miércoles, 19 de marzo de 2014

Correa de Vivar. La Natividad


La Natividad. 1535. Juan Correa de Vivar
Óleo sobre tabla. Medidas: 228 cm x 183 cm.
Museo del Prado. Madrid España.



En medio de la Cuaresma, nos invita la liturgia a detener la mirada en alguien en quien no solemos reparar cuando contemplamos la escena del Nacimiento del Señor: san José. Es un personaje que suele aparecer atónito, asombrado, respetuoso y orante, no como un padre feliz que conoce por primera vez al hijo que ha engendrado, sino como el creyente que ve cumplida de modo admirable la imposible promesa que dios le ha hecho.

Para contemplar esta obra hemos escogido la tabla procedente del antiguo monasterio jerónimo de Guisando, obra de Correa del Vivir, que estaba colocada en el claustro alto. Es el panel central de un retablo de estación del ciclo de la Natividad. Las dos puertas, con La Visitación –y en su cara exterior San Jerónimo penitente– y La Presentación de Jesús en el Templo –originariamente con La Oración en el Huerto en el exterior–, también se conservan en las colecciones del Museo del Prado.

Correa del Vivar mantiene una cierta dependencia de Juan de Borgoña, al que hace unos días vimos trabajando en el retablo mayor de la Catedral de Ávila, dependencia que se nota especialmente en el tratamiento de las figuras y en la arquitectura, con una rica ornamentación renacentista.

La Virgen y San José se inclinan hacia el Niño Jesús, desnudo y sobre un paño blanco en un sillar de piedra. Sobre ellos, siguiendo el texto del Nuevo Testamento, ángeles músicos alaban al recién nacido entonando “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace” y, al fondo de la composición, los pastores son anunciados del Nacimiento del Mesías, entrando en el establo por la derecha de la composición.

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