miércoles, 26 de marzo de 2014

Leandro Bassano. La Coronación de espinas

La Coronación de espinas. 1590-98. Leandro Bassano
Óleo sobre pizarra. Medidas: 54 x 49 cm 
Museo del Prado. España

La Coronación de espinas es un momento de más sufrimiento moral que físico. El Señor, después de la tremenda tortura de la flagelación, es sentado en medio de la soldadesca, que para burlarse de él, reviste de las insignias reales a quien ha pretendido afirmarse como rey: la coronal (en vez de laurel, como los emperadores, de espinas), y el manto rojo de los magistrados. En lugar de cetro de mando, se le pone entre las manos una vara. Es la hora de las tinieblas: la crueldad humana no se detiene ante el tremendo sufrimiento de quien ha sido torturado. Solo la paciencia de Dios ilumina en la esperanza tan lóbrega escena.

Para ilustrarla, hemos escogido una obra que busca, precisamente, este efecto de tinieblas: la Coronación de espinas de Bassano. La temática de la obra, que invita al creyente a meditar sobre la Pasión, su reducido tamaño, y el dramatismo que supo imprimirle su autor, aprovechando el color de la pizarra para ambientar la escena, apenas iluminada por una antorcha y un brasero, e incluyendo una lágrima prominente en la mejilla de Cristo, justifican su inclusión entre las imágenes de devoción que poseía Felipe II en el oratorio privado del Alcázar de Madrid.

Se inventariaron entonces dos pinturas más sobre pizarra de similares características que había presentado al rey el escultor milanés afincado en España Pompeo Leoni: Cristo camino del Calvario y Expulsión de los mercaderes del Templo. Dadas las similitudes (idéntico tamaño y soporte y marcos de ébano), parece lógico suponer un mismo origen a todas ellas. Las tres estaban cubiertas por una cortina de tafetán, lo que permitía al soberano descubrir sólo la imagen ante la que quería orar en cada ocasión. Finalmente, el inventario advierte que, ya en época de Felipe II, la Coronación estaba hendida y pegada, circunstancias aún visibles y razón por la que sólo se tasó en 50 ducados frente a los 100 de sus compañeras.

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