viernes, 22 de mayo de 2015

Bordarevsky. Juicio de san Pablo en Cesarea

Juicio de san Pablo en Cesarea. 1875. Nikolai Kornilievich Bodarevsky
Óleo sobre lienzo. Medidas: 135 cm x 226 cm.
Museo Regional Transcarpathian

«Tengo aquí un preso, que ha dejado Félix; cuando fui a Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos judíos presentaron acusación contra él, pidiendo su condena. Les respondí que no es costumbre romana ceder a un hombre por las buenas; primero el acusado tiene que carearse con sus acusadores, para que tenga ocasión de defenderse. Vinieron conmigo a Cesarea, y yo, sin dar largas al asunto, al día siguiente me senté en el tribunal y mandé traer a este hombre. Pero, cuando los acusadores tomaron la palabra, no adujeron ningún cargo grave de los que yo suponía; se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo. Yo, perdido en semejante discusión, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que lo juzgase allí. Pero, como Pablo ha apelado, pidiendo que lo deje en la cárcel, para que decida su majestad, he dado orden de tenerlo en prisión hasta que pueda remitirlo al César.»

Estas palabras de Festo, ante el rey Agripa, condensan la esencia del juicio sobre Pablo: afirma que un difunto, llamado Jesús, está vivo. Efectivamente, por muy insólita que parezca la aseveración, encierra la esencia del mensaje cristiano.

La pintura romántica historicista desarrolló en grandes formatos estos asuntos de carácter histórico. En Rusia tuvo un desarrollo algo posterior al del resto de Europa. Contemplamos, dentro de esta escuela, la escena del juicio de Pablo. Éste comparece en pie ante un estrado de tres escalones, sobre el que se sientan el rey Agripa, su mujer Berenice, y el procurador Festo.

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