jueves, 31 de octubre de 2013

Sebastiano del Piombo. Jesús con la Cruz a cuestas


Jesús con la Cruz a cuestas. 1516. Sebastiano del Piombo
Óleo sobre lienzo. Medidas: 121cm x 100cm.
Museo del Prado. Madrid. España

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: Bendito el que viene en nombre del Señor.

La liturgia de hoy nos presenta esta amarga queja de Jesús, contenida en el capítulo 13 del Evangelio según san Lucas. El Señor sube a la ciudad, al Templo, al lugar en el que Dios era invocado por Israel; pero, como en otras ocasiones de la historia del pueblo infiel a Dios, tampoco ahora estaba dispuesto a aceptarlo, y lo recibiría, finalmente, con la Cruz.

Para ilustrar esta premonición de que de su Pasión hizo el Señor, y como meditación para el día de hoy, hemos escogido una obra de Sebastiano del Piombo, Jesús con la Cruz a cuestas. Conocemos bien la historia de este cuadro: Jerónimo Vich, embajador de Carlos V en Roma, fue su primer propietario, inusual por situar la escena en un interior, mostrando el momento en que Cristo toma la Cruz en el palacio de Pilatos. El cambio de escenario no resta dramatismo a la composición, que transmite una gran sensación de angustia por la acumulación en primer plano de las figuras de Cristo, el sayón y el soldado. A la derecha se abre un ventanal por el que se vislumbra la comitiva abandonando Jerusalén en dirección al Gólgota. 

Fue regalada a Felipe IV por Diego Vich, descendiente de su primer propietario, y trasladada al Monasterio de El Escorial en 1656-57, de donde ingresó en el Museo del Prado en 1839.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Isenbrandt. Cristo, varón de dolores


Cristo, varón de dolores. XVI. Adrián Isenbrandt
Óleo sobre tabla. Medidas: 46cm x 29cm.
Museo del Prado. Madrid. España

La vida del cristiano no siempre está llena de contento y felicidad. También ha de padecer los infortunios, los sufrimientos y las consecuencias dolorosas de sus propios pecados. Pero lo que distingue al cristiano no es la inmunidad al dolor, sino la clave para interpretar su verdadero sentido: un dolor iluminado por el varón de dolores, que tomando sobre sí nuestro pecado, experimentó el sufrimiento pero nos dio la esperanza de triunfar en la Pascua de la Resurrección.

El tema del Cristo doliente ha sido representado en múltiples ocasiones. Hoy hemos escogido una obra del flamenco Isenbrandt: su Cristo, varón de dolores. Jesús, coronado de espinas y con las manos atadas a la Cruz está sentado en el Gólgota. En el plano medio, a la izquierda, a las puertas de Jerusalén, se representa el camino del Calvario, mientras que, a la derecha, la comitiva se dirige hacia el monte Calvario, situado en el fondo, sobre el que se alzan las cruces de Cristo y de los dos ladrones. 

Isenbrant separa en esta obra la historia de la Crucifixión del Cristo de Pasión, del primer plano, imagen de devoción destinada a la meditación del fiel, por cuya salvación ha muerto Jesús en la Cruz. 

El paisaje tiene evidentes deudas con los de Joachim Patinir, perteneciente a una generación anterior a la de Isenbrant.