Visión del fray Andrés de Salmerón. 1639. Francisco de Zurbarán
Óleo sobre lienzo. Medidas: 229 cm. x 222 cm.
Sacristía del Monasterio de Guadalupe
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
La liturgia nos invita hoy a confiar en el Señor, que viene a salvarnos. No se trata de una idea abstracta, sino de una esperanza que, lejos de atemorizarnos, ha de provocar en nosotros sentimientos de esperanza, en la confianza de su misericordia de Buen Pastor. Esta idea la podemos ver reflejada en el lienzo que contemplamos, pintado por Zurbarán para el monasterio jerónimo de Guadalupe. Se trata de la visión del religioso Andrés Salmerón, en la que se le aparece Cristo, revestido con un manto y con una cruz a modo de báculo, que posa su mano sobre la frente del religioso. El ámbito de la visión viene dado por los tonos brillantes en torno a Cristo, y la visión celeste de la parte superior, en la que se esbozan varios ángeles
Fray Andrés de Salmerón era un monje jerónimo que vivió en la segunda mitad del siglo XIV y participó en la fundación de la orden. El cronista de la Orden, fray José de Sigüenza en su Historia de la Orden de San Jerónimo, dice: Era natural de un pueblo de la Alcarria llamado Salmerón, donde tomó el sobrenombre. Acostumbrado desde luego en esta religión a dejar el nombre del linaje y padres y llamarse con el de los pueblos donde eran naturales, por olvidar la vanidad que el mundo estima y el nombre común los hiciese más hermanos y sin diferencia.
Tuvo gran fama de santidad, sobre todo por su capacidad para la oración y la obediencia y por sus éxtasis místicos. Así nos cuenta el Padre Sigüenza un hecho sobrenatural que sucedió a nuestro paisano: Aconteció con él un caso admirable. Estando un día comiendo en el refectorio con el convento vino sobre él un resplandor celestial y púsosele el rostro lleno de claridad sobrenatural, tanto que a muchos les parecía que salía como un sol nuevo del lugar donde estaba sentado, cosa que puso harta admiración a todos sus hermanos
Cuando Fray Andrés murió sus hermanos de orden veneraron sus objetos personales como reliquia. En la sacristía del Monasterio de Guadalupe se conserva este cuadro de Zurbarán que representa a Fray Andrés de Salmerón ante la aparición de Jesucristo
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