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martes, 9 de mayo de 2017

El Buen Pastor. Ravena


El Buen Pastor. s.V. Autor anónimo
Mosaico
Mausoleo de Gala PlacidiaRavena. Italia

Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno.

Seguimos meditando en la figura de Jesucristo como Buen Pastor. ^Por eso, vamos a visitar una de sus representaciones más célebres. El Mausoleo de Gala Placidia en Rávena (Italia) es un célebre enterramiento monumental de la hermana del emperador Honorio, Gala Placidia. Construido entre 425 y 433. Más que por su arquitectura, este monumento es mundialmente famoso por sus suntuosos mosaicos, los más antiguos de la villa. Ellos marcan la transición entre el arte paleocristiano y el bizantino, es el más antiguo y mejor conservado de todos los monumentos con mosaicos, y al mismo tiempo uno de los más perfectos artísticamente.

Se trata de una pequeña capilla dedicada a San Lorenzo. Tiene planta de cruz griega, con uno de los lados ligeramente más largo y el crucero está cubierto con una cúpula. Esta pequeña construcción situada al lado de San Vital contiene varios sarcófagos en su interior, el más importante de los cuales estaba destinado a Gala Placidia, hija del emperador romano Teodosio el Grande y esposa del rey visigodo Ataúlfo. Las paredes y techos interiores están totalmente revestidos de mosaicos hechos a base de pequeñas teselas que crean un universo de colores. De todos ellos, el que más destaca es el del timpano central, Cristo como Buen Pastor en el paraíso, uno de los motivos iconográficos paleocristianos más difundidos desde el tiempo de las catacumbas. Está tranquilamente sentado sobre una roca del prado y pastorea a seis ovejas que le contemplan y buscan su protección. Además, el Salmo 23 nos explica la escena “El Señor es mi Pastor; nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas”. 

La figura de Cristo se muestra idealizada y manifiesta la herencia helenística o pagana. Es un modelo humano joven y sin barba, que en nada se parece a la imagen siriaca que se impondrá en el siglo siguiente. La belleza de sus facciones, sumada a la dignidad y a la serenidad de su pose, nos hacen recordar los presupuestos de cómo habían de representarse los dioses en el clasicismo. Cristo se asemeja a un joven Apolo. Obsérvese la cuidada vestimenta: una dalmática dorada, en una referencia al preciado metal,  manto y sandalias preciosas, con un halo dorado símbolo de su santidad. No lleva un cayado normal, sino uno en forma de cruz y trata cariñosamente a su rebaño. Las ovejas en diversas posturas le miran fijamente y un fondo de montañas y vegetación completa la delicada escena, que tiene lugar en el Paraíso. 

Los mosaicos paleocristianos siguen la técnica romana, aunque son de origen griego, deriva de la palabra musa. Su uso se aplicó al revestimiento de suelos y murales, paredes y techos; están realizados con teselas, pequeñas piezas cúbicas de piedra o cristal, de cerámica vidriada de intenso color. Los mosaicos se forman yuxtaponiendo sobre un fondo de cemento pequeñas piezas llamadas teselas, que tienen distintos colores y que forman dibujos diversos. En los mosaicos se suelen distinguir tres técnicas:

Opus sectile, marmol irregular. 
Opus Tesselatum, teselas cúbicas de igual tamaño y distintos colores.
Opus Verniculatum, teselas de contornos curvilíneos.



domingo, 7 de mayo de 2017

Cristóbal García Salmerón. El Buen Pastor

El Buen Pastor. XVII. Cristóbal García Salmerón
Óleo sobre lienzo. Medidas: 141 cm. x 107 cm.
 Museo del Prado. Madrid.

El domingo cuarto de Pascua nos propone la meditación de la figura de Cristo como buen pastor, a quien seguimos, quien nos protege, y quien da la vida por sus ovejas. En la contemplación de esta imagen, hemos elegido una obra del pintor conquense García Salmerón, procedente del Convento del Carmen Calzado de Toledo, que hoy se conserva en el Museo del Prado.

Nos presenta una serena imagen de Cristo, que lleva a sus hombros una oveja, y porta un cartel en el que se lee: Ego sum pastor bonus et cognosco oves meas el cognoscunt me meae (Yo soy el buen pastor, y conozco a mis ovejas, y ellas me conocen).

San Gregorio Magno, en sus Homilías sobre los Evangelios, comenta este pasaje con estas palabras:

Yo soy el buen Pastor, que conozco a mis ovejas, es decir, que las amo, y las mías me conocen. Habla, pues, como si quisiera dar a entender a las claras: «Los que me aman vienen tras de mí». Pues el que no ama la verdad es que no la ha conocido todavía.

Acabáis de escuchar, queridos hermanos, el riesgo que corren los pastores; calibrad también, en las palabras del Señor, el que corréis también vosotros. Mirad si sois, en verdad, sus ovejas, si le conocéis, si habéis alcanzado la luz de su verdad. Si le conocéis, digo, no sólo por la fe, sino también por el amor; no sólo por la credulidad, sino también por las obras. Porque el mismo Juan Evangelista, que nos dice lo que acabamos de oír, añade también: Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso.

Por ello dice también el Señor en el texto que comentamos: Igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre, yo doy mi vida por las ovejas. Como si dijera claramente: «La prueba de que conozco al Padre y el Padre me conoce a mí está en que entrego mi vida por mis ovejas; es decir: en la caridad con que muero por mis ovejas, pongo de manifiesto mi amor por el Padre».

Y de nuevo vuelve a referirse a sus ovejas, diciendo: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna. Y un poco antes había dicho: Quien entre por mí se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. O sea, tendrá acceso a la fe, y pasará luego de la fe a la visión, de la credulidad a la contemplación, y encontrará pastos en el eterno descanso.

Sus ovejas encuentran pastos, porque quienquiera que siga al Señor con corazón sencillo se nutrirá con un alimento de eterno verdor. ¿Cuáles son, en efecto, los pastos de estas ovejas, sino los gozos eternos de un paraíso inmarchitable? Los pastos de los elegidos son la visión del rostro de Dios, con cuya plena contemplación la mente se sacia eternamente.

Busquemos, por tanto, hermanos queridísimos, estos pastos, en los que podremos disfrutar en compañía de tan gran asamblea de santos. El mismo aire festivo de los que ya se alegran allí nos invita. Levantemos, por tanto, nuestros ánimos, hermanos; vuelva a enfervorizarse nuestra fe, ardan nuestros anhelos por las cosas del cielo, porque amar de esta forma ya es ponerse en camino.

Que ninguna adversidad pueda alejarnos del júbilo de la solemnidad interior, puesto que, cuando alguien deseade verdad ir a un lugar, las asperezas del camino, cualesquiera que sean, no pueden impedírselo.

Que tampoco ninguna prosperidad, por sugestiva que sea, nos seduzca, pues no deja de ser estúpido el caminante que, ante el espectáculo de una campiña atractiva en medio de su viaje, se olvida de la meta a la que se dirigía.

jueves, 5 de noviembre de 2015

Frei Carlos. El buen Pastor

El buen Pastor. 1520. Frei Carlos
Óleo sobre tabla. Medidas: 90 cm x 65 cm.
Museo Nacional de Arte Antiguo. Lisboa.

Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido."

La parábola del Buen Pastor ha dado origen, desde la más temprana hora del Cristianismo, a una fecunda iconografía, en la que aparece Cristo como el buen pastor que rescata a la oveja perdida. Nosotros hemos escogido para la contemplación de esta escena una tabla del renacimiento portugués, perteneciente al pintor Fray Carlos, nombre de un monje jerónimo del Monasterio de Espiñeiro.

Cristo aparece sobre el fondo adamasquinado de un dosel, en el vano de una galería que se abre al exterior mediante una arquería de arquitectura clásica. Lleva una túnica y capa de color pardo, tal vez evocando el color del hábito de los monjes jerónimos. En sus brazos porta un cordero en actitud de tranquilidad.

domingo, 26 de abril de 2015

Campaigne. El Buen Pastor

El Buen Pastor. XVII. Philippe de Champaigne
Óleo sobre lienzo. Medidas: 65 cm x 58 cm.
Museo de las Ursulinas. Mâcon.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Cristo resucitado es el Buen Pastor, que nos conduce por el valle de este mundo de sombras y muerte, hacia los pastos de la vida eterna. Cristo aparece no sólo como un pastor fiel que guía al rebaño, sino también como misericordioso pastor, que sale a buscar a la oveja perdida y la carga sobre sus hombres para devolverla a la seguridad del rebaño.

Esta imagen del Buen Pastor la contemplamos reflejada en el lienzo que hoy contemplamos, atribuido al pintor barroco francés Champaigne. El Señor aparece en pie, de cuerpo entero, llevando un cordero sobre los hombros.

jueves, 6 de noviembre de 2014

frei Carlos. El buen Pastor

El buen Pastor. 1520. Frei Carlos
Óleo sobre tabla. Medidas: 90 cm x 65 cm.
Museo Nacional de Arte Antiguo. Lisboa.

Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido."

La parábola del Buen Pastor ha dado origen, desde la más temprana hora del Cristianismo, a una fecunda iconografía, en la que aparece Cristo como el buen pastor que rescata a la oveja perdida. Nosotros hemos escogido para la contemplación de esta escena una tabla del renacimiento portugués, perteneciente al pintor Fray Carlos, nombre de un monje jerónimo del Monasterio de Espiñeiro.

Cristo aparece sobre el fondo adamasquinado de un dosel, en el vano de una galería que se abre al exterior mediante una arquería de arquitectura clásica. Lleva una túnica y capa de color pardo, tal vez evocando el color del hábito de los monjes jerónimos. En sus brazos porta un cordero en actitud de tranquilidad.

domingo, 11 de mayo de 2014

Cristóbal García Salmerón. El Buen Pastor

El Buen Pastor. XVII. Cristóbal García Salmerón
Óleo sobre lienzo. Medidas: 141 cm. x 107 cm.
 Museo del Prado. Madrid.

El domingo cuarto de Pascua nos propone la meditación de la figura de Cristo como buen pastor, a quien seguimos, quien nos protege, y quien da la vida por sus ovejas. En la contemplación de esta imagen, hemos elegido una obra del pintor conquense García Salmerón, procedente del Convento del Carmen Calzado de Toledo, que hoy se conserva en el Museo del Prado.

Nos presenta una serena imagen de Cristo, que lleva a sus hombros una oveja, y porta un cartel en el que se lee: Ego sum pastor bonus et cognosco oves meas el cognoscunt me meae (Yo soy el buen pastor, y conozco a mis ovejas, y ellas me conocen).

San Gregorio Magno, en sus Homilías sobre los Evangelios, comenta este pasaje con estas palabras:

Yo soy el buen Pastor, que conozco a mis ovejas, es decir, que las amo, y las mías me conocen. Habla, pues, como si quisiera dar a entender a las claras: «Los que me aman vienen tras de mí». Pues el que no ama la verdad es que no la ha conocido todavía.

Acabáis de escuchar, queridos hermanos, el riesgo que corren los pastores; calibrad también, en las palabras del Señor, el que corréis también vosotros. Mirad si sois, en verdad, sus ovejas, si le conocéis, si habéis alcanzado la luz de su verdad. Si le conocéis, digo, no sólo por la fe, sino también por el amor; no sólo por la credulidad, sino también por las obras. Porque el mismo Juan Evangelista, que nos dice lo que acabamos de oír, añade también: Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso.

Por ello dice también el Señor en el texto que comentamos: Igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre, yo doy mi vida por las ovejas. Como si dijera claramente: «La prueba de que conozco al Padre y el Padre me conoce a mí está en que entrego mi vida por mis ovejas; es decir: en la caridad con que muero por mis ovejas, pongo de manifiesto mi amor por el Padre».

Y de nuevo vuelve a referirse a sus ovejas, diciendo: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna. Y un poco antes había dicho: Quien entre por mí se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. O sea, tendrá acceso a la fe, y pasará luego de la fe a la visión, de la credulidad a la contemplación, y encontrará pastos en el eterno descanso.

Sus ovejas encuentran pastos, porque quienquiera que siga al Señor con corazón sencillo se nutrirá con un alimento de eterno verdor. ¿Cuáles son, en efecto, los pastos de estas ovejas, sino los gozos eternos de un paraíso inmarchitable? Los pastos de los elegidos son la visión del rostro de Dios, con cuya plena contemplación la mente se sacia eternamente.

Busquemos, por tanto, hermanos queridísimos, estos pastos, en los que podremos disfrutar en compañía de tan gran asamblea de santos. El mismo aire festivo de los que ya se alegran allí nos invita. Levantemos, por tanto, nuestros ánimos, hermanos; vuelva a enfervorizarse nuestra fe, ardan nuestros anhelos por las cosas del cielo, porque amar de esta forma ya es ponerse en camino.

Que ninguna adversidad pueda alejarnos del júbilo de la solemnidad interior, puesto que, cuando alguien deseade verdad ir a un lugar, las asperezas del camino, cualesquiera que sean, no pueden impedírselo.

Que tampoco ninguna prosperidad, por sugestiva que sea, nos seduzca, pues no deja de ser estúpido el caminante que, ante el espectáculo de una campiña atractiva en medio de su viaje, se olvida de la meta a la que se dirigía.

martes, 13 de agosto de 2013

Murillo. El Buen Pastor


El Buen Pastor.1660. Murillo
 Óleo sobre lienzo. Medidas: 123cm x 101cm.
Museo del Prado. Madrid. España

La representación que hizo Murillo del Buen Pastor nos puede resultar un tanto extraña: se trata de un niño, que están sentado junto a un corderillo. Murillo es un autor en el que no son extraños los personajes infantiles. Pero, en este caso, no es una pintura costumbrista sino una visión del Jesús, salvando a los hombres. Precisamente el Evangelio de hoy pone en relación a la infancia con el buen pastor: Jesús pide a sus discípulos que tienen que ser como niños para entrar en el Reino de Dios. De hecho, el buen pastor sale a buscar a la oveja perdida, de la misma manera que Dios sale a buscar a sus pequeñuelos que se han extraviado. Por lo tanto, la obra de Murillo nos muestra muy bien la ternura de nuestro Dios, que ha salido a buscarnos a nosotros, los pequeñuelos y desvalidos a causa de nuestros pecados.

lunes, 22 de abril de 2013

El Buen Pastor. Ravena


El Buen Pastor. s.V. Autor anónimo
Mosaico
Mausoleo de Gala PlacidiaRavena. Italia

Siguiendo con el evangelio según san Juan, continuamos leyendo el discurso del Buen Pastor en Jn 10, 1-10. Para ellos proponemos una figura llena de color y serenidad donde veremos un Pastor de lineas muy clásicas que mantiene una tranquila relacion con el rebaño.

Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños...

El Mausoleo de Gala Placidia en Rávena (Italia) es un célebre enterramiento monumental de la hermana del emperador Honorio, Gala Placidia. Construido entre 425 y 433. Más que por su arquitectura, este monumento es mundialmente famoso por sus suntuosos mosaicos, los más antiguos de la villa. Ellos marcan la transición entre el arte paleocristiano y el bizantino, es el más antiguo y mejor conservado de todos los monumentos con mosaicos, y al mismo tiempo uno de los más perfectos artísticamente.

Se trata de una pequeña capilla dedicada a San Lorenzo. Tiene planta de cruz griega, con uno de los lados ligeramente más largo y el crucero está cubierto con una cúpula. Esta pequeña construcción situada al lado de San Vital contiene varios sarcófagos en su interior, el más importante de los cuales estaba destinado a Gala Placidia, hija del emperador romano Teodosio el Grande y esposa del rey visigodo Ataúlfo. Las paredes y techos interiores están totalmente revestidos de mosaicos hechos a base de pequeñas teselas que crean un universo de colores. De todos ellos, el que más destaca es el del timpano central, Cristo como Buen Pastor en el paraíso, uno de los motivos iconográficos paleocristianos más difundidos desde el tiempo de las catacumbas. Está tranquilamente sentado sobre una roca del prado y pastorea a seis ovejas que le contemplan y buscan su protección. Además, el Salmo 23 nos explica la escena “El Señor es mi Pastor; nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas”. 

La figura de Cristo se muestra idealizada y manifiesta la herencia helenística o pagana. Es un modelo humano joven y sin barba, que en nada se parece a la imagen siriaca que se impondrá en el siglo siguiente. La belleza de sus facciones, sumada a la dignidad y a la serenidad de su pose, nos hacen recordar los presupuestos de cómo habían de representarse los dioses en el clasicismo. Cristo se asemeja a un joven Apolo. Obsérvese la cuidada vestimenta: una dalmática dorada, en una referencia al preciado metal,  manto y sandalias preciosas, con un halo dorado símbolo de su santidad. No lleva un cayado normal, sino uno en forma de cruz y trata cariñosamente a su rebaño. Las ovejas en diversas posturas le miran fijamente y un fondo de montañas y vegetación completa la delicada escena, que tiene lugar en el Paraíso. 

Los mosaicos paleocristianos siguen la técnica romana, aunque son de origen griego, deriva de la palabra musa. Su uso se aplicó al revestimiento de suelos y murales, paredes y techos; están realizados con teselas, pequeñas piezas cúbicas de piedra o cristal, de cerámica vidriada de intenso color. Los mosaicos se forman yuxtaponiendo sobre un fondo de cemento pequeñas piezas llamadas teselas, que tienen distintos colores y que forman dibujos diversos. En los mosaicos se suelen distinguir tres técnicas:

Opus sectile, marmol irregular. 
Opus Tesselatum, teselas cúbicas de igual tamaño y distintos colores.
Opus Verniculatum, teselas de contornos curvilíneos.


domingo, 21 de abril de 2013

El Buen Pastor


El Buen Pastor. s. III. Anónimo
Fresco

Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.  Jn 10, 11

Cristo como buen pastor, con un cordero sobre los hombros como símbolo del alma a la que salva.
Al representar a Cristo nadie recordaba ya la imagen del Mesías pues los evangelistas no mencionan la descripción física del Mesías.
Los primeros cristianos de las catacumbas tuvieron que inventar su iconografía, acudiendo al Buen Pastor, que alegorizaba a Jesús salvando al alma del fiel. Imagen ya citada por el profeta Ezequiel , Isaias o Jeremias, por ejemplo:

Como un pastor vela por su rebaño… así velaré yo por mis ovejas… la oveja perdida, la buscaré.  Ez. 34, 12

Pondré a la cabeza de ellas a un pastor único para que se preocupe de ellas, a mi servidor David. El será su pastor. Ez 34, 23

Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas. Is 40, 11

Que todas las naciones escuchen la palabra de Yahvé; proclámenla en las islas lejanas: «El que dispersó a Israel, lo reunirá y lo cuidará como un pastor a su rebaño.»  Jer 31, 10

Las narraciones de la parábola del Buen Pastor son ricas en imágenes. El evangelio de Lucas es el único en mencionar que el pastor trae la oveja sobre la espalda, ( "...cuando la encuentra se la carga muy feliz sobre los hombros, y al llegar a su casa reúne a los amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido” Lc 4, 5) quizás influido por la imagen griega del pastor crióforo o, Hermes Crióforo, que porta la oveja del sacrificio, una figura habitual en el mundo tardorromano. Tambien se cree que el antecedente artístico residía en el Moscóforo griego, al que cristianizaron sustituyendo el ternero por una oveja.

El evangelista Mateo ("Al contemplar aquel gran gentío, Jesús sintió compasión, porque estaban decaídos y desanimados, como ovejas sin pastor." Mt 9, 36) y Marcos utilizan esta figura varias veces en boca de Jesús ("Al desembarcar, Jesús vio toda aquella gente, y sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles largamente." Mc 6, 34)

Así también el capítulo 10 del evangelio de Juan, que leemos hoy en este IV domingo de Pascua, eran muy usados en la liturgia del bautismo tomando el salmo 23 como parte de la catequesis bautismal. De ahí que la representación del Buen Pastor estuviera presente en casi todos los baptisterios o pilas bautismales de la antigüedad cristiana. 

Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno. 
Jn 10, 27-30

Otro elemento aprovechado es el dato que introduce Mateo indicando que el pastor tiene su rebaño en el monte ya que al bajar desde allí a buscar a la oveja perdida, este "descenso" simbolizaría la Encarnación y el anonadamiento de Jesús. También tal "descenso" del monte se ha comparado con el descenso de Cristo al infierno que se menciona en el credo "descendió a los infiernos" y a través de esta comparación con toda la pasión y muerte de Jesús. 

La figura del Pastor se sigue utilizando en las cartas neotestamentarias como por ejemplo en los Hebreos, 1 de Pedro o el Apocalipsis. 

"Que los bendiga el Dios de la paz que rescató de entre los muertos a Jesús, nuestro Señor, Pastor Supremo de las ovejas por haber derramado la sangre de la Alianza eterna" (Heb 13, 20)

"Pues eran ovejas descarriadas, pero han vuelto al pastor y guardián de sus almas."(1Pe 2, 25)

"...porque el Cordero que está junto al trono será su pastor y los guiará a los manantiales de las aguas de la vida, y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos." (Ap 7, 17)

El pastor con las ovejas y su relacion de éstas con Él, es motivo de comentarios de los Padres de la Iglesia.

Mirad si sois, en verdad, sus ovejas, si le conocéis, si habéis alcanzado la luz de su verdad. Si le conocéis, digo, no sólo por la fe, sino también por el amor; no sólo por la credulidad, sino también por las obras... Sus ovejas encuentran pastos, porque quienquiera que siga al Señor con corazón sencillo se nutrirá con un alimento de eterno verdor. ¿Cuáles son, en efecto, los pastos de estas ovejas, sino los gozos eternos de un paraíso inmarchitable? Los pastos de los elegidos son la visión del rostro de Dios, con cuya plena contemplación la mente se sacia eternamente.
San Gregorio Magno, Homilía 14 

La representaciones artísticas de volver con la oveja rescatada simboliza la ascensión. Esta presencia de los sufrimientos y de la muerte de Jesús en la simbología del pastor explica también que esta imagen haya sido tan usada en los sarcófagos y frescos de las catacumbas o cementerios cristianos: es un símbolo de la victoria sobre la muerte. Los árboles que a veces aparecen a un lado y otro del pastor son imagen del paraíso perdido y recobrado gracias a la intervención del Pastor.
Diversos elementos se añaden a la representación del pastor con simbologías diversas: el rótulo que indica su condición de maestro y el pastoral o báculo (usado hasta hoy por los obispos) que indica su autoridad.

El Señor es mi pastor, nada me falta.
En prados de hierba fresca me hace reposar,
me conduce junto a fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el camino justo,
haciendo honor a su Nombre.
Aunque pase por un valle tenebroso,
ningún mal temeré,
porque Tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.

Me preparas un banquete
enfrente de mis enemigos,
perfumas con ungüento mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu amor y tu bondad me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Salmo 23