados en superficies lisas y en su rudeza y gran expresividad.

miércoles, 1 de abril de 2015

Schalcken. La traición de Judas

La traición de Judas. 1665-1670. Taller de Godfried Schalcken
Óleo sobre lienzo. Medidas: 53 cm x 45 cm.
Museo del Prado. Madrid

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?» Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

Este escueto relato introduce en el Evangelio según san Mateo la Pasión del Señor, y se nos propone este Miércoles Santo en la Liturgia para nuestra meditación. El poder del mal ensombrece la Creación y se dispone a acabar con Jesús. Por eso, hemos escogido una obra llena de luz y tiniebla para contemplar esta escena.

La Traición de Judas, que procede de la colección del duque de Pastrana, deriva de un original sobre tabla firmado, procedente de la colección del duque de Bouillon. Las tinieblas que cubren la escena solo están rotas por la luz de una vela y de un candil, que iluminan las caras de los tentadores y del traidor. Sobre un tapete verde, se ven siete de las monedas, mientras Judas lleva en la mano una bolsa llena, que queda colgando en la semipenumbra.

Godfried Schalcken (Made, Brabante Septentrional, 1643 – La Haya, 1706), fue un pintor holandés conocido por el frecuente uso en su pintura de la iluminación artificial, interesado en la captación de los efectos de luz sobre la materia.