martes, 25 de noviembre de 2014

Fernando Gallego. Martirio de santa Catalina

Martirio de santa Catalina. XV. Fernando Gallego
Técnica mixta sobre tabla. Medidas: 125 cm x 109 cm.
Museo del Prado. Madrid

Recordamos hoy a sabta Catalina de Alejandría. Las noticias sobre su vida proceden de fuentes muy tardías. El documento más antiguo es la Passio, redactada inicialmente en griego entre los siglos VI y VIII, muy conocida a partir del siglo IX a través de la versión latina. Existen además otros textos hagiográficos, entre los que se destaca la Conversio.

Catalina nació hacia el 290 en el seno de una familia noble de Alejandría en Egipto. Dotada de una gran inteligencia, destacó muy pronto por sus extensos estudios que la situaron al mismo nivel que grandes poetas y filósofos de la época. Una noche se le apareció Cristo y decidió, en ese momento, consagrarle su vida, considerándose, desde entonces, su prometida.

El emperador Majencio (306-312) acudió a Alejandría para presidir una fiesta pagana y ordenó a todos los súbditos hacer sacrificios a los dioses. Catalina entró en el templo pero, en lugar de sacrificar, hizo la señal de la cruz. Y dirigiéndose al emperador lo reprendió exhortándolo a conocer al verdadero Dios. Conducida a palacio, ella reiteró su negativa a hacer sacrificios pero invitó al emperador a un debate.

En la prueba del debate filosófico, los sabios resultaron convertidos al cristianismo por Catalina, lo que provocó la ira del emperador, quien hizo ejecutar a los sabios, no sin proponerle antes a Catalina que se casara con uno de ellos, a lo que ella se negó rotundamente. Majencio trató de convencerla con promesas, pero al no lograrlo mandó flagelarla y encerrarla en prisión. Allí fue visitada por la propia emperatriz y un oficial, Porfirio, que terminó por convertirse junto con otros doscientos soldados, según señala la Passio.

El emperador ordenó entonces que torturaran a Catalina utilizando para ello una máquina conformada por unas ruedas guarnecidas con cuchillas afiladas. Según la Passio, las ruedas se rompieron al tocar el cuerpo de Catalina, quien salió ilesa. La emperatriz trató de interceder a favor de Catalina, pero fue decapitada, al igual que Porfirio y sus doscientos soldados. Obstinado, Majencio ordenó la ejecución de Catalina, quien murió decapitada.

En la tabla que contemplamos, la santa, aparece desnuda y de rodillas entre las dos ruedas dentadas que rompen tres ángeles. A la izquierda, se sitúan el juez y dos servidores, mientras que los cuatro verdugos se hallan heridos. Se aprecia una ciudad y, en la lejanía, más edificios. Obra de gran expresionismo, se ha pensado que pueda ser obra de Francisco Gallego, hermano de Fernando y colaborador habitual suyo

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