viernes, 6 de mayo de 2016

Kulmbach. La Ascensión

Ascensión, 1513. Hans von Kulmbach
Óleo sobre tabla, Medidas: 61 x 35 cm
Museo Metropolitano de Arte. Nueva York

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada.»

Después de la Ascensión del Señor, leemos el discurso de la despedida de Jesús, en el capítulo 16 de san Juan. Contemplamos una nueva tabla de la Ascensión, pintada por el maestro alemán Hans Suess o Süß, conocido como Hans von Kulmbach (Kulmbach, c., 1485 – Núremberg, 1522). Habría estudiado con Jacopo de Barbari, pintor veneciano establecido hacia 1500 en Alemania para trabajar al servicio de Federico de Weise, príncipe elector de Sajonia. En 1505 se documenta su presencia en el taller de Alberto Durero en Núremberg, ciudad en la que obtuvo la ciudadanía en 1511.

Al frente de un próspero taller dedicado a la pintura de retablos, e influido por Durero, en 1513 abordó la más característica de sus obras: el gran epitafio de Lorenz-Tucher conservado en la iglesia de San Sebaldo de Núremberg. Su fama alcanzó a Cracovia para la que, por encargo de su alcalde, Jan Boner, pintó entre 1514 y 1516 dos altares dedicados a santa Catalina y a san Juan para la capilla del Espíritu Santo de la iglesia de Santa María, parcialmente conservados en el museo Narodowym y en la iglesia de San Florián.

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