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sábado, 31 de octubre de 2015

Zurbarán. Batalla de El Sotillo

Batalla de El Sotillo. 1637. Zurbarán
Óleo sobre lienzo. Medidas: 335 cm x 191 cm.
Museo Metropolitano de Arte. Nueva York

Terminamos el mes de octubre, dedicado al Santo Rosario, y lo queremos hacer con un lienzo de Zurbarán que describe la milagrosa intervención de la Virgen María en la acción de El Sotillo: el año 1370, tropas cristianas se salvaron de una embocada mora, cuando una milagrosa luz iluminó la noche, resultando ser una aparición de la Virgen. Zurbarán pintó este lienzo para la Cartuja de Nuestra Señora de la Defensión, en Jerez de la Frontera (Cádiz).

viernes, 30 de octubre de 2015

Fernando Gallego. La Piedad

La Piedad. 1465. Fernando Gallego
Técnica mista sobre tabla. Medidas: 118cm x 111cm.
Museo del Prado. Madrid. España

Contemplamos este viernes el misterio de la Cruz, por el que hemos recibido la salvación. Por eso, contemplamos una Piedad, que representa el dolor de la Virgen por su hijo muerto, la Piedad, abrazando el cuerpo inerte de Cristo apenas cubierto por el paño de pureza, y con la Cruz, símbolo de su martirio, tras ellos. En su obra, Fernando Gallego sitúa a la izquierda a los anónimos donantes, representados a menor tamaño. Una cartela dice: Miserere mei, Domine (“ten compasión de mí, Señor”), solicitando el perdón de Cristo para merecer los frutos de la Redención. Al fondo, entre el paisaje rocoso, se levanta una ciudad amurallada que evoca a Jerusalén, como si fuera una ciudad medieval. 

Fernando Gallego, prescindiendo de las heridas y sangre de Cristo que suelen aparecer en la representación de la Piedad, concentra el dramatismo de la escena en la intensidad del abrazo de la Virgen a su Hijo y en la expresión de su rostro, y destaca la soledad de María, en una composición piramidal con su túnica roja -alusiva al dolor de la Pasión- y su manto azul.

jueves, 29 de octubre de 2015

Isenbrandt. Cristo, varón de dolores

Cristo, varón de dolores. XVI. Adrián Isenbrandt
Óleo sobre tabla. Medidas: 46cm x 29cm.
Museo del Prado. Madrid. España

Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor."»

Jesús anuncia en el Evangelio que leemos hoy en la Eucaristía su propia muerte en Jerusalén, con tantos otros profetas, y se duele por la suerte de la ciudad, que rechaza al que ha sido por Dios enviado a ella.

El tema del Cristo doliente ha sido representado en múltiples ocasiones. Hoy hemos escogido una obra del flamenco Isenbrandt: su Cristo, varón de dolores. Jesús, coronado de espinas y con las manos atadas a la Cruz está sentado en el Gólgota. En el plano medio, a la izquierda, a las puertas de Jerusalén, se representa el camino del Calvario, mientras que, a la derecha, la comitiva se dirige hacia el monte Calvario, situado en el fondo, sobre el que se alzan las cruces de Cristo y de los dos ladrones. 

Isenbrant separa en esta obra la historia de la Crucifixión del Cristo de Pasión, del primer plano, imagen de devoción destinada a la meditación del fiel, por cuya salvación ha muerto Jesús en la Cruz. El paisaje tiene evidentes deudas con los de Joachim Patinir, perteneciente a una generación anterior a la de Isenbrant.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Los apóstoles Simón, Judas y Tomás

Los apóstoles Simón, Judas y Tomás. 1490-1500. Maestro de la Colección Pacully
Técnica mixta sobre tabla. Medidas: 25 cm x 40 cm.
Museo del Prado. Madrid

El llamado Maestro de la Colección Pacully es un pintor español, perteneciente al hispano-flamenco castellano de finales del siglo XV, activo en Valladolid. Al no haberse conservado ninguna obra documentada o firmada se le designa con el nombre convencional de Maestro de la Colección Pacully, a partir del antiguo propietario de la primera obra conocida de su mano, ­Vinculado a Valladolid como el autor del Retablo de los Reyes Católicos, no consta que el Maestro de la Colección Pacully residiera en esta ciudad, al igual que sucede con el Maestro de los Reyes Católicos. Y en el caso del Maestro de la Colección Pacully, en mayor medida aún si se tiene en cuenta la dependencia que muestra su estilo del arte brujense, en particular de Memling y de Gérard David, que sugieren un contacto directo con su arte en Brujas o incluso un posible origen foráneo. La obra que contemplamos presenta sobre un fondo de ladrillos el retrato de los tres apóstoles, sin otro distintivo que el nombre que consta al pie de cada busto.

Benedicto XVI dedicó su Audiencia General del 11 de octubre de 2006 a la figuras de estos apóstoles. Sus palabras, como siempre, son altamente interesantes.

Hoy contemplamos a dos de los doce Apóstoles:  Simón el Cananeo y Judas Tadeo (a quien no hay que confundir con Judas Iscariote). Los consideramos juntos, no sólo porque en las listas de los Doce siempre aparecen juntos, sino también porque las noticias que se refieren a ellos no son muchas, si exceptuamos el hecho de que el canon del Nuevo Testamento conserva una carta atribuida a Judas Tadeo.

Simón recibe un epíteto diferente en las cuatro listas:  mientras Mateo y Marcos lo llaman "Cananeo", Lucas en cambio lo define "Zelota". En realidad, los dos calificativos son equivalentes, pues significan lo mismo:  en hebreo, el verbo qanà' significa "ser celoso, apasionado" y se puede aplicar tanto a Dios, en cuanto que es celoso del pueblo que eligió, como a los hombres que tienen celo ardiente por servir al Dios único con plena entrega, como Elías.

Por tanto, es muy posible que este Simón, si no pertenecía propiamente al movimiento nacionalista de los zelotas, al menos se distinguiera por un celo ardiente por la identidad judía y, consiguientemente, por Dios, por su pueblo y por la Ley divina. Si es así, Simón está en los antípodas de Mateo que, por el contrario, como publicano procedía de una actividad considerada totalmente impura. Es un signo evidente de que Jesús llama a sus discípulos y colaboradores de los más diversos estratos sociales y religiosos, sin exclusiones. A él le interesan las personas, no las categorías sociales o las etiquetas.

Y es hermoso que en el grupo de sus seguidores, todos, a pesar de ser diferentes, convivían juntos, superando las imaginables dificultades:  de hecho, Jesús mismo es el motivo de cohesión, en el que todos se encuentran unidos. Esto constituye claramente una lección para nosotros, que con frecuencia tendemos a poner de relieve las diferencias y quizá las contraposiciones, olvidando que en Jesucristo se nos da la fuerza para superar nuestros conflictos.

Conviene también  recordar  que  el grupo de los Doce es la prefiguración de la Iglesia, en la que deben encontrar espacio todos los  carismas,  pueblos  y razas, así como  todas  las  cualidades  humanas, que  encuentran  su armonía y su unidad en la comunión con Jesús.

Por lo que se refiere a Judas Tadeo, así es llamado por la tradición, uniendo dos nombres diversos:  mientras Mateo y Marcos lo llaman simplemente "Tadeo", Lucas lo llama "Judas de Santiago" . No se sabe a ciencia cierta de dónde viene el sobrenombre Tadeo y se explica como proveniente del arameo taddà', que quiere decir "pecho" y por tanto significaría "magnánimo", o como una abreviación de un nombre griego como "Teodoro, Teódoto".

Se sabe poco de él. Sólo san Juan señala una petición que hizo a Jesús durante la última Cena. Tadeo le dice al Señor:  "Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?". Es una cuestión de gran actualidad; también nosotros preguntamos al Señor:  ¿por qué el Resucitado no se ha manifestado en toda su gloria a sus adversarios para mostrar que el vencedor es Dios? ¿Por qué sólo se manifestó a sus discípulos? La respuesta de Jesús es misteriosa y profunda. El Señor dice:  "Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y pondremos nuestra morada en él". Esto quiere decir que al Resucitado hay que verlo y percibirlo también con el corazón, de manera que Dios pueda poner su morada en nosotros. El Señor no se presenta como una cosa. Él quiere entrar en nuestra vida y por eso su manifestación implica y presupone un corazón abierto. Sólo así vemos al Resucitado.

A Judas Tadeo se le ha atribuido la paternidad de una de las cartas del Nuevo Testamento que se suelen llamar "católicas" por no estar dirigidas a una Iglesia local determinada, sino a un círculo mucho más amplio de destinatarios. Se dirige "a los que han sido llamados, amados de Dios Padre y guardados para Jesucristo". Esta carta tiene como preocupación central alertar a los cristianos ante todos los que toman como excusa la gracia de Dios para disculpar sus costumbres depravadas y para desviar a otros hermanos con enseñanzas inaceptables, introduciendo divisiones dentro de la Iglesia "alucinados en sus delirios", así define Judas esas doctrinas e ideas particulares. Los compara incluso con los ángeles caídos y, utilizando palabras fuertes, dice que "se han ido por el camino de Caín". Además, sin reticencias los tacha de "nubes sin agua zarandeadas por el viento, árboles de otoño sin frutos, dos veces muertos, arrancados de raíz; son olas salvajes del mar, que echan la espuma de su propia vergüenza, estrellas errantes a quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas para siempre" .

martes, 27 de octubre de 2015

Giovanni di Paolo. Creación y expulsión del Paraíso

Creación y expulsión del Paraíso. 1445. Giovanni di Paolo
Témpera y oro sobre madera. Medidas: 46 cm x 52 cm.
Museo Metropolitano de Arte. Nueva York

Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.

La primera lectura, de la Carta de san Pablo a los Romanos, nos invita a esperar no sólo nuestra propia redención, sino la de la creación entera, frustrada por el pecado humano. Es lo que vemos representado en esta tabla de Giovanni di Paolo. Dios crea el mundo, representado por una esfera que contiene los diversos continentes. Pero el ángel del Señor expulsa a los primeros padres, que salen de un bosque con varios árboles, después de haber pecado.

lunes, 26 de octubre de 2015

Pantocrátor de Moarves

Pantocrátor. Obra anónima del siglo XII
Fachada Iglesia de San Juan Bautista de Moarves de Ojeda (Palencia)

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. 

El Evangelio de la liturgia de hoy nos presenta la polémica de Jesús con los fariseos, por haber realizado esta curación un sábado. Jesús no sólo ostenta poder para sanar las enfermedades, sino que se manifiesta con la misma fuente de ese poder, de quien procede la ley del sábado, es decir, se da a conocer como el mismo Dios de Israel.

Hemos escogido una representación de Jesús como Señor todpoderoso. La escultura de la fachada de la Iglesia de San Juan Bautista de Moarves de Ojeda es de una calidad extraordinaria. Cristo aparece con vestidos similares a los que portaban los emperadores romanos,modelo nada extraño teniendo en cuenta el fuerte asentamiento romano en la zona. La finalidad de esta escultura era, por así decirlo, bendecir a los fieles que se acercan al templo a alabar al Señor y a celebrar su triunfo en la Resurrección. Todavía hoy estremece la fuerza del misterio divino que encierra esta representación del Señor. Kyrie eleison.

domingo, 25 de octubre de 2015

Colombel. Curación del ciego

Curación del ciego. 1682. Nicolas Colombel
Óleo sobre lienzo. Medidas: 119 cm x 88 cm.
Museo de Arte de San Luis.

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.»

Este domingo la liturgia nos propone la escena de la curación del ciego de nacimiento. Bartimeo no puede ver con los ojos del cuerpo, pero su fe no puede ignorar la presencia de la infinita misericordia de Dios, hecha presente en nuestro mundo por medio de Jesucristo.

Contemplamos la escena representada por el pintor barroco francés Colombel. Cristo, revestido de un llamativo manto azul, llama al ciego, que se arrodilla implorante ante su majestuosa presencia.

sábado, 24 de octubre de 2015

Miguel Ángel. Expulsión del paraíso.

Expulsión del Paraíso. 1509. Miguel Angel
Pintura al fresco
Capilla Sixtina. Vaticano

Porque los que se dejan dirigir por la carne tienden a lo carnal; en cambio, los que se dejan dirigir por el Espíritu tienden a lo espiritual. Nuestra carne tiende a la muerte; el Espíritu, a la vida y a la paz. Porque la tendencia de la carne es rebelarse contra Dios; no sólo no se somete a la ley de Dios, ni siquiera lo puede. Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida.

En la primera lectura de la Eucaristía, tomada de la Carta a los Romanos, san Pablo nos advierto que la carne tiende a rebelarse contra Dios, y termina conduciéndonos a la muerte. Esta idea expresa lo que sucedió en el relato del primer pecado: Adán y Eva se rebelan contra Dios y, engañados por el diablo, pierden la amistad de Dios en vez de convertirse ellos mismos en Dios.

Miguel Angel, en sus frescos de la Capilla Sixtina, reflejó este acontecimiento de forma admirable: la serpiente los engaña, pero el ángel los expulsa del Paraíso.

viernes, 23 de octubre de 2015

Taller de Van der Weyden. Piedad

Piedad. 1440-1450. Taller de Rogier van der Weyden
Óleo sobre tabla. Medidas: 46 cm x 34 cm.
Museo del Prado. Madrid

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?

El Evangelio de hoy nos habla del signo que tiene lugar en el tiempo presente, es decir, la irrupción salvadora de Dios en la historia de los hombres. En la Cruz tiene lugar la plenitud de este misterio, que se erige como el momento más decisivo de la historia humana.

Contemplamos hoy una obra típica del taller de van der Wyden: una crucifixión con un personaje desconocido, sin duda, el donante de la obra. Son varias las obras que tienen las mismas características. Las imágenes podían adaptarse en cada caso según el deseo del cliente. Es frecuente que las figuras añadidas aparezcan integradas con cierta torpeza, y ligeramente fuera de escala, como el donante en el cuadro del Prado. Todas las versiones que se conservan parecen realizadas por ayudantes distintos que trabajaban por separado y que tenían gustos muy diferentes en materia de color. En todas ellas, no obstante, el estilo es claramente el de Van der Weyden. Como ha tenido que perderse una gran cantidad de cuadros como este, es imposible estimar cuántos de ellos habrían salido del taller del maestro, tanto antes como después de su muerte.

La Piedad del Prado es un ejemplo excelente de obra de gran calidad realizada sin duda por miembros del taller de Van der Weyden. Como conservaban la inconfundible personalidad artística del maestro, las piezas de ese tipo debieron de contribuir no poco a difundir su fama y a establecer su papel como el mejor y más importante pintor de temas religiosos de su tiempo.

jueves, 22 de octubre de 2015

Murillo. Cristo en la Cruz.

Cristo en la Cruz. 1660-1670. Bartolomé Esteban Murillo
Óleo sobre lienzo. Medidas: 208 cm x 113 cm.
 Timken Museum of Art. San Diego

He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división.

En el Evangelio que leemos en la Eucaristía hoy, se nos presenta Jesús como signo de contradicción. su afirmación de ser el hijo de Dios y el salvador esperado por Israel provocó algunas adhesiones, pero también suscitó un fuerte rechazo. Desde entonces, ser cristiano implica arriesgarse a padecer su mismo destino: la Cruz, en la que se manifiesta el rechazo del hombre a Dios.

Por eso, contemplamos un dramático lienzo de Murillo, en el que aparece intensamente iluminado el cuerpo de Cristo, que mira a lo alto, dirigiendo a Dios Padre su oración. Al pie de la Cruz está una calavera, en referencia al sepulcro de Adán. Por debajo de él, a la derecha, entre la oscuridad, se dibuja la ciudad de Jerusalén, envuelta en tinieblas al rechazar a Dios.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Nicolás di Pietro. Santa Úrsula y sus compañeras

Santa Úrsula y sus compañeras. 1410. Nicolás di Pietro Gerini
Témpera y oro sobre tabla. Medidas: 94 cm x 78 cm.
Museo Metropolitano. Nueva York

Celebramos hoy la memoria de una mártir muy venerada en la época medieval: santa Úrsula, y sus compañeras mártires en Colonia. Según la leyenda, una joven llamada Úrsula ("pequeña osa", en latín) se convirtió al cristianismo prometiendo guardar su virginidad. Como fue pretendida por un príncipe bretón de nombre Ereo decidió realizar una peregrinación a Roma y así lograr la consagración de sus votos. En Roma, fue recibida por el papa Siricio que la bendijo y consagró sus votos de virginidad perpetua para dedicarse a la predicación del evangelio de Cristo.

Al regresar a Germania, fue sorprendida en Colonia por el ataque de los hunos, en 451. Atila, rey de este pueblo, se enamoró de ella pero la joven se resistió y, junto a otras doncellas que se negaron a entregrase a los apetitos de los bárbaros, fue martirizada. En el lugar del martirio, Clematius, un ciudadano de rango senatorial que vivía en Colonia, erigió una basílica dedicada a las once mil vírgenes, entre ellas Úrsula. En la inscripción de dedicación de este edificio se nombra a las otras doncellas (Aurelia, Brítula, Cordola, Cunegonda, Cunera, Pinnosa, Saturnina, Paladia y Odialia de Britannia), de las cuales la última es llamada Udecimilla ( "la pequeña undécima", en latín).

La idea errónea de que las compañeras de martirio de Úrsula fuesen once mil surge en un documento datado en el año 922 que se conserva en un monasterio cerca de Colonia, donde se hace referencia a la historia de Santa Úrsula y sus compañeras. En el citado documento entre otras cosas se decía: Dei et Sanctas Mariae ac ipsarum XI m virginum donde XI m virginum debía leerse como undecim martyres virginum (once mártires virgenes) y en su lugar leyeron undecim millia virginum (once mil virgenes) 

Durante siglos esta confusión se extendió sin que nadie la pusiera en duda, dando lugar así a la leyenda de las once mil virgenes. Si bien surgió un importante culto alrededor de la figura de santa Úrsula, la Iglesia nunca la canonizó oficialmente, aunque se venera desde temprano en la Edad Media. Hildegarda de Bingen compuso muchos cantos en su honor.

martes, 20 de octubre de 2015

Ignacio de Ries. El árbol de la vida

Óleo sobre lienzo. 290×250 cm
Catedral de santa María, Segovia, España

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.»

El Evangelio nos invita hoy a la vigilancia, tema que en la época barroca dio lugar a una imaginativa iconografía acerca de la fugacidad de los placeres y el peligro de la muerte y la condenación. Es la imagen que contemplamos, procedente de la Catedral del Segovia. Sobre un árbol, varias parejas se entretienen en las delicias del mundo. Cristo les avisa, tocando una campana. La muerte, por su parte, está talando el tronco, lo que significa la fugacidad de la vida; y, por fin, el diablo está tirando de una cuerda para derribar el árbol. La lección moral de la obra: hay que vigilar, como nos pide el Señor en el Evangelio

lunes, 19 de octubre de 2015

Luca Giordano. Abraham escucha las promesas del Señor

Abraham escucha las promesas del Señor, 1695 - 1696. Luca Giordano
Óleo sobre lienzo, 66 cm x 180 cm
Museo del Prado, Madrid. España

Ante la promesa de Dios Abrahán no fue incrédulo, sino que se hizo fuerte en la fe, dando con ello gloria a Dios, al persuadirse de que Dios es capaz de hacer lo que promete, por lo cual le valió la justificación. Y no sólo por él está escrito: «Le valió», sino también por nosotros, a quienes nos valdrá si creemos en el que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, que fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.

La primera lectura de la Eucaristía de hoy nos remite a la fe de Abraham, que es imagen de nuestra propia fe en nuestro Señor Jesucristo. Abraham escuchó las promesas del Señor. Por eso, hemos escogido este óleo de Luca Jordano, en el que aparece postrado ante el Señor, que le señala la imagen de otro hombre, en el que se representa la descendencia prometida.

domingo, 18 de octubre de 2015

Nardo di Cione. Santiago, san Juan Evangelista y el Bautista

Santiago, san Juan Evangelista y el Bautista. 1365. Nardo di Cione
Témpera sobre tabla. Medidas: 159 cm x 147 cm.
National Gallery. Londres

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.» Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?» Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»

Leemos en la Eucaristía el relato del Evangelio según san Marcos, en el que Santiago y Juan piden al Señor sentarse a su lado en su Reino. Al final, con el testimonio de su vida, alcanzarán el Reino eterno, que no era un simple estado judío, como pudieron creer al principio. Por eso, hemos escogido esta tabla del Treccento italiano, en la que aparecen los dos hermanos Zebedeos, junto a san Juan el Bautista.

martes, 13 de octubre de 2015

Pantocrátor.

Pantocrátor. XI-XII. Anónimo de Bizancio
Marfil. Medidas: 9 cm x 7 cm.
Museo Metropolitano. Nueva York

Yo no me avergüenzo del Evangelio; es fuerza de salvación de Dios para todo el que cree, primero para el judío, pero también para el griego. Porque en él se revela la justicia salvadora de Dios para los que creen, en virtud de su fe, como dice la Escritura: «El justo vivirá por su fe.» Desde el cielo Dios revela su reprobación de toda impiedad e injusticia de los hombres que tienen la verdad prisionera de la injusticia. 

Hemos comenzado la lectura de la Carta a los Romanos, en la que Pablo nos muestra al Dios invisible, que se deja ver en sus perfecciones, y que espera nuestra fe. Por eso, hemos escogido este Pantocrátor bizantino, en el que Cristo aparece sosteniendo el libro de la vida, es decir, la Palabra de Dios que es él mismo, y la mano derecha en gesto de bendecir.

lunes, 12 de octubre de 2015

Francisco de Goya. Aparición de la Virgen del Pilar a Santiago

Aparición de la Virgen del Pilar a Santiago y a sus discípulos. 1768. Francisco de Goya
Óleo sobre lienzo. Medidas: 79 cm x 55 cm.
Colección privada

Veneramos hoy la Santa María del Pilar, quien acudió a Zaragoza a confortar al apóstol Santiago. Hemos escogido una obra de Goya que representa este momento que tuvo lugar a orillas del Ebro, en la Cesaragusta romana.

La obra fue dada a conocer por José Gudiol en 1970. Procede de los fondos pictóricos de Juan Martín de Goycoechea y Galarza. Llegó a su actual emplazamiento —la colección Pascual de Quinto en Zaragoza— a través de herencias y enlaces familiares.

Es la pareja de la llamada Triple generación y posee rasgos estilísticos muy comunes a La adoración del nombre de Dios (Coreto de la Basílica del Pilar), así como al Bautismo de Cristo y el Retrato de Juan-Martín de Goycoechea.

En el Oficio de Lecturas, leemos el siguiente elogio de la Virgen del Pilar:

Según una piadosa y antigua tradición, ya desde los albores de su conversión, los primitivos cristianos levantaron una ermita en honor de la Virgen María a las orillas del Ebro, en la ciudad de Zaragoza. La primitiva y pequeña capilla, con el correr de los siglos, se ha convertido hoy en una basílica grandiosa que acoge, como centro vivo y permanente de peregrinaciones, a innumerables fieles que, desde todas las partes del mundo, vienen a rezar a la Virgen y a venerar su Pilar.

La advocación de nuestra Señora del Pilar ha sido objeto de un especial culto por parte de los españoles: difícilmente podrá encontrarse en el amplio territorio patrio un pueblo que no guarde con amor la pequeña imagen sobre la santa columna. Muchas instituciones la veneran también como patrona.

Muy por encima de milagros espectaculares, de manifestaciones clamorosas y de organizaciones masivas, la Virgen del Pilar es invocada como refugio de pecadores, consoladora de los afligidos, madre de España. Su quehacer es, sobre todo, espiritual. Y su basílica, en Zaragoza, es un lugar privilegiado de oración, donde sopla con fuerza el Espíritu.

La devoción al Pilar tiene una gran repercusión en Iberoamérica, cuyas naciones celebran la fiesta del descubrimiento de su continente el día doce de octubre, es decir, el mismo día del Pilar. Como prueba de su devoción a la Virgen, los numerosos mantos que cubren la sagrada imagen y las banderas que hacen guardia de honor a la Señora ante su santa capilla testimonian la vinculación fraterna que Iberoamérica tiene, por el Pilar, con la patria española.

Abierta la basílica durante todo el día, jamás faltan fieles que llegan al Pilar en busca de reconciliación, gracia y diálogo con Dios.

domingo, 11 de octubre de 2015

Cristo y el joven rico


Cristo y el joven rico, 1889. Obra de Heinrich Hofmann
Óleo sobre lienzo, 
Iglesia de Riverside, Nueva York. EEUU

Ante el evangelio de hoy y las palabras de Jesús, podemos pararnos y meditar. Orar y pensar. ¿Donde está nuestro corazón? Quizás nos entre el desaliento o el desasosiego ante las duras y exigentes palabras de Jesús, pero también ha de ser la confianza en Él lo que nos mantenga en esa tensión espiritual constante que nos lleva a aceptar lo aparentemente imposible, dejar todo por Él, porque lo que es para el hombre y sus fuerzas no lo es para Dios.

En aquel tiempo, cuando salta Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó: « ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡ Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios! » 
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo. «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.
Marcos 10, 17-27

Las obras religiosas de Heinrich Hofmann resuenan con la profunda fe que guiaron su vida y nutre su creatividad. Hofmann (1824 - 1911) pintó temas de la literatura y la mitología, pero es más conocido por sus pinturas de la vida de Cristo. Profundamente afectado por la muerte de su amada madre, Hofmann se inspiró para pintar su primera gran obra religiosa, "El entierro de Cristo." Intensamente devoto, él estudió diligentemente la Biblia antes de pintar cualquier escena de la vida de Cristo. Él cree firmemente que alguien movía su alma más interna mientras pintaba sus temas religiosos, ya que si no sería incapaz de esa tarea. Cuatro de las más famosas obras de Hofmann se muestran actualmente en la iglesia Riverside de Nueva York. Compradas por el maganate  Rockefeller y regaladas para ser colocadas en este templo.

sábado, 10 de octubre de 2015

Jan Provost. La Virgen con el niño

La Virgen con el niño. 1500. Jan Provost
Óleo sobre tabla. Medidas: 18 cm x 15 cm.
Museo del Prado. Madrid. España

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo gritando, le dijo: «¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!»
Pero Jesús le respondió: «Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica».

La liturgia de este sábado nos propone este texto del Evangelio según san Lucas. María, la que amamantó a Jesús, fue la primera en escuchar su Palabra, guardándola en el corazón, y convirtiéndose en modelo para los discípulos de su Hijo. En este mes dedicado al Santo Rosario, veneramos su fidelidad y alabamos las obras grandes que Dios ha hecho por medio de su humildad.

Contemplamos esta bella representación de María amamantando al niño Jesús. Ante un tapiz de brocado, situado en medio de un arco, María, de pie, en el eje de la composición, amamanta a su hijo. A ambos lados del tapiz, por encima del muro bajo que cierra el jardín en el que está la Virgen -hortus conclusus- se puede ver el paisaje con una ciudad al fondo, a la derecha. 

Considerada tradicionalmente obra de un discípulo de Jan van Eyck, hoy se atribuye a Provost que, como otros pintores brujenses se inspira en modelos anteriores: La Virgen del ábside de Robert Campin y la Virgen de la fuente de Jan van Eyck del Museo Koninklijk de Amberes.

viernes, 9 de octubre de 2015

Bellechose. Última comunión y martirio de san Dionisio

Última comunión y martirio de san Dionisio. 1415.Henri Bellechose
Témpera y oro sobre tabla. Medidas: 162 cm x 211 cm.
Museo del Louvre. París.

Según las relaciones de San Gregorio de Tours, San Dionisio de París fue enviado hacia el año 250 por el papa Fabiano junto con otros seis compañeros a las Galias, con el fin de evangelizar esa parte del Imperio Romano. San Dionisio fundó numerosas iglesias, y fue el primer obispo de París. En aquella ciudad romana, llamada entonces Lutecia Parisorum, san Dionisio instauró una iglesia en una isla del río Sena. Con la persecución contra cristianos promovida por el emperador Aureliano en 272, San Dionisio fue capturado, junto con el diácono San Eleuterio y el presbítero San Rústico.

El gobernador de la ciudad, Fescennino Sisinio, condenó a San Dionisio a morir decapitado (esta pena capital, considerada digna, alude a una ciudadanía romana de San Dionisio). El martirio de los tres santos tuvo lugar según se cree en la colina parisina llamada actualmente Montmartre (Mons Martyrium). De acuerdo con la tradición medieval, luego de ser decapitado, San Dionisio se irguió, levantó su cabeza cercenada, y con ella bajo el brazo caminó más de cinco kilómetros (a lo largo de lo que se conoció después como la Calzada de los Mártires). Al término de ese trayecto, San Dionisio habría encontrado a una mujer romana piadosa llamada Casulla, le habría puesto en las manos su cabeza, y habría caído muerto finalmente. En ese lugar se edificó siglos después una basílica en su honor, llamada de Saint-Dénis.

En latabla que contemplamos aparecen la Crucifisión en el centro, como motivo y ejemplo para el martirio del santo. A la izquierda aparece en prisión recibiendo la comunión, y a la derecha se ve el momento de la decapitación, junto a sus dos compañeros. Su autor fue Henri Bellechose (1415- 1445), pintor de estilo gótico internacional de los Países Bajos meridionales. Procedente de los Países Bajos meridionales trabajó para la familia real francesa. Fue nombrado pintor de la corte de Juan sin Miedo, Duque de Borgoña en Dijon y luego también por su sucesor, Felipe el Bueno.

Casi todas sus obras fueron encargos de los Duques de Borgoña, incluyendo su famoso Martirio de san Denis, para el cual el Ducado le proporcionó los materiales en mayo de 1415. Con Felipe el Bueno su obra se hizo ante todo decorativa, incluyendo encargos como escudos de armas para funerales. Bellechose tuvo un taller dinámico, que en su cenit estaba compuesto por ocho asistentes y dos aprendices.

jueves, 8 de octubre de 2015

Saraceni. El Paraíso

El Paraíso. 1598. Carlo Saraceni
Óleo sobre lienzo. Medidas: 53 cm x 46 cm.
Museo Metropolitano de Arte. Nueva York

Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?

El Evangelio que nos propone la liturgia de este día nos invita a confiar filialmente en Dios, nuestro Padre. Por eso, hemos escogido una representación del misterio de la Trinidad como meta hacia la que tiende toda la humanidad. Es lo que Saraceni trató de representar en este lienzo, en el que dentro de una estructura triangular se muestran las almas de los redimidos ascendiendo hasta la Trinidad, que sostiene en el centro el globo del mundo, es decir, la creación.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Veronese. Alegría de la Batalla de Lepanto

Alegoría de la Batalla de Lepanto. 1572. Veronese
Óleo sobre lienzo. Medidas: 169 cm x 137 cm.
Galería de la Academia. Venecia

Celebramos hoy la fiesta de Nuestra Señora la Virgen del Rosario, instituida en el día en el que tuvo lugar la Batalla de Lepanto, en la que la Armada de la Liga Santa venció a la armada turca, librando a la Cristiandad del inminente peligro de invasión. Paolo Veronese compone en este lienzo una alegoría, en la que aparece en un plano inferior la Armada Cristiana y, por encima, una aparición celestial presidida por la Virgen María, ante la que comparecen los santos patronos de las tres principales naciones componentes de la Liga Santa: el apóstol Santiago por España, el evangelista san Marcos por Venecia, y santa Justina por la República de Génova.


martes, 6 de octubre de 2015

Vicente Carducho. San Bruno despide a san Hugo

San Bruno despide a San Hugo. 1628. Vicente Carducho
Óleo sobre lienzo. Medidas: 336 cm x 297 cm.
Museo del Prado. Madrid. España

El 29 de agosto de 1626, Vicente Carducho (c. 1576-1638), pintor del rey Felipe IV, firmó el contrato por el que se comprometía a realizar el ciclo pictórico que celebraba la fundación de la Orden de los cartujos por san Bruno y sus principales miembros, una empresa colosal con la que se pretendía plasmar visualmente diversos episodios de la historia y tradición cartujanas. Se trataba del encargo más completo jamás realizado sobre la orden: una serie de cincuenta y cuatro lienzos de grandes dimensiones y otros dos más, de menor tamaño, que representaban los escudos del rey y la Orden. El responsable intelectual del proyecto fue el padre Juan de Baeza (muerto en 1641), una figura fundamental de la espiritualidad y organización cartujanas que, por lo que sabemos, vigiló atentamente por el cumplimiento de los postulados de la Orden. Juan de Baeza proporcionó al pintor los episodios que debían incluirse en la serie, muchos de ellos inéditos o escasamente conocidos y de los que no había en España representaciones previas.

El conjunto se organizó narrativamente en dos partes: los veintisiete primeros lienzos ilustran la vida del fundador, san Bruno de Colonia (1035-1101), desde el momento mismo en el que decide abandonar la vida pública y retirarse a la Grande Chartreuse (valle situado al norte de Grenoble), hasta su muerte y primer milagro póstumo. El segundo grupo está dedicado a glosar episodios significativos de la Orden en las principales cartujas europeas, un recorrido por los siglos XI al XVI que muestra el fuerte impulso fundacional de la Orden así como algunas de sus señas de identidad: el retiro en lugares solitarios de gran belleza y la vida de humildad, mortificación y penitencia, dedicada al estudio y la oración. El ciclo se cierra con un grupo de escenas heroicas que representan episodios de persecuciones y martirios padecidos por algunas comunidades de cartujos a lo largo de los siglos XV y XVI, unas imágenes que pretendían reforzar la fe de los monjes, al tiempo que proyectaban los conflictos religiosos y territoriales de la Europa del momento. 

La serie se realizó entre 1626 y 1632, tras un laborioso proceso creativo que conllevó la elaboración de numerosos dibujos y bocetos y la necesaria participación de algunos colaboradores. Como la mayoría de las series claustrales de los siglos XVI y XVII, Carducho concibió el proyecto como un conjunto mural. Como ya había demostrado con su amplia carrera, el pintor conocía bien la técnica de la pintura al fresco, la más característica y a priori adecuada para este tipo de ciclos narrativos, al menos en Italia, donde se conocían bien los pormenores de este procedimiento. Sin embargo, la complejidad del proyecto, la ubicación del Paular y la clausura rigurosa de la Orden, probablemente desaconsejaron la utilización de esta técnica. Los grandes lienzos remataban en arco de medio punto, adaptándose a los segmentos góticos del claustro, concebido por Juan de Egas entre 1484 y 1486. En esta escena, San Bruno, que consideraba a San Hugo insustituible como pastor de almas, lo despide de la cartuja para que pueda continuar su labor en la diócesis de Grenoble. El prior le señala el camino y Hugo obedece con humildad. Un grupo de monjes presencia la escena, que queda enmarcada por un austero claustro clasicista.

lunes, 5 de octubre de 2015

Giacomo Conti. Parábola del buen samaritano

Giacomo Conti
Parabola del Buen Samaritano
Iglesia de la Medalla Milagrosa - Mesina

Lla liturgia pone ante nuestra consideración la parábola del buen samaritano, el hombre que se compadeció del necesitado, frente a la indiferencia de quienes pasaron de largo. La imagen con la que podemos contemplar esta escena pertenece a un pintor italiano del siglo XIX: Giacomo Conti (1813-1888). Nos presenta al samaritano, curando las heridas del hombre asaltado por los ladrones, al que da la espalda el sacerdote que sube a Jerusalén y pasa de largo ante la desgracia de su prójimo. San Juan Crisóstomo, en su Homilía 10 sobre la Carta a los Hebreos, comenta de este modo este pasaje:

Todo fiel es santo, en la medida en que es fiel; aun cuando viva en el mundo y sea seglar, es santo. Por tanto, si vemos a un hombre del mundo en dificultades, echémosle una mano. Ni debemos mostrarnos obsequiosos únicamente con los que moran en los montes: ciertamente, ellos son santos tanto por la vida como por la fe; los que viven en el mundo son santos por la fe y muchos también por la vida. No suceda que si vemos a un monje en la cárcel, entremos a visitarlo; pero si se trata de un seglar, no entremos: también éste es santo y hermano. Y, ¿qué hacer, me dirás, si es un libertino y un depravado? Escucha a Cristo que dice: No juzguéis y no os juzgarán. Tú hazlo por Dios.

Pero ¿qué es lo que digo? Aunque al que viéramos en apuros fuera un pagano cualquiera, nuestra obligación es ayudarlo; y, para decirlo de una vez, debemos socorrer a todo hombre a quien hubiera ocurrido una desgracia: ¡con mayor razón a un fiel seglar! Oye lo que dice san Pablo: Trabajemos por el bien de todos, especialmente por el de la familia de la fe. De hecho, el que pretende favorecer únicamente a los que viven en soledad y dijere, examinándolos con curiosidad: «Si no es digno, si no es justo, si no hace milagros, no lo ayudo», ya ha quitado a la limosna buena parte de su mérito; más aún, poco a poco le irá quitando hasta ese poco que le resta. Por tanto, es también limosna la que se hace tanto a los pecadores como a los reos. La limosna consiste en esto: en compadecerse no de los que hicieron el bien, sino de los que pecaron. Y para que te convenzas de ello, escucha esta parábola de Cristo.

Dice así: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que después de haberlo molido a palos, lo abandonaron en el camino herido y medio muerto. Por casualidad, un levita pasó por allí y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo; lo mismo hizo un sacerdote: al verlo, pasó de largo. Vino finalmente un samaritano y se interesó por él: le vendó las heridas, las untó con aceite, lo montó sobre su asno, lo llevó a la posada, y dijo al posadero: cuida de él. Y extremando su generosidad, añadió: Yo te daré lo que gastes. Después Jesús preguntó: ¿Cuál de éstos se portó como prójimo? Y el letrado qué contestó: El que practicó la misericordia con él, hubo de oír: anda, pues, y haz tú lo mismo.

Reflexiona sobre el protagonista de la parábola. Jesús no dijo que un judío hizo todo esto con un samaritano, sino que fue un samaritano el que hizo todo aquel derroche de liberalidad. De donde se deduce que debemos atender a todos por igual y no sólo a los de la misma familia en la fe, descuidando a los demás. Así que también tú si vieres que alguien es víctima de una desgracia, no te pares a indagar: tiene él derecho a tu ayuda por el simple hecho de sufrir. Porque si sacas del pozo al asno a punto de ahogarse sin preguntar de quién es, con mayor razón no debe indagarse de quién es aquel hombre: es de Dios, tanto si es griego como si es judío: si es un infiel, tiene necesidad de tu ayuda.

domingo, 4 de octubre de 2015

El Greco. San Francisco de Asís y el hermano León meditando sobre la muerte

San Francisco de Asís y el hermano León meditando sobre la muerte. 1600-1614. El Greco
Óleo sobre lienzo. Medidas: 160 cm x 103 cm.
Museo del Prado. Madrid. España

Cobijado en una cueva, san Francisco de Asís se arrodilla pensativo al tiempo que acoge entre sus manos estigmatizadas una calavera. El santo arrodillado sobre una suerte de pedestal pétreo que le eleva con respecto al hermano León. Éste está representado a la derecha del santo, arrodillado igualmente y en escorzo, en actitud orante  mientras contempla la calavera, objeto que centra la composición.

Los dos monjes visten el hábito gris franciscano, y cubren las cabezas con la ajustada capucha. Una luz espectral envuelve las figuras, en marcado contraste con el fondo castaño de la gruta, que se abre al exterior en el ángulo superior izquierdo y permite ver un pequeño fragmento de un cielo tormentoso.

El Greco fue sin duda el artista que mejor construyó una imagen del santo ascético y meditabundo, centrada en los episodios finales de la vida del franciscano, representado con un rostro afilado y un cuerpo escuálido embutido en un hábito holgado y un tanto mísero. Y así nos lo muestra esta tela, en la que se ilustra el retiro del de Asís en 1224 en el monte Alverna, en el valle italiano de Casentino, donde san Francisco vivió los episodios de la estigmatización y la visión de la antorcha, remedos de la vigilia cristológica en el Huerto de los Olivos, muy adecuados en una figura que la literatura franciscana trató de convertir en un segundo Cristo. 

Tras recibir los estigmas, el santo reflexiona sobre la cercana muerte, un tema clave en la cultura contrarreformista que se subraya por el protagonismo de la calavera, convertida en centro mismo de la composición, y que puede relacionarse con las recomendaciones de san Ignacio de Loyola en sus Ejercicios espirituales. En ocasiones también se ha puesto en paralelo con la visión meditabunda de Hamlet. En cualquier caso, el tratamiento meditativo y eremítico de este san Francisco enlazaría con la iconografía tradicional de otros santos como san Jerónimo o la Magdalena 

sábado, 3 de octubre de 2015

José Moreno Carbonero. Conversión del duque de Gandía

Conversión del duque de Gandía. 1884. José Moreno Carbonero
 Óleo sobre lienzo. Medidas: 315 cm x 500 cm.
Museo del Prado. Madrid

Celebramos hoy la memoria de san Francisco de Borja, el tercer Prepósito General de la Compañía de Jesús. Fue uno de los hombres más prominentes en la Monarquía Católica. A la muerte de la emperatriz Isabel, Carlos I se retiró al Monasterio de Santa María de la Sisla, encargando a su hijo Felipe la presidencia de la comitiva que trasladó el cadáver de la Emperatriz desde Toledo a Granada, para ser enterrada en la Capilla Real. Dirigió la comitiva Francisco de Borja como caballerizo de la Emperatriz. A la llegada a Granada, donde se debía depositar el cadáver, al serle pedido a los monteros de Espinosa abrir el ataúd en que la llevaban sin separarse nunca ni aún al sueño, y para dar fe del hecho al entregarlo a los monjes que debían sepultarla, y al verla tan alterada en descomposición avanzada por los días de marcha y el calor de la primavera, fue pedido a Francisco allí presente su testimonio también. En ese momento, al contemplar el descompuesto cuerpo de Isabel, Borja, entre lágrimas, pronunció la célebre frase No puedo jurar que esta sea la emperatriz, pero sí juro que es su cadáver el que aquí ponemos ... juro también no más servir a señor que se me pueda morir. Tras esto, decidió optar por la vida religiosa y al enviudar de Leonor de Castro, dama portuguesa de la emperatriz, ingresó en la Compañía de Jesús, donde alcanzó la santidad.

La visión melodramática con que el pintor abordó el cuadro está reforzada por las actitudes de otros personajes, como el niño horrorizado, quizás ante su primer contacto con la muerte, o la dama que desolada se cubre la cara con las manos. 

La blancura del féretro, ropas mortuorias y catafalco captan la luz que penetra desde la izquierda, dejando en penumbra el fondo de la estancia. Con este recurso el pintor logra plenamente la intensidad y el dramatismo buscado. El perfecto dominio del dibujo junto a la reproducción táctil de las distintas calidades de las superficies son los elementos más destacables de la obra del artista, quien, gracias a la utilización de pinceladas jugosas y sueltas, recuerda lo mejor de la pintura barroca española. 

viernes, 2 de octubre de 2015

Pietro da Cortona. El ángel de la guarda

El ángel de la guarda. 1656. Pietro da Cortona
 Óleo sobre lienzo. Medidas: 225 cm x 143 cm.
Galería Nacional de Arte Antiguo. Roma

Celebramos hoy la memoria de los santos ángeles custodios. En toda la Biblia encontramos que repetidamente se da a entender que cada alma tiene su ángel de la guarda. Así, cuando Abraham envió a su siervo a buscar una esposa para Isaac, le dijo: Él enviará su Ángel delante de ti". Son muy conocidas las palabras del Salmo 90,11-12 que el diablo le citó a Nuestro Señor (Mt. 4,6), y Judit (13,20) relata su hecho heroico diciendo: ¡Vive el Señor! Porque su ángel me ha protegido” Estos pasajes y muchos como ellos (Gén. 16,6-32; Oseas 12,5; 1 Rey. 19,5; Hch. 12,7; Sal 34(33),8), a pesar de que no demuestran por sí mismos la doctrina de que cada individuo tiene designado su ángel de la guarda, reciben su complemento en las palabras de Nuestro Salvador: Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos (Mt. 18,10), palabras que ilustran el comentario de San Agustín: Lo que está escondido en el Antiguo Testamento, se hace manifiesto en el Nuevo. De hecho, el libro de Tobías, más que cualquier otro, parece destinado a enseñarnos esta verdad, y San Jerónimo dice, en su comentario sobre las antedichas palabras de Nuestro Señor: La dignidad de un alma es tan grande, que cada una tiene un ángel de la guarda desde su nacimiento.

La doctrina general de que los ángeles son nuestros guardianes designados es considerada una cuestión de fe, pero que cada miembro individual de la raza humana tiene su propio ángel de la guarda individual no es de fe; sin embargo esta idea tiene tan fuerte apoyo por parte de los Doctores de la Iglesia que sería temerario negarlo. Pedro Lombardo se inclina a pensar que un ángel está encargado de varios seres humanos individuales. Las hermosas homilías de San Bernardo sobre el Salmo 90 respiran el espíritu de la Iglesia pero sin resolver la cuestión.

El culto católico a los ángeles es totalmente bíblico. Quizás la primera declaración explícita sobre esto se encuentra en las palabras de San Ambrosio: Debemos orar a los ángeles que nos son dados como guardianes (De Viduis, IX). Un culto indebido a los ángeles fue reprobado por San Pablo (Col. 2,18), el Canon 35 del Sínodo de Laodicea evidencia que esta tendencia permaneció por mucho tiempo en este mismo distrito.

jueves, 1 de octubre de 2015

Synaxis de los Setenta.

Synaxis de los Setenta. XX. Anónimo
Óleo sobre tabla

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. 

Los discípulos del Evangelio son tenidos por santos por la Iglesia ortodoxa, que los celebra a todos juntos el 4 de enero. Este grupo de discípulos ha dado pie a fabulosas leyendas sobre los orígenes de algunas diócesis e iglesias catedrales. En muchas partes de Europa se hizo aparecer a su primer obispo, como integrante de este discipulado o como seguidor de algún apóstol en concreto y ordenado obispo por este (por ejemplo, San Evodio o San Fortunato). 

San Prócoro aparece como discípulo de San Juan Evangelista y es tenido como cierto por muchos. Es importante notar que el hecho de que un nombre aparezca en la Sagrada Escritura, ni implica que haya pertenecido a este grupo, ni que haya sido apóstol. En algunos de los casos (los apóstoles, por ejemplo) coincide la celebración con el calendario romano, en otros, evidentemente, no. Y, como no podía ser menos en estos asuntos, todas las listas no son iguales, aunque sí bastantes coincidentes; por ejemplo en la lista atribuida a San Doroteo de Tiro (5 de junio) se repiten Herodión, Apolo, Tíquico y Aristarco, mientras que se omiten a Timoteo, Tito, Epafras, Arequipo, Aquila y Olimpas. En el siglo IX San José el Himnógrafo (3 de abril) compuso el canon para la fiesta de la synaxis de los Setenta.