jueves, 18 de julio de 2013

Fernando Gallego. Cristo bendiciendo.


Cristo bendiciendo. 1494-1496. Fernando Gallego
 Técnica mista. Tabla. Medidas: 169cm x 132cm.
Museo del Prado. Madrid España.

En aquellos días, Moisés, después de oír la voz del Señor desde la zarza ardiendo, le replicó:
-«Mira, yo iré a los israelitas y les diré: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros." Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?»
Dios dijo a Moisés:
-«"Soy el que soy"; esto dirás a los israelitas: " 'Yo soy' me envía a vosotros."»

Éste es el texto que nos ha propuesto la primera lectura de la liturgia del día de hoy, tomado del libro del Éxodo. Se trata de uno de los textos fundamentales de todo el Antiguo Testamento: la revelación a Moisés del nombre de Dios, el Dios de los patriarcas, pero también el Dios que acompaña a su pueblo a través de la historia, el Dios que ha querido estar con nosotros.

La plenitud de esta revelación tiene lugar en Jesucristo, el Hijo de Dios, que nos manifiesta quién es Dios en sí mismo: la Trinidad única de las personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

De este modo, la revelación de Moisés alcanza su total plenitud en Jesucristo, el que es. Esta afirmación aparecerá repetidamente en el Evangelio según san Juan: Yo soy...: la luz, la vida, el pan de la vida, etc.

A finales del siglo XV, durante el floreciente reinado de los Reyes Católicos, pintó el artista salmantino Fernando Gallego este Cristo bendiciendo para el retablo de San Lorenzo, de la localidad de Toro (Zamora), que finalmente, debido a sus proporciones, no pudo ocupar dicho emplazamiento. 

Cristo aparece entronizado, vestido con túnica roja y sujetando la bola del Mundo en su mano izquierda, bendice con la derecha flanqueado por las figuras de la Iglesia y de la Sinagoga y rodeado por el Tetramorfos. 

Cristo es presentado como Salvador del Mundo. Se contrastan las figuras de la Sinagoga, con las tablas de la ley de Moisés y el estandarte roto, y de la Iglesia, laureada, portando el estandarte de la Victoria, y un cáliz con la Sagrada Forma como símbolo de la nueva promesa de la muerte y Resurrección de Cristo. Su palabra, plasmada en los Evangelios del Nuevo Testamento, se representa mediante el Tetramorfos, los símbolos de los cuatro evangelistas: el águila de San Juan, el toro de San Lucas, el león de San Marcos y el ángel de San Mateo. 

Las arquitecturas góticas, la composición y la técnica pictórica son un buen ejemplo del depurado estilo de Gallego, profundamente impregnado de elementos flamencos. 

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